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Nueve de Julio
miércoles, abril 24, 2024

Una talentosa escritora, de proyección internacional, con raíces en 9 de Julio

* Es escritora, periodista y ensayista.
* Nacida en Buenos Aires, pero exiliada en España desde hace muchos años, atesora hermosos recuerdos de 9 de Julio.
* Ha recibido el premio Lumen de novela por “La hija de Marx”, y el Setenil al mejor libro de cuentos del año 2012 en España con “El libro de los viajes equivocados”. (también publicado en Argentina).
* Tiene dos antologías de microficciones “Por favor, sea breve, 1 y 2” (Ed. Páginas de Espuma), y varios ensayos sobre la mujer y la cultura.
* Dirige un taller de escritura que funciona en directo y a distancia www.escrituracreativa.com.
* Sus novelas “La hija de Marx” y “Salsa” están a punto de ser publicadas en Argentina en Ed. Galerna.
* Su obra ha sido traducida a diferentes idiomas.

¿Es factible pensar una literatura en la que convergen elementos sensibles de rigurosa profundidad, que se sustraen de diferentes entornos del pensamiento y de la praxis y se amalgaman de manera armoniosa generando un texto que fluye sublime, accesible y posible? Sí, al leer y analizar las obras de la escritora argentina Clara Obligado, es dable hallar esos elementos sustentables.
En Clara Obligado hay una riqueza literaria que no siempre se halla de manera tan plena en otros talentos.
Merced a las gestiones realizadas por Elisabet Urso, quien ha leído las obras de la escritora, EL 9 DE JULIO accedió a una entrevista exclusiva. En ella evocó algunos recuerdos de su vida en 9 de Julio, como así también algunos otros aspectos vinculados con su vocación literaria.
Descendiente de escritores (su bisabuelo fue el notable Rafael Obligado; su tío abuelo Pedro Miguel Obligado y su abuelo también lo fueron), Clara Obligado nació en Buenos Aires.
Exiliada política de la dictadura militar, desde 1976 vive en España.
Es Licenciada en Literatura, y ha dirigido los primeros talleres de Escritura Creativa que se organizaron en España, actividad que ha llevado a cabo para numerosas universidades y diversas instituciones y que realiza de forma independiente.
En 1996 recibió el premio femenino Lumen por su novela La hija de Marx. Ha publicado con Páginas de Espuma su volumen de cuentos Las otras vidas y las antologías Por favor, sea breve 1 y 2, señeras en la implantación del género en España.
Tiene numerosos libros de ensayo, y es colaboradora en medios periodísticos.

SUS RECUERDOS
DE 9 DE JULIO
Clara rememora que, la primera vez que vino a 9 de Julio lo hizo con su padre, cuando tenía más o menos cinco años.
“Habíamos –añade- comprado un campo que no tenía casa ni alambrados, apenas un rancho con su bomba de agua, y esos cielos prodigiosos de la pampa. Si me ponía en el centro, veía el horizonte en redondo, porque no había montes ni casas, era como si el mundo estuviese por crear. Había un potrero que nadie había arado nunca, y el encargado juntaba las piedras de las boleadoras que los indios habían dejado en su lucha por las fronteras. Recuerdo las manadas de avestruces, los flamencos de la laguna, y el cielo, otra vez, reflejándose en los espejos del agua. Crecí con ese campo que se fue poblando, vi construir la casa, plantar los árboles, la quinta y los frutales. Los sonidos del campo por la noche. La tropilla de caballos y el ganado. Las pasturas. Todos tenemos un paisaje interior: este es el mío, el que me acompaña siempre”.
Pasó largos veranos en la casa que pronto se levantó. Largos veranos con sus hermanos, andando a caballo, leyendo.
“Éramos –refiere Clara- cinco chicos de ciudad transportados durante tres meses al año a ese paisaje vertiginoso. Papá trabajaba casi todo el día, nuestra madre se sentaba al sol y tejía leyendo novelas tremendas. A la noche se paraba el motor y se cortaba la luz, con lo que era imposible seguir leyendo”.
De aquellos días de su infancia transcurrida en esta ciudad, ahora desde la lejana Madrid, trae a nuestro tiempo espacios comunes para los nuevejulienses; aunque, quizá, suspendidos en la bruma del ayer, cobran en su mente una significación distinta.
“Desde nuestro aislamiento familiar –prosigue- visitábamos la ciudad de 9 de Julio como si fuéramos a una fiesta. Siempre recordaré la larga calle que lleva al centro. La plaza y el parque. Había un gran hotel, una buena heladería, algunas tiendas que todavía reconozco. Mi padre hacía trámites para levantar cosechas y vacunar al ganado. Nosotros paseábamos por la ciudad, nos sentábamos en la plaza para ver pasar a la gente. Pero el partido era mucho más grande que la ciudad”.
Clara recuerda, cual friso que se observa a través del límpido cristal del tiempo, “los viajes en sulky a 12 de octubre para comprar una galleta deliciosa, o las idas a Santos Unzué, a lo de Montanari y Meloni, para buscar los diarios y la correspondencia; un almacén de ramos generales como el que retrata Borges en ‘El Sur’, que todavía está casi idéntico”.
“Años más tarde, vidas más tarde, volví a ese almacén con mi padre. Yo vivía desde hacía mucho en Madrid y acababa de publicar mi primer libro en Argentina. En el almacén me reconocieron, porque había salido en televisión. Creo que pocas cosas me emocionaron tanto en la vida”, asegura.

