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Daniel «Tato» Márquez: Un hombre del deporte con mayúsculas

[26 de febrero de 2011]

* Comenzó a jugar al fútbol siendo muy niño y, cuando contaba a pensas 15 años de edad, debutó en la primera división de un club nuevejuliense.

* Durante dos años integró los equipos del Club Atlético «Boca Juniors»

* Gracias a su empuje decidido, se incorporaron a la institución más de trescientos cincuenta chicos en fútbol infantil y divisiones inferiores

* Actualmente se desempeña como Coordinador deportivo del Club y Biblioteca «Agustín Álvarez», entidad que aspira a convertirla en un centro de captación y centro de alto rendimiento de referencia en la zona.

* «Disfruto de mi trabajo. No tiene precio poder trabajar haciendo lo que a uno le gusta», con estas palabras revela mucho de su vocación  por el fútbol y por los demás deportes.

No resulta una tarea sencilla trazar la semblanza biográfica de alguien que, a lo largo de su vida, ha vivido momentos intensos en el ámbito del deporte, traspasando las fronteras de esta ciudad. Una síntesis, acotada al espacio periodístico deja, sin duda, muchos acontecimientos afuera; pero, aún así, es por demás gratificante encontrar a quien, sin temor a equivocarse, afirma disfrutar de su trabajo y encontrar una realización de trascendencia personal en aquello que realiza a diario.

Éste es el caso de Daniel Márquez, a quien se lo conoce por el apodo de “Tato”, sobre cuya trayectoria deportiva nos referiremos.

“Tato” Márquez nació en esta ciudad el 10 de abril de 1959, en el hogar formado por don Daniel y doña Otilia Estela Bárzola. Su infancia y gran parte de su vida transcurrió en el barrio delimitado por la calle Edison entre San Luis (hoy Cavallari) y Tucumán, cuyo vivienda aún se encuentra en poder de la familia.

Sus primeros estudios los cursó, primero en el Jardín de Infantes Nº 1; luego, la primera parte de la formación primaria la realizó en la Escuela Nº 1, hasta quinto grado. A partir de sexto grado y durante todo el nivel secundario, estudió en el inicial Colegio Marianista San Agustín, donde se recibió con el título de bachiller en la promoción de 1976.

“De mi paso –rememora Márquez, en diálogo mantenido con EL 9 DE JULIO- por el Colegio San Agustín guardo los más gratos recuerdos. Tanto así que, en la actualidad, nos seguimos viendo y reuniendo todos los que fuimos compañeros en aquel momento. No solamente, en muchos casos, son compañeros de colegio sino también amigos, amistades que perduran desde aquellos tiempos”

Entre sus compañeros de colegio, «Tato», cita a Félix Almada, Martín Lizaso, Omar Fons, Marcelo Arostegui, José Solabarrieta, Julio Di Risio, Carli Gornatti, Patricio Mingote, el “Mendo” Tempesti, Pablo Fernández, Luisa Alonso, Cecilia Cancelleri, María Celia Gómez y Estela Jaen. De sus profesores, marianista, recuerda a Se- cundino Manrique,Ventura Arnaez, Manolo Madueño, Calixto Menoyo y Enrique Barbudo, entre otros.

“De ellos -añade- aprendimos muchísimo, sobre todo en lo que refiere a la parte solidaria, a estar atento a las necesidades del prójimo para dar una mano. El señor Menoyo fue, para nosotros, una figura emblemática, algo sublime, un verdadero agente; tanto así que es el día de hoy que, ante los momentos de grandes decisiones, sus palabras y sus consejos vuelven a nuestras mentes”

“Calixto Menoyo se ocupaba de todo, de la familia de los alumnos, de los cumpleaños de cada uno, siempre atento a visitar a los alumnos a su casa, no solamente mientras cursaban estudios de colegio, sino también después de haber cumplido con esa etapa. El también se ocupó de nuestros hijos, de que fueran al Colegio San Agustín”, comenta Márquez.

Menoyo se encargaba personalmente de concurrir a la Escuela de Comercio, para gestionar la realización los partidos de fútbol intercolegiales. Con estos encuentros, las rivalidades de los clubes se perdían, y se generaba nuevas amistades en el deporte.

“Menoyo, para mí fue un segundo padre, día a día lo recuerdo”, afirma.

EL FUTBOL

“Tenía -recuerda- alrededor de ocho años cuando comencé a jugar al fútbol. Fue en el barrio, