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Nueve de Julio
jueves, abril 25, 2024

Detalles históricos de la Fuente de Plaza Belgrano


La fuente ornamental que se encuentra en la Plaza “General Belgrano” y las cráteras o copones ubicados frente al Palacio Municipal y a la Iglesia Catedral, forman parte del patrimonio cultural y artístico de la comunidad.
Muchas veces, en la prisa con que se transitan las horas de la época moderna, no queda lugar para detenerse y observar las estatuas, las estelas conmemorativas u otros objetos artísticos que se encuentran en ese u otro espacio público.
En 1920, cuando el intendente municipal de turno, Eduardo Fauzón, dispuso la destrucción de la rotonda o quiosco ubicado en el centro de la aludida Plaza, constituyó una comisión encargada del embellecimiento de la misma.
Para reemplazar el espacio escénico demolido y conferir a la plaza de un atractivo, se decidió la adquisición de la fuente ornamental de dos cuerpos que se conserva en la actualidad. Se trata de una interesante pieza de la cual existen ejemplares en diferentes partes del mundo, a veces idénticos otras con sutiles diferencias.
Una fuente idéntica a la existente en 9 de Julio adorna el magnífico parque de Villa Ocampo, en San Isidro. Se asemeja, la nuestra, a la instalada en el Lincoln Park de Portland (Maine, EE. UU.), en su cuerpo inferior, en la disposición de los querubines que la adornan.
Desde luego, esta coincidencia tiene una explicación simple: se trata de una obra seriada, adquirida por catálogo y montada a partir de cuerpos o segmentos que podían combinarse.
La fuente existente en la Plaza “General Belgrano” de 9 de Julio, así como sus gemelas esparcidas por el resto del mundo, fue fundida en la prestigiosa Fonderie d’art du Val d’Osne -del mismo modo Société Anonyme des Fonderies et Ateliers de Construction du Val D’Osne– , una de las firmas, en su tipo, más prestigiosas de Francia.
La fuente se convirtió enseguida en el objeto más distintivo de la Plaza, antes de la existencia de otros que fueron emplazados más tarde (las esculturas de bulto redondo, los bajo relieves del monumento a Belgrano, los mástiles y los monolitos). Las cráteras han pasado, desde tiempos atrás, casi inadvertidas por muchos vecinos que, cuando las redescubren, se preguntan sobre el origen y finalidad de las mismas.
En un tiempo presente en que se hace un elogio de la obsolescencia planificada, en medio de un mundo de consumismo, estos vestigios del pasado nos interpelan sobre el valor sempiterno del hecho artístico, de la esencia y de la percepción de la belleza.
(Por Héctor José Iaconis).

 

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