MADRID Y LA LITERATURA, SU DESTINO
Tal como lo indicamos oportunamente, Clara debió radicarse en Madrid en 1976, después del golpe militar.
“Fueron años muy difíciles –explica- , que siempre recuerdo como si fueran de noche. Franco había muerto, y mientras la sociedad argentina entraba en la oscuridad de una dictadura, España salía de ella”.
Había estudiado literatura en Buenos Aires, y poco a poco comenzó a dictar talleres de escritura. En esa sociedad, que comenzaba a desperezarse, encontró un espacio de desarrollo.
“Vi crecer una democracia, vi cómo un país podía salir del oscurantismo. Vi las películas del primer Almodóvar, el aire de fiesta de la movida madrileña. Vi construir lo que ahora se está derrumbando: el estado de bienestar. Trabajé en los oficios más variados, aquellos que nunca hubiera soñado en mis años en 9 de Julio”, glosa.
En un pasaje de su entrevista, Clara, reconoce que hasta que pude mantenerme con la literatura pasó bastante tiempo y, “bueno es decirlo, bastantes dificultades”.
“No es fácil cambiar de país. No lo es en absoluto cuando uno está solo y tiene que inventarse la vida. De pronto era algo que no estaba en mis planes vitales: una extranjera. No regresé a Buenos Aires hasta 1983, cuando la las cosas estaban cambiando. Era otra vez verano, y volví al campo, con una de mis hermanas. Pero ya nada era igual”, se acuerda.

OTRA VEZ LA CASA DE 9 DE JULIO
Diez años más tarde, Clara ya era madre de dos hijas y se había convertido en escritora.
“Mi padre –agrega- se había vuelto a casar, y era entonces difícil volver a nuestra vieja casa, así que la distancia con 9 de Julio marcó los años siguientes, apenas una visita en décadas a la vieja casa de la infancia. Eran además las épocas de la gran inundación, y escuchaba a mi padre hablar de la necesidad de los canales”.
Su papá sabía también que el agua se había llevado los árboles del parque. Deseando que este tema se solucionara lo vio morir.
“He vuelto en estos años, para hacerme cargo de la casa de la infancia, que ahora comparto con mis hermanos”, comenta.

LA ESCRITORA Y EL EXILIO
El exilio enmarcó su vocación como escritora.
“Sé –afirma con absoluta contundencia- que no hubiera sido escritora si no me hubiera tenido que ir de mi país. Contar la distancia es lo que me ha dado voz, es la piedra angular de mi literatura”.
“No hubiera contado las historias que cuento si no hubiera pasado los veranos de la niñez y la juventud en ese campo desmesurado, que tengo y que añoro a la vez. Pero la infancia no se recupera. Nada es lo que era entonces, los cultivos son otros, la forma de trabajo, también. La ciudad es más rica, más grande. Aunque aún persisten algunas casas magníficas, de cuando la ciudad era íntima”, considera Clara.

ESPAÑA Y ARGENTINA
Clara no tiene reparo en admitir que su vida “se ha partido en dos”.
Por un lado, quiere a esa España en la que ha desarrollado tantas cosas, una familia y un oficio. En Madrid dirige un taller de escritura con más de cien alumnos, ha publicado una docena de libros, de los que siente orgullosa.
“Uno de mis cuentos –indica- empieza con esta frase: ‘Yo, en otra vida, fui avestruz’, y pienso que es verdad, en algún momento fui un ser de la pampa y, de alguna manera, nunca dejaré de serlo. Cuando, paseando por España, descubro por casualidad un horizonte plano, me emociono. Europa es hermosa, es indudable, pero nada iguala los cielos de la pampa. Quiero a este país que dejé, y al que siempre vuelvo, tengo en 9 de Julio un trozo de tierra en el que clavé las raíces, una familia a la que quiero, amigos inolvidables”.
“Uno de ellos –continúa Clara- ha comprado un terrenito cerca de nuestra casa, para pasar los fines de semana, y seremos vecinos. El campo es otro, pienso”.
Sus hijas, tal como lo expresa la propia escritora “no han podido escapar del destino de su madre”. Aunque han nacido en Madrid, se han sacado la nacionalidad argentina. Una de ellas está estudiando ahora en Buenos Aires.
“Vamos y volvemos, como si quisiéramos acortar la distancia. Y yo escribo porque quiero acortar esa distancia”, nos confía.

