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Nueve de Julio
jueves, octubre 16, 2025

“La Mascota”: memoria y estética del eclecticismo urbano en la arquitectura de 9 de Julio

Por Héctor José Iaconis
En la historia urbana de 9 de Julio, ciertos edificios condensan en su materialidad la huella del tiempo, el pulso de una comunidad en expansión y la aspiración estética de una sociedad que se modernizaba sin perder sus raíces. Tal es el caso de la fachada del edificio conocido como “La Mascota” o, más sencillamente, “lo de Murillo”, ejemplo notable de la arquitectura comercial urbana de fines del siglo XIX y comienzos del XX, ubicado en la avenida Bartolomé Mitre entre Libertad y Nicolás L. Robbio.
Su composición académica, sus molduras y ornamentos, y el rótulo que aún la distingue como si fuera una firma en piedra, revelan una etapa de consolidación urbana en la que la forma arquitectónica era, además, un lenguaje de prestigio y representación.
Este edificio fue construido por la empresa constructora de Luis y Roque Rumi. En la planta baja, destinada al uso comercial, funcionaron, en diferentes épocas, un bazar, una tienda, la sastrería de Genaro Boccadoro y la Peluquería “Barbieri”, entre otros. Más tarde, se estableció por décadas Casa “Murillo” y, en el local aledaño al edificio de la sucursal del Banco, otro comercio de reconocida trayectoria: “El Hogar de la Radio”.
La planta alta fue diseñada para uso residencial. Vivieron varias familias conocidas, algunas que establecieron su residencia definitivamente en 9 de Julio y otras que lo hicieron transitoriamente: las familias de López, Sforcini.

El edificio, en una fotografia de la década de 1920.

ESTRUCTURA Y COMPOSICION. LA LOGICA DEL ORDEN CLASICO
La fachada del edificio que nos ocupa, responde a un esquema compositivo tripartito: base, cuerpo y remate. La planta baja, concebida originalmente para uso comercial, presentaba originalmente, y actualmente sin dudas aún los preserva, tras la empalizada que lo cubre, amplios arcos de medio punto que daban acceso los locales. Este basamento macizo sostiene un piso noble o principal donde se abren, con ritmo y simetría, una serie de vanos arqueados que confieren carácter monumental al conjunto.
Por encima de ellos, una cornisa con modillones denticulados marca el cierre del volumen y da paso al ático o pretil balaustrado, donde un frontón triangular central inscribe el nombre que, en otro tiempo, ostentó uno los comercios que ocupó: “La Mascota”.
Esa jerarquía estructural, inspirada en los modelos del renacimiento italiano y el academicismo francés, no es solo un artificio estético: expresa una voluntad de orden y proporción, que observamos en otras construcciones de la misma época que, con vestigios más o menos estables, aún se hallan en pie en la ciudad.

EL LENGUAJE ESTILISTICO
El repertorio formal de viejo edificio de Casa “Murillo” o de “La Mascota” pertenece al amplio universo del eclecticismo académico que floreció en nuestro país y se puede apreciarse en tantas ciudades del interior del territorio bonaerense, como así también en la gran ciudad y en la capital provincial.
Los arcos de medio punto, las pilastras con capiteles ornamentados, las cornisas de molduras clásicas y el frontón triangular son herencias directas de la tradición italiana renacentista reinterpretada bajo los cánones del “Beaux-Arts”.
Esta síntesis de estilos expresa la manera en que, en cierta forma, las empresas constructoras locales o los estudios de la ciudad de Buenos Aires a los que adquirían los diseños, reinterpretaron los modelos europeos para aplicarlos a un contexto vernáculo. Puede decirse que, el resultado fue una arquitectura de transición, donde la elegancia formal convive con la funcionalidad del edificio mixto (comercio y vivienda). 9 de Julio era, entonces, un centro poblacional en expansión que, paulatinamente, se acercaba a los grandes avances de la modernidad (prontamente las calles comenzarían a ser asfaltadas, un hito notable en el desarrollo urbanístico).

EL ORNATO COMO SIGNO DE DISTINCION
La riqueza de este edificio, en efecto, reside tanto en su estructura como en la minuciosa ejecución de sus detalles ornamentales.
El frontón triangular, con su cartela central rodeada de guirnaldas, por así decirlo, constituye un verdadero emblema urbano. Las ménsulas del balcón, talladas en relieve vegetal, sostienen una baranda de hierro forjado que aún conserva su trazo geométrico y vegetal.
Las impostas y arquivoltas de los vanos superiores, los dentículos del entablamento y los paños fingidos de sillería en la planta baja coadyuvan a comprender la mano de los artesanos y albañiles locales, tan familiarizados con el estuco y el modelado ornamental. Pedro Sabetto, uno de los obreros de la firma de los hermanos Rumi, quien después constituyó su propia empresa constructora, recordaba haber trabajado en la construcción del edificio y enfatizaba en el cuidado que ponían los encargados de dar ornato a la fachada, revelando maestría y gran destreza.
En su conjunto, la fachada muestra que cada elemento busca afirmar la dignidad del edificio en el tejido urbano.

SU VALOR PATRIMONIAL
Independientemente de su estado actual y de las intervenciones que, en el sentido de su preservación, podrían efectuarse y sobre las cuales no ahondarnos aquí por tratarse de temáticas que requieres el abordaje de los expertos; podemos decir que el edificio de la antigua Casa “Murillo” no se limita a solamente a su configuración estética: se proyecta en la memoria de la comunidad. Su existencia, mudo testigo del tiempo, evoca una época en que los comercios eran instituciones familiares y las fachadas hablaban tanto del gusto como del prestigio de sus propietarios.
El edificio es un testimonio material del arte aplicado a la arquitectura. Su lenguaje clásico, sus arcos y su frontón hablan de una arquitectura que se expresa como canal de comunicación visual y aspiración cultural.
El edificio sigue cumpliendo su función sustancial de articular el pasado con el presente, y recordar que nuestra ciudad necesita conservar sus huellas materiales para sostener su identidad colectiva.
Hoy, a poco de que 9 de Julio arribe a un nuevo aniversario de su fundación, la historia de este edificio es, si se quiere, una página de nuestra historia escrita en ladrillos, maderas, vidrios, yesos y hierros y una afirmación de continuidad cultural en la trama viva de la ciudad.

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