Tras 46 años de trabajo
Ayer se acogió a los beneficios jubilatorios el conocido vecino, Carlos Graziolo, director y propietario de la Revista La Ventana y en su cuenta de facebook ha expresado unas sentidas palabras donde hace un recorrido a través de los años de trabajo en esa institución.
«Hace unas pocas horas culminó mi carrera de 46 años en el Banco de la Nación Argentina. Aún recuerdo la mañana del 24 de enero de 1972 cuando, nos encontramos con el “Negrito” Escalada –de riguroso traje los dos- en la esquina de San Juan y San Luis, para caminar juntos e ingresar a la sucursal Quiroga.
Evoco con afecto y reconocimiento a los primeros jefes que nos protegieron y nos iniciaron con sus conocimientos en el camino de la carrera bancaria: Rubén Mor- tarini y Daniel Blondel. Y a todos los compañeros de esa sucursal: el gerente Jorge Simez, Roberto Traverso, Héctor Perazzo, “Carito” Zucherelli, Miguel Angel Díaz, “Bichi” Cerri, “Cacho” Molteni, Jorge Verri, “Nini” Disavia, González, Héctor Unanua, Hugo Baldassa y “Beto” Ramírez; los ordenanzas, “Pepe” Ciminelli, “Negro” Tángaro y el “Vasco” Barrangú.
Con los años pasaron otros funcionarios y conocí gente valiosa. Muchos partieron a hacer su propia y brillante carrera con los que nos hemos vuelto a encontrar en otras circunstancias y en otros momentos. A todos, sin excepción, los recuerdo con el apego de aquellos compañeros con los que también había, y hay, una línea de amistad. Y de tres de ellos guardo el privilegio y orgullo de haber trabajado con sus hijos.
El 28 de octubre de 1987 ingresé en la sucursal Nueve de Julio/fui a Nueve de Julio –la referencia es adrede porque siempre mantuve esa ambivalencia de trabajar en un lugar manteniendo los recuerdos y buenos momentos del lugar anterior. Y no olvido lo que costaba acostumbrarse a colocar el código de la nueva casa (2580) después de 15 años de poner el otro (2835).
Aquí, en Nueve de Julio, la lista es demasiado extensa para detallarla, pero traté siempre de ser leal y eficiente con mis superiores y con los compañeros en general. Y aunque les parezca increíble, todos están en mi corazón y guardo de ellos el mejor recuerdo y cariño. El Banco me brindó una protección económica y social innegable y poco igualable. Me permitió mantener una familia y educar a mis hijos, sustento anímico irremplazable en todos los momentos.
No puedo omitir a mi prima “Coca” Graziolo, gestora fundamental de las trámites para el ingreso y a mi empleador de entonces, Ignacio Amenábar que gestionó también la otra parte necesaria para hacerlo efectivo.
En 46 años de trabajo en esta institución vi pasar también buena parte de la historia económica y financiera del país (seis cambios de moneda, por ejemplo) y el avance tecnológico desde lo artesanal a lo más adelantado de la informática.
46 años es mucho tiempo: sobran los recuerdos y falta la prosa para abarcar tanto en tan poco. Gracias a todos y a todas. Un abrazo de corazón»
Desde EL 9 DE JULIO, saludamos a nuestro colega y amigo, augurándole un merecido descanso y que siga disfrutando del periodismo que tanto ama.