EL CONSEJO DE LA ESCRITORA
Al ser consultada acerca de qué tiene que hacer una persona que escribe o pretende comenzar a hacerlo, sugirió que “tiene que vivir pensando que nada le será demasiado fácil”.
Para Clara Obligado, “escribir es un don, pero no es un regalo; es el ejercicio de la libertad y, como todo el mundo sabe, la libertad tiene un precio”.
“Valdrá la pena pagarlo, si logramos decir lo que nos importa, si logramos que algún lector entienda, cabalmente, lo que estamos diciendo. ¿Publicar? Sí, claro, todo escritor desea hacerlo, es lógico, como cualquiera que pinta desea colgar sus cuadros. Pero no cualquier texto lo merece, no hay que apresurarse”, aconseja.
“Una vez –expone- que tengamos algo que vale la pena, hay muchas formas de hacer que se lea, desde las más artesanas a las más profesionales. Ambas tienen puntos a favor, y puntos en contra. Aunque nos parezca mentira, el éxito de un libro no garantiza su calidad. Ya sabemos que alguien que no ha editado casi puede cambiar la historia de la literatura, como hizo Kafka”.
Clara las palabras de Emily Brontë: “pase lo que pase con la obra, la imaginación me sacó a flote cuando me estaba hundiendo” y, en este sentido, subraya que “No hay que confundir el comercio con la buena literatura”.
“Picasso decía que todo se consigue en la vida, si es que uno es capaz de persistir en sus decisiones. Yo creo que es verdad”, concluye Clara.

ALGUNAS DE SUS OBRAS
Entre las obras literarias de Clara Obligado pueden mencionarse cuatro novelas: “La hija de Marx” (Editorial Lumen, 1996), que mereció el Premio Femenino Lumen 1996; “Si un hombre vivo te hace llorar” (Editorial Planeta, 1998), que ha sido traducida al griego; “No le digas que lo quieres” ( Editorial Anaya, 2002) y “Salsa” (Editorial Plaza y Janés, 2002), que fue publicada en soporte sonoro en Estados Unidos.
Entre sus libros de cuentos, se destacan “Sobre Morpios y otros cuentos” (con Miguel Argibay, Antonio Calvo Roy y Patricio Olivera. José Matesanz Editor, colección Trasgos de Metro, Madrid, 1982); “Una mujer en la cama y otros cuentos” (Catriel, Madrid, 1990); “Qué mala suerte tengo con los hombres” (Catriel, Madrid, 1997); “Cuentos para leer en el metro” (Ed. Clara Obligado – Catriel, Madrid, 1999); “El cazador», en: Mujeres al alba (Editorial Alfaguara, Madrid, 1999, pp. 107-122); “Historias de amor y desamor “ (Trivium, Madrid, 2001); “Por favor, sea breve” (Editorial Páginas de espuma, Madrid, 2001); “Las otras vidas” (Editorial Páginas de Espuma, Madrid, 2006); “Por favor, sea breve 2” (Editorial Páginas de espuma, Madrid, 2009) y “El libro de los viajes equivocados”.
En otros géneros también ha publicado “Cartas eróticas”, ensayo con Ángel Zapata (Madrid, 1993); “Manjares económicos: cocina para literatos, goloso”, con Mariángeles Fernández (Editorial Alianza, Madrid, 1995); “Qué se ama cuando se ama” (1997); “Qué me pongo” (Editorial Plaza y Janés, Madrid, 2000); “Estética de la exclusión” (ensayo publicado en “En sus propias palabras: Escritoras españolas ante el mercado literario. Henseler, Christine (ed.). Madrid: Torremozas, 2003, pp. 77-96); “Mujeres a contracorriente. La otra mitad de la historia” (Plaza y Janés, Madrid, 2004; edición aumentada publicada por Sudamericana, Buenos Aires, 2005); “¿De qué se ríe la Gioconda? o ¿Por qué la vida de las mujeres no está en el arte?” ( Editorial Temas de hoy, Madrid, 2006) y “Deseos de mujer”, con Mariángeles Fernández, Carmen Posadas y Pilar Rodríguez (Plaza y Janés, Madrid, 2008).

IMPORTANTE GALARDON
En diciembre del año pasado, en Molina de Segura, en Murcia, Clara Obligado fue distinguida con el IX Premio Setenil al Mejor Libro de Relatos Publicado en España, por su obra “El libro de los viajes equivocados “ (Editorial Páginas de Espuma). El jurado, compuesto por la escrito-ra Cristina Fernández Cubas, como presidenta, Antonio Lucas, Manuel Moyano, y José María Pozuelo Yvancos, eligió el libro ganador de entre los cincuenta y ocho títulos presentados por editoriales y autores de toda España.

PALABRAS FINALES
Desde su casa en España, donde reside, a través de una entrevista periodística, Clara Obligado ha podido acercarnos a su mundo, un universo literario profundamente rico que, en efecto, en sus raíces se encuentra un espacio, un lugar quizá inaccesible en la distancia geográfica pero cercano de los recuerdos: el campo de su padre, en 9 de Julio, donde transcurrieron hermosos días de su infancia.
Allí están, cincelados en su memoria, esos hermosos recuerdos de aquellas felices jornadas que, aunque ausentes y lejanas, siguen presentes.

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