Desde la Escuela de Arte Comunitario Cruzavías queremos hacer pública nuestra preocupación y repudio a los actos de violencia policial a la que en días pasados fueron sometidos nuestros jóvenes, simplemente por ser jóvenes.
Queremos que toda la comunidad sepa que hay policías que en lugar de resguardar un orden que debe ser democráticamente seguro, ciudadanamente seguro, se dedican a abusar de la fuerza que la misma comunidad les ha inferido. Policías que utilizan su uniforme para abusar del poder que el mismo le confiere, simplemente porque pueden.
Queremos contarles que hace apenas unas noches, cuando uno de nuestros talleres había terminado y los adolescentes se dirigían a sus casas, en la esquina del CIC frenó un patrullero queriendo terminar un altercado que ya había cesado. Uno entre dos niñas de no más de 13 años. Uno que ya había sido resuelto casi antes de empezar por sus propios compañeros. Queremos contarles que esas fuerzas del orden descendieron de su vehículo rociando con gas pimienta a nuestros adolescentes, a nuestros pibes, a nuestras pibas que en ningún momento devolvieron la agresión, que nada más atinaron a correr hasta nosotras que desde el interior del CIC salimos tras los gritos. Sepan ustedes que los oficiales nos negaron los hechos con la caradurez de quién se cree dueño de lo impune. Que mientras nuestras toses nos dejaban preguntábamos si era cierto, si esto nos estaba pasando. Que mientras nuestros ojos rojos sólo lloraban, irritados, ellos, uniformados, se fueron sin perturbarse. Tras ellos nos quedamos, así, tosiendo, llorando con las gargantas irritadas y el gas que se mantuvo activo en nuestras ropas durante un largo rato.
No vamos a tolerar que situaciones como estas empañen el compromiso y el trabajo de los pibes. Pibas y pibes que nos dejan bien en claro cada día que cuando son escuchados y tenidos en cuenta, cuando pueden participar sostenidamente de espacios donde sus intereses reales son protegidos y valorados, despliegan su maravilloso potencial creativo y afectivo.
No vamos a tolerar que sometan nuestros derechos.
Vivir en democracia puede ofrecernos un montón de cosas absolutamente maravillosas, pero sí de garantizar se trata, debería garantizarnos el poder vivir en libertad tanto individual como colectiva. Ninguna de las instituciones a las que la sociedad ha dotado de la responsabilidad de sostener el orden democrático debería olvidarse de eso.