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Nueve de Julio
jueves, abril 25, 2024

Tedeum del 25 de Mayo: El Obispo diocesano pidió generar una “cultura del encuentro”

En la mañana de ayer, con motivo de la celebración de un nuevo aniversario de la Revolución de Mayo, y como parte del programa oficial de actos, tuvo lugar la celebración del oficio litúrgico denominado «Tedeum». El mismo fue presidido por el Obispo diocesano, monseñor Ariel Torrado Mosconi y se contó con la presencia de las autoridades municipales, abanderados y escoltas de los establecimientos educacionales de la ciudad y público en general.
EL INDIVIDUALISMO
Como es tradicional cada año, el Obispo se dirigió a los presentes, pronunciando una homilía alusiva a la efemérides. En esta ocasión, comenzó reflexionando sobre «lo que se ha dado en llamar la ‘posverdad’, que termina por dejarnos en la duda y la incertidumbre» y sobre «el riesgo cierto de la ‘hiperconectividad’ que paradojalmente lleva a la desconexión de la realidad tangible, al aislamiento y la soledad».
«Junto -añadió- a las grandes y sanas esperanzas, ilusiones y utopías de la humanidad -es preciso señalarlo sin por ello caer en el pesimismo- nos encontramos con una de las llagas o heridas más patentes de nuestra época: el individualismo. Ésta es la raíz de muchos de los males actuales».
EL ABORTO
En otro pasaje de su mensaje, monseñor Torrado Mosconi recordó que «en nuestra patria, junto a la agitación por las cuestiones de las necesidades y urgencias de primera necesidad, estamos asistiendo a un debate también paradojal». Al respecto, señaló que, «la discusión parlamentaria -y también mediática y social- por el aborto nos ha llevado a afirmar a la gran mayoría de los argentinos que estamos ‘a favor de la vida’; y, sin embargo, a la hora de manifestar posturas, actitudes y proposiciones las concreciones son bien disímiles, diferentes y enfrentadas».
CUESTIONES DE FONDO
Con el objetivo de «visualizar el bien común» y poder ver «en qué consiste estar a favor de la vida», el Obispo se preguntó: «¿Cómo cuidamos la vida aquí en Nueve de Julio? ¿Qué estamos haciendo por las mamás pobres o vulnerables? ¿Qué podemos hacer para que los niños más carenciados puedan tener salud y educación? ¿Cómo tratamos de contener a los adolescentes y jóvenes? ¿Cómo luchamos por prevenirlos del alcohol y las drogas? ¿Qué podemos hacer por evitar los incidentes de tránsito? ¿Qué estamos haciendo para que las familias puedan tener trabajo y acceder a una vivienda digna? ¿Cómo estamos cuidando a nuestros abuelos? ¿Qué estamos haciendo por los chicos especiales o con alguna discapacidad?».
«¡Hace falta grandeza, magnanimidad, para caminar juntos hacia el bien común!», subrayó.
LA IMPORTANCIA DEL DIALOGO
En el mismo sentido, monseñor Ariel Torrado Mosconi expresó que, «a la consecución y concreción del bien común y el cuidado de la vida se llega por un trabajo mancomunado, generoso y solidario».
«El diálogo -agregó- paciente y perseverante que lleva a acuerdos superadores es el modo y camino cierto y seguro de salir adelante. Debemos hacer un esfuerzo muy grande por no abroquelarnos en nuestros intereses y buscando acordar, dialogar y trabajar juntos en bien de todos».
«FACTOR ESPERANZA»
El prelado, en la misma línea, exhortó a «tomar conciencia que una visión y unas actitudes pesimistas, negativas y desacreditantes de todo buen intento, contribuyen a crear una atmósfera de desaliento, desencanto y fracaso que en nada contribuyen a mejorar, superar y crecer».
«En momentos -dijo- como este, el “factor esperanza” es fundamental y necesario. Sin caer en ilusionismos o espejismos, es importante que sembremos y contagiemos a nuestro alrededor un clima de esperanza y optimismo. Las personas de buena voluntad, y los creyentes en particular, tenemos aquí una verdadera misión, tarea y cometido por delante.
«GLOBALIZACION DE LA SOLIDARIDAD»
Monseñor Torrado Mosconi fue terminante al afirmar que, «en situaciones difíciles las consecuencias negativas recaen siempre sobre los más necesitados y vulnerables de la sociedad».
«Los pobres -refirió- constituyen siempre las principales víctimas de toda crisis. ¡No lo olvidemos jamás! El grado de madurez, solidez y fortaleza de un país se mide por capacidad solidaria de proteger a los más débiles en los momentos duros».
Para el prelado, «ante los desafíos del escenario mundial, la respuesta es la ‘globalización de la solidaridad’ generando una “cultura del encuentro”, capaz de mantenernos comunicados y vinculados genuinamente personas con personas, pueblos con pueblos, beneficiarios y responsables todos de la ‘casa común`en la cual habitamos».

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