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jueves, marzo 28, 2024

A 200 años de la Batalla de Salta

* Por Roberto Rossi.

Derrotado en Tucumán por Belgrano, el ejército español se retiró hacia Salta. El General argentino comete el error de no aprovechar la victoria y perseguirlo. Prefiere esperar refuerzos desde Bs. As., los cuales (unos 3000 hombres) comienzan a llegar entre Diciembre de 1812 y Enero de 1813. Belgrano estaba enterado de que el enemigo, al mando del arequipeño Pío Tristán –paradójicamente amigo de Belgrano, pues habían sido condiscípulos cuando ambos estudiaban en Madrid -, se encontraba atrincherado en Salta con 2500 efectivos. El 13 de Febrero, al vadear el río “Pasaje”, el ejército patriota jurará lealtad a la Asamblea General (la del Año XIII). Allí mandó Belgrano desplegar una bandera blanca con el sello aprobado por la Asamblea, que resulta ser el actual Escudo Nacional. –“Será (diría Belgrano) la nueva divisa con que marcharán al combate los defensores de la Patria”. Solemnemente, la tropa desfiló y besó el estandarte con devoción. Por disposición del Jefe, el mencionado río pasó a llamarse “del Juramento”, lo cual quedó grabado en la corteza de un árbol de la orilla. Pero no porque en ese lugar se juró la bandera, sino por la jura de lealtad a la Asamblea. En tanto, las defensas organizadas por Tristán dominaban El Portezuelo, o sea la entrada a la ciudad de Salta. Aplicando una acertada estrategia, Belgrano, con la guía de baqueanos, se dirigió a la quebrada de Cachapoyas, en plena noche lluviosa, logrando situarse al norte, en el campo de Castañares. Ese movimiento le daría el triunfo. Fue así entonces que la vanguardia atacó el Portezuelo y el grueso del ejército cargó sobre el flanco de Tristán. Tomados entre dos fuegos, los españoles se replegaron a la ciudad. Nuestro bondadoso Belgrano “..despedazado su corazón al ver derramarse tanta sangre americana..” – él lo dice porque la gran mayoría de los soldados del ejército español en esas circunstancias eran jóvenes nacidos en suelo americano y reclutados luego por los realistas – aceptó la capitulación del enemigo. Los vencidos rendirían sus armas, se irían con los honores de guerra y jurarían previamente a no tomar en adelante parte en la guerra. La intención de Belgrano, al proceder benévolamente, era atraerlos a la causa de la libertad. La mayoría de ellos cumplió el juramento al pie de la letra, incluso Pío Tristán, quien se retiró para siempre a su casa de Arequipa desentendiéndose de la lucha armada. La capitulación causó disgusto en Bs.As.- “No busco gloria – alegará Belgrano en su descargo -; solo quiero la unión de los americanos”. Lamentablemente, todo este enorme esfuerzo realizado por el insigne patricio se desmoronaría al poco tiempo en las “pampas” de Vilcapugio y Ayohuma (actual Bolivia). Ambas derrotas significarían la pérdida –por segunda vez – del Alto Perú.-

Bibliografía: José María Rosa –Historia Argentina Tº 3 –Ed. Oriente.-

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