En el marco del 202º aniversario de la Patria, y los actos oficiales realizados en 9 de Julio, en la Homilía Mons. Martín de Elizalde Obispo de Santo Domingo en Nueve de Julio en la celebración de Acción de Gracias dejó su mensaje. Entre otros conceptos señaló:
«En estos momentos precisamente nos encontramos atravesando un momento muy especial».
«Un proceso de reforma -añadió- legislativa muy importante está transformando el sistema jurídico que debería amparar muchas de las condiciones esenciales que hacen a la vida de la sociedad y que tienen su fundamento en la misma naturaleza. Ya hemos tenido ocasión de expresarlo, pero la liberalización del aborto, por un fallo de la Corte Suprema, la propuesta reforma del Código Civil, la ley sobre la identidad de género, la misma ley llamada “de muerte digna”, que no respeta la necesaria e inexcusable alimentación e hidratación del enfermo terminal, constituyen un verdadero cambio, fundado en otros valores, que alterarán hasta volver irreconocible la estructura familiar y provocarán la lamentable muerte de muchos inocentes. Además, no dejará todo ello de tener su efecto en la conducta y en la formación de las conciencias de nuestros conciudadanos, pues desde los mismos planes de estudio destinados a niños y jóvenes, se proponen como legítimos estos nuevos paradigmas. Esta ofensiva pretendidamente progresista se vuelve anti- humana, y lamentablemente sus efectos se harán sentir en todos los ámbitos de la sociedad. Los obispos argentinos hemos hecho llegar nuestra voz, señalando los inconvenientes de esta dirección, que llevará a una realidad construida a partir de falsos principios. Ahora nos resta a los pastores seguir advirtiendo a los fieles para que formen su conciencia en los mandamientos de Dios y se atengan en su conducta a ellos, que sepan trasmitir estos principios a sus hijos y ofrecer en la sociedad un claro testimonio de fidelidad. Frente a estas disposiciones legales, pero gravemente atentatorias contra la vida humana y el bien común, los cristianos tendrán que obrar sin la protección y la ayuda de un sistema que hasta ahora garantizaba la vigencia de aquellos principios surgidos de la ley natural y de la bimilenaria tradición cristiana.
Igual preocupación despierta la realidad de la pobreza, que ciertamente se vuelve un escándalo, una enorme injusticia, en un país rico como el nuestro. Pareciera que tantos bienes como Dios ha derramado en nuestra Patria se destinan al despilfarro, por efecto de políticas que por repetidas no dejan de ser terriblemente equivocadas, y se destruyen o desaparecen, cuando deberían ser el alivio del necesitado, la ayuda para el desarrollo de las personas, el instrumento que garantice la igualdad y el cumplimiento efectivo de los derechos de todos».
«Conviven así en la realidad argentina de hoy una pretendida modernización legislativa, que se quiere fundar en un modo de vida social y personal que no considera la verdadera dignidad del hombre ni su vocación trascendente, y un desprecio por los más débiles, que cierra las puertas del progreso, de la dignidad, de mejores condiciones de vida para muchísimos hermanos nuestros, aunque se disimule con ayudas que cada vez resulta más difícil mantener».
Y sin embargo alentamos la esperanza en un futuro mejor. Las riquezas que la naturaleza pone a nuestra disposición no serán nada, si no las empleamos con una actitud ética, que privilegie la condición propia del hombre, como ser libre, imagen de Dios. La fiesta de la Patria nos convoca a este esfuerzo, justo, generoso, creativo. Pedimos a Nuestro Señor y Padre, que tanto amó a los hombres que envió a su propio Hijo, que con la asistencia del Espíritu Santo,- cuya venida sobre la Iglesia naciente recordaremos en el misterio de Pentecostés que vamos a celebrar el domingo próximo-, nos siga acompañando y protegiendo. Y María Santísima, Nuestra Señora de Luján, habrá de acompañarnos siempre con su ejemplo de fidelidad silenciosa y con su intercesión constante».
