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jueves, abril 25, 2024

Para volver a recorrer, pero lejos del ruido


Aunque aún para muchas personas es imposible poner la cabeza en otra cosa que no sea el coronavirus, lo cierto es que la tendencia de los viajeros, inclusive antes de la pandemia, era pensar cada vez más en lugares menos concurridos.
Esta nueva realidad que vivirá el turismo cuando finalice la pandemia puede incluir, al menos al principio de la recuperación, un cambio en la elección de los destinos, donde localidades menos conocidas o emergentes, que se caracterizan por no presentar aglomeraciones de personas y exceso de turismo, pero que presentan buenas atracciones para armar un buen plan de viaje.
Ya el año pasado los estudios como uno que hizo Booking.com mancaban que la mitad de los viajeros argentinos querían participar en la reducción del turismo excesivo. Asimismo, dentro de las tendencias, está la preferencia de los argentinos sobre la “segunda ciudad”: un 54% cambiaría su destino original por otro menos conocido, pero similar, si supieran que así provocarían un efecto positivo sobre el medioambiente.
NONO
La localidad cordobesa es una parada obligada dentro del Valle de Traslasierra, a solo 150km de la ciudad capital. Siendo uno de los pueblos más antiguos de la zona, fundado a fines del 1700, todavía conserva en el centro del pueblo construcciones de la época, como casa de adobe y almacenes. Sus cerros y ríos forman paisajes increíbles donde se pueden realizar cabalgatas y caminatas.
Entre los rincones imperdibles, aparece la “juntura de los ríos”, donde estos dos cursos de agua se unen y forman otro sitio que los visitantes eligen para descansar. Se suman a estas propuestas los balnearios Las Tropas y Los Remansos, entre cascadas y piletones.
Otras de sus atracciones son el tradicional laberinto, que invita a perderse y buscar el mangrullo central por senderos recortados en 900 metros cuadrados, y el Museo Rocesen, una construcción de 2.700 metros cuadrados bajo techo que exhibe más de 50 mil piezas de os cinco continentes.
EL TRAPICHE
Saliendo desde la capital de San Luis hacia el norte, se puede recorrer el paisaje más fantástico que ostenta la provincia. Pequeños pueblos y localidades ubicadas al pie de la sierra, que se eleva entre ríos que descienden en infinidad de cascadas y arroyos.
Uno de ellos, pegado a Potrero de los Funes, es El Trapiche, que tuvo sus orígenes en 1792. Fue al comienzo una comarca dedicada al trabajo minero, ya que aquí se había instalado un trapiche dedicado a pulverizar el mineral de oro que se extraía en la cercana mina La Carolina. El Trapiche y su entorno se caracterizan por la vegetación, los ríos y arroyos y la conservación del medioambiente.
ANDAGALÁ
Con siglos de nutrida ocupación aborigen, que a la llegada de los españoles se concentraban en las tribus calchaquíes como parcialidad de los andalagalas, esta región de Catamarca siempre se convierte en una buena oportunidad para conocer. Toda la región constituye importantes oasis donde se realizan cultivos de olivos y nogales.
Pero también es una oportunidad para probar dulces de frutas autóctonas, destacándose los de cayote, higo y membrillo. En el departamento de Andalgalá se localizan las ruinas de una fortaleza indígena con murallas de pirca de 3000 metros que recibe el nombre de Aconquija. También una visita obligada es la Mina Santa Rita, a la que se accede a través de un recorrido de 56 km.

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