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sábado, abril 20, 2024

Juventud, divino tesoro rescatado 35 años después…

Por Guillermo Blanco
Se juntan para la foto y el 35 de la torta que el mozo Ricardo acaba de poner sobre la mesa del restaurante Mancini engloba todo.

JUVENIL9

Y todo es el recuerdo de aquella gesta en Japón culminada en la madrugada argentina del 7 de septiembre de 1979, “los lazos de amistad sincera” de los que habla el central Rubén Rossi, “la devoción y el respeto infinito” por el técnico César Menotti, al decir de Juan Simón, y el valor que por este plantel el propio entrenador mantiene como una bandera izada, inamovible en la cima del reconocimiento.
Linda noche la del reencuentro con la excusa de rememorar aquellas madrugadas, aún invernales bajo el cielo de la patria. Tiene algo de colegial, porque el recuerdo vuelve a aquellos días de adolescencia, cuando el fútbol invitaba a la vida y era un refugio que servía para regar el espíritu y la identidad. “Me queda la sensación de que 35 años después seguimos sintiendo el gozo de compartir”, tira un Juan Simón con la flamante propuesta de sumarse al fútbol de Boca. “Tomé dimensión de que hace 35 años fuimos héroes, pero no tanto por el logro deportivo, sino por haber creado lazos de amista sincera, algo que hoy parece en extinción”, agrega su compañero de defensa Rubén Rossi, entrenador y escritor (la editorial Corregidor acaba de editar su libro en versos “El ayudador perseguido”).
Menotti les mira los rostros a todos y se frena en el del tucumano Juan José Meza. “Me encantó su cara de bueno, de tipo feliz, y en parte eso se lo debe al fútbol que sintió y practicó siempre. Hubo dos equipos que yo no puedo dejar de nombrar, tan importantes en mi vida, el Huracán del ´73 y este Juvenil que merece el recuerdo constante y que está instalado en lo mejor de nuestro fútbol”. Lo dice ante un grupo que escucha como en misa al cacique mayor de la tribu y que infla el pecho cuando el Flaco remata: “Ojalá todo lo que han hecho ustedes sea advertido por las nuevas generaciones de jugadores, para que entiendan lo que es la identidad, la solidaridad, el juego en sí, lejos de los escritorios y cerca de la pelota”.
A un costado, casi murmurando, Osvaldo Rinaldi, uno de los más consolidados luego en el fútbol nacional, fija su mente en los momentos previos a aquella final ganada a la Unión Soviética 3 a 1, con un gol de Hugo Alves (pateaba los penales aún estando Maradona…), Díaz y el propio Diego de tiro libre “al palo del arquero”, como quería el técnico. Dice Rinaldi: “Esto es todo muy fuerte, muchas vivencias, mucha sinceridad. Antes de entrar a la cancha César nos dijo, sentado sobre la pelota: No me interesa como salgan. Más allá del resultado, va a pasar el tiempo, y les contaré a mis hijos y a los que me rodeen que nunca me voy a olvidar de este grupo de jugadores que me comprendieron y entregaron lo mejor de sí mismos”.
Ahí escuchan los integrantes de la defensa titular completa: Sergio García, los laterales Abelardo Carabelli y Hugo Alves (llegados desde Olavarría para la ocasión), Simón y Rossi (éste desde Humbolt, Santa Fe). De Tucumán da el presente Meza (“vivo en un pueblo de montaña, lejos del ruido”); de Rosario, Daniel  Sperandío y de acá nomás Rinaldi, Marcelo Bachino, Alfredo Torres y Juan Alberto Barbas. “Yo maduré muchísimo en este equipo, y me hice hombre enseguida, si en dos años fui campeón mundial juvenil, me instalé en la primera de Racing y jugué el mundial 82”, reflexiona el “Beto”, hoy en Almirante Brown.
Diego Maradona, Ramón Díaz, Gabriel Calderón, José Lanao y Osvaldo Escudero están ausentes con aviso por encontrarse en el exterior, aunque pareciera que andan revoloteando entre las sillas de este restaurante donde los ex jugadores presentes antes de la reunión han charlado con los distintos medios que se acercaron. El defensor Jorge Piaggio y el arquero Rafael Seria no han podido ser ubicados, pero también parecen compartir el momento. Quienes sí estuvieron fueron algunos de los periodistas que cubrieron aquel campeonato, segundo a nivel mundial juvenil, como Juan Carlos Morales, Vicente “Cholo” Ciano, Héctor Cardozo y Miguel Vicente.
Hasta llega un dirigente de la AFA, el secretario Miguel Silva en representación del presidente, Luis Segura, y deja un breve mensaje formal antes de la cena. Y la plaqueta que a la hora del brindis los “pibes” le regalan a Menotti con el nombre de todos los integrantes de aquel plantel, es la exteriorización concreta del sentimiento y el respeto sublime, el mismo que mantienen por una forma de seguir sintiendo el fútbol y la vida, 35 años después.

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