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sábado, abril 20, 2024

Eran pibes pero ya jugaban de Primera

Por Guillermo Blanco
Hablan de primera, como cuando amenizaban aquellas hermosas madrugadas desde el otro lado del planeta. Japón fue el escenario mundial para que varios de estos “pibes” que evocan aquello guarden para siempre el orgullo de haber plantado allí lo mejor de la génesis de fútbol argentino. Campeones mundiales  juveniles sub 20, quedó escrito con la pluma de Maradona, Ramón Díaz, Gabriel Calderón, Osvaldo Escudero, y este racimo del manojo que entre otros conforman Juan Simón, Osvaldo Rinaldi, Sergio García y Jorge Piaggio, a 36 años de aquella gesta que finalizó el 7 de septiembre con una actuación tan digna como eficaz que culminó a toque limpio y con un 3 a 1 ante la Unión Soviética.

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En las semifinales habían superado a Uruguay 2 a 0, y antes a Argelia 5 a 0. Y en la fase inicial ya mostraban su caudal:  5 a 0 a Indonesia, 1 a 0 a Yugoslavia y 4 a 1 a Polonia. Seis jugados y ganados, con 22 goles a favor y 2 en contra; mientras que los soviéticos sumaron 7, con 4 ganados, uno empatado y dos perdidos, 12 goles a favor y 7 en contra. El mejor jugador del torneo fue Diego Maradona y tercero, detrás del paraguayo Julio César Romero, el “Pelado” Díaz, quie además fue el goleador. Fue de lo más perfecto que se pudo ver, una especie de orquesta dirigida por Menotti y con intérpretes que sentían la misma música.
Simón llega a la mesa en un alto de sus obligaciones como secretario técnico de Boca y antes de zambullirse en el recuerdo mira el celular y piensa en el pedido a préstamo de un jugador por parte del Pachuca. A su lado, Osvaldo Rinaldi está contando que ese inmenso maestro que fue Adolfo Pedernera lo llamó dos veces. “Una cuando volvimos de Japón y la otra cuando nos fuimos al descenso con San Lorenzo. Pibe, yo me fui con Atlanta y eso le pasa a cualquiera. Lo que no hay que hacer es creer que el mundo se acaba”… Osvaldo tiene una experiencia poco común. Muestra una foto con Victor Marchetti y el “Loco” Doval antes de un Boca-San Lorenzo, y le viene a la memoria Pedernera, quien fue su DT en El Ciclón. “Papá me decía que debía llamarle Señor, y Adolfo me paró en seco y me dijo que no. Perdón, maestro, le dije. Y él aceptó que lo siguiera llamando así. “Maestro puede ser, pibe, es más de docente, de escuela, y uno está acá para transmitir ideas de fútbol sanas”… Está Marcelo Bachino, hoy realimentando la pasión con los veteranos de Boca, y preguntándole a Simón cómo hacer para conseguir vestimenta para el equipo que va por el interior. Sergio García saca pecho y cuenta de su trabajo en el fútbol amateur de Español y la relación del club con el Atlético Madrid. Cuenta que lleva el fútbol en la sangre y que su padre llegó a jugar en Los Toldos ante la M´´aquina de River, con Labruna y Di Stéfano, una vez que Pedernera se había ido a Millonarios. Y Jorge Piaggio acaba de ser recuperado por la tribu tras un par de años sin saber nada de él. “Ahora estoy viviendo en Conesa, me volví allá y aunque extraño mucho todo esto al menos hay trabajo en el campo y estoy cerca de mi viejo”, comenta con la calma con la que salía jugando en sus tiempos de Atlanta.
“Uno recurre al recuerdo de grandes referentes porque todos hemos aprendido de ellos. Quién puede olvidar a Menotti, quien suele acompañarnos en estas reuniones, o a don Ernesto Duchini, que tanto tuvo que ver en la conformación del plantel de aquel Juvenil”, reflexiona García. “Aquel equipo nuestro fue el mejor que integré”, dicen casi al unísono. Y Rinaldi agrega: “Una vez Havelange nos puso entre los más grandes que vio, junto al Brasil del 70. A mí me quedó un partido contra el Cosmos, con Beckenbauer y Chinaglia, en Tucumán. El “Pichi” le hizo un caño al alemán y funcionamos como quería César (Menotti)”.
“Fue el 3 de noviembre del 78, un día después de mi cumple”, tira Bachino, aprovechando el momento para invitar a todos a jugar un partido en Moreno. “Ya me habló uno de los candidatos a intendente, para que en caso de ganar, me haga cargo  del  fútbol del municipio, así que ya los comprometo. Ahora estoy preparando un viaje a Temuco, donde terminé mi carrera, es un homenaje a los que hicimos subir al club a primera división de Chile…”.
Ellos tienen idea del lugar que les tiene reservado la historia del fútbol argentino. Cuatro trascendieron aún más, siendo protagonistas en la selección mayor. El mismo Simón jugó 13 partidos y un Mundial, entre el ´80 y el ´90; Calderón 23 y dos mundiales; Díaz 24 y uno; y Maradona cuatro copas del mundo… Pero cada uno, como los reunidos este mediodía de encuentro anual, andará pensando en lo ocurrido en la segunda quincena de agosto y primera semana de septiembre del ´79 en Omiya y en el estadio Olímpico de Tokio.
Cada uno anda con sus vidas. Menotti y el doctor Horacio Leali en Buenos Aires; Rogelio Poncini en Rosario; Rafael Seria manejando su taxi; Abelardo Carabelli en Loma Negra de Olavarría y Hugo Alves pensando en Gareca en Perú; Rubén Rossi en Humbolt,  laburando en Deportes en una Facultad  santafesina, después de escribir un libro en versos yupanqueanos en el que narra sus experiencias; Alberto Barbas en Almirante Brown y aún dolido por el desplante de Rácing; Juan José Meza en su Tucumán natal; Daniel Sperandío en Rosario; Ramón Díaz en Paraguay; Diego Maradona dejando su impronta por el mundo y Gabriel Calderón ahora en Arabia. Ya no está el profe Ricardo Pizzarotti, quien solía juntarlos en los primeros años posteriores a aquella gesta deportiva pero su recuerdo para ellos es trascendente.
“Hace poco varios nos juntamos con el Flaco Lanao, que vive en España, vino por un mes y recordamos cómo nos entrenaba el Profe”, cuenta García. “Y yo lo vi al Pichi (Escudero). Está dirigiendo en El Salvador y salió campeón. Lo noté muy bien, como que encontró un lugar”, aporta Rinaldi sobre aquel puntero derecho chico por fuera pero grande por dentro, también compañero de Diego en el Boca campeón del ´81.
Como para demostrar que fueron modelados a mano por lo mejor del fútbol criollo, van y vienen y suelen recurrir a algún referente de antes que los ha marcado para siempre. García había hablado de lo que significó Duchini para varios de ellos y para el fútbol amateur, y Rinaldi cierra con otra anécdota del esa leyenda llamada Pedernera. “que rompía las pelotas sin que lo pudiera hacer callar. El tipo le dijo: yo tengo derecho a hablar porque hace 40 años que veo  fútbol!. Y yo conozco a un tipo que hace cuarenta años que se sube a los aviones y no sabe lo que es volar».

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