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Nueve de Julio
miércoles, abril 24, 2024

Hecho histórico: en 9 de Julio fueron bautizados los últimos ahijados de la Presidente Kirchner

En la tarde de ayer, en la Catedral de 9 de Julio, tuvo lugar la celebración de tres bautismos que tuvieron como madrina a la Presidente de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner. Los mismos se enmarcaron dentro de lo que prescribe la ley de Padrinazgo Presidencial.
Los niños que recibieron el sacramento del Bautismo fueron Genermías Alejo Lozano (de la localidad de Vedia), Julio Alberto Marzula (de Carlos Casares) y Elías Osvaldo Taghon (de Bragado). En la oportunidad, la Presidente fue representada por la edecán, comodoro Mariela Lamaizón.
La ceremonia fue presidida por el cura párroco de la Catedral, monseñor Daniel Camagna. Entre los asistentes se encontraba, la concejal Marianela Defunchio.
Se trató, en efecto, del último bautismo apadrinado oficialmente por la Presidente Kirchner, quien se encuentra culminando en pocos días su mandato.
Los niños recibieron una medalla recordatoria, diplomas y obsequios, cumpliendo con la tradición que desde 1907 hace que el Presidente apadrine al séptimo hijo varón y que en 2009 Cristina extendió a la séptima hija mujer.
Además, por la ley nacional 20.843 estos ahijados reciben un beca de estudio que abarca desde el nivel inicial hasta la universidad.

LA LEY DE PADRINAZGO
En la República Argentina la Ley 20.8431 garantiza el padrinazgo del Presidente de la Nación en funciones al momento del nacimiento del séptimo hijo varón o la séptima hija mujer de una sucesión del mismo sexo.
Esta ley tiene sus raíces en la gran inmigración rusa en la Argentina y en la creencia de que el séptimo hijo varón es hombre lobo y la séptima hija mujer bruja. Así en la Rusia zarista de Catalina la grande se otorgaba el padrinazgo imperial que daba una protección mágica contra estos males y evitaba que los niños fueran abandonados.
En 1907, Enrique Brost y Apolonia Holmann, una pareja que se había radicado en Rusia, dan a luz a José Brost, su séptimo hijo varón y envían una carta al Presidente José Figueroa Alcorta para que lo apadrinara. Allí comienza la tradición que, además, le otorga al ahijado una beca asistencial para contribuir con su educación y alimentación. El 28 de septiembre de 1974, María Estela Martínez de Perón convierte esta tradición en ley.

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