Los trenes ya no forman parte del paisaje cotidiano en el interior bonaerense. Los ramales que intercone ctan localidades y llegan hasta Buenos Aires se encuentran suspendidos casi en su totalidad, y sólo cubren una treintena de localidades, mientras que dos décadas atrás paraban en unas 140 ciudades y parajes.
La situación se agravó el año pasado cuando el Gobierno provincial decidió cerrar por tiempo indeterminado los servicios de pasajeros de la empresa estatal Ferrobaires e iniciar un proceso de traspaso gerencial a Nación. Actualmente, Trenes Argentinos Operaciones, que depende del Ministerio de Transporte nacional, cubre dos ramales de los siete de larga distancia que antes eran operados por Ferrobaires: Retiro-Junín y Constitución-Bahía Blanca, aunque con menos paradas y con una frecuencia semanal.
Fuentes del Ministerio de Transporte nacional dijeron a DIB que “el restablecimiento de los servicios se realizará en forma paulatina”, aunque no pudieron precisar ninguna fecha concreta. “Se está haciendo un exhaustivo análisis de las condiciones de infraestructura ramal por ramal”, indicaron, al tiempo que añadieron que “se dará prioridad a los servicios más masivos”.
Cabe señalar que por la reducción de trayectos y frecuencias, y en algunos casos por el estado de los servicios, el número de pasajeros transportados por los trenes bonaerenses decreció en los últimos años. De acuerdo a un informe de Ferrobaires, en 2014 –el último año completo antes de la interrupción- viajaron en las formaciones unas 370 mil personas, un 70 por ciento menos que en 2008.
En tanto, desde el 30 de junio pasado, cuando la gobernadora María Eugenia Vidal dio la noticia de la suspensión, proliferaron las comisiones y asambleas de autoconvocados que reclaman, cada vez más enfáticamente, por la vuelta del tren. A fines de 2016, se conformó la Coordinadora Pueblos por el Tren que integran vecinos de distintas localidades, desde donde denuncian la “destrucción de la política ferroviaria” y que son más de un centenar los pueblos en riesgo de desaparecer por la nula actividad ferroviaria. Es que los trenes que hoy atraviesan el territorio paran en unas treinta estaciones, la mayoría ubicadas en las ciudades cabeceras más populosas y no en los pequeños pueblos.