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miércoles, abril 24, 2024

Sarmiento: la Generación del ochenta y el Ferrocarril

* Por Eduardo Gallo Llorente

El 3 de octubre de 1868, poco antes de asumir como presidente, Domingo Faustino Sarmiento pronunció un recordado discurso en la Municipalidad de Chivilcoy, en ese momento punta de riel del ferrocarril del Oeste. En su discurso Sarmiento pronunció una frase que caló hondo en muchos de los asistentes “Chivilcoy es mi programa”, comprometiéndose a fundar cien Chivilcoy durante su gobierno. Se refería al progreso que había alcanzado esa zona con la llegada del Ferrocarril dos años antes y con el asentamiento de muchos inmigrantes europeos que formaron una próspera colonia.
Uno de los asistentes a ese acto fue Don Galo Llorente, que unos meses antes había llegado desde su Soria natal (España) para trabajar como dependiente en el almacén de ramos generales de los hermanos Torroba. Galo quedó favorablemente impresionado por las palabras de Sarmiento y unos años mas tarde colaboró fundando la futura ciudad de Laboulaye, sobre la línea ferroviaria de Buenos Aires al Pacífico. El nombre de la estación y la ciudad fue un pedido de Sarmiento quien admiraba al jurista y escritor francés.
En la Argentina, desde 1870 hasta 1920 se construyeron aproximadamente 40.000 kilómetros de vías férreas. Cabe destacar que en 1870 el ferrocarril llegó a la ciudad de Córdoba, uniendo así dicha ciudad con Rosario y Buenos Aires. Muchas veces me pregunto cómo se consiguió financiamiento e inversores en un país despoblado. Hoy, con mucha más producción y población no se pueden realizar importantes obras de infraestructura. Mientras tanto, la Presidenta se dedica a inaugurar pequeñas cosas y hacer grandes anuncios por cadena nacional, muchos de los cuales no se concretan o se dilatan por diferentes motivos. Hay que tener en cuenta, que en esos años, en que se construyó la mayoría del tendido de rieles con sus respectivos terraplenes, se hacían con carretillas, brazos, palas de buey, caballos, y mucho sudor, no con la maquinaria disponible en la actualidad.
En 1874 el Ferrocarril Oeste llegó a Bragado y en 1883 a Nueve de Julio y no lo sé con certeza, pero casi seguramente se viajaba mejor y mas rápido que hoy.
A los argentinos nos llevó menos de cincuenta años destruir casi totalmente los ferrocarriles. Los dos hitos que le dieron un golpe mortal fueron: Martinez de Hoz en 1976 y el Doctor Menen en la década del noventa, quien, ante un paro del gremio ferroviario pronunció su célebre frase: “ramal que para ramal que cierra”.
En el año 2003, el Dr. Néstor Kichner prometió muchas veces durante su campaña y luego durante su gobierno, que el tema ferroviario iba ser uno de los ejes de su presidencia y que reactivaría varias líneas troncales. Promesa que cumplió en parte pero sin reparar los rieles, como ejemplo podemos citar el caso del Gran Capitán, tren a Posadas que descarriló varias veces a pesar de circular a menos de 30 km./hs en muchos tramos. Estuvo suspendido durante un tiempo y hoy ha vuelto a circular pero tarda 28 hs., si funciona todo bien. Con los trenes suburbanos de Buenos Aires tampoco se ha hecho ninguna obra importante como el imprescindible soterramiento del Sarmiento, hoy después de cinco anuncios parece que está por comenzar. La situación general de estos servicios, es muy deficiente debido al mínimo mantenimiento de las vías, el material rodante viejo y en malas condiciones y la mayoría de las estaciones en lamentable estado. Todo esto quedó demostrado en los varios accidentes ferroviarios que han ocurrido en el último año.
También cabe mencionar que El y luego Ella, Cristina, nos entretuvieron durante más de tres años con el cuento del tren bala y también con grandes anuncios, como cuando junto al Pepe Mujica inauguró el tren a Uruguay que al poco tiempo dejó de funcionar, igual que ocurrió con otros servicios en el interior del país. Esto lo podemos ver y sufrir a diario todos los habitantes del país. Según Cristina el gobierno de Néstor y el de Ella son los mejores de los últimos doscientos años. No lo comparto y cualquier comparación con las obras que hicieron esos patriotas de la generación del ochenta no tiene fundamento.
Es lamentable que en la Argentina, con precios récord de la soja y el resto de los granos, no se pueda aprovechar este viento de cola para construir obras de infraestructura vial y ferroviaria y construir un país moderno donde podamos trasladar granos, mercaderías y personas a bajo costo, con seguridad y rápidamente.
El ferrocarril Belgrano cargas no puede trasladar la cada vez más importante producción de granos de la provincia de Chaco y Santiago del Estero al puerto de Rosario ya que las vías están operables en regulares condiciones, sólo entre Rosario y Tostado. Es increíble que no se consigan inversores para esa línea y para otras obras y perdamos el tiempo discutiendo temas menores.
La situación de la red vial no es mejor. Todos los que utilizamos la ruta 5 vemos la necesidad de una autopista cuyo avance es muy lento. En casi diez años de gobierno K, no se pudo terminar el tramo Luján-Mercedes, escasos 30 km. Con otras rutas nacionales como la 3, la 7 y la 8 de intenso tráfico y muy angostas, viajar también se constituye en algo muy peligroso.
Tengo la convicción de que los argentinos estamos como en la fábula de la cigarra y la hormiga; cantando y de fiesta, como la cigarra y trabajando poco, no como la hormiga y como muchos inmigrantes que convirtieron a la Argentina en la séptima potencia mundial en 1920. Nos faltan muchas obras importantes e inversión pública y privada para ser un país desarrollado y cuando se nos venga la noche y el invierno nos vamos a lamentar.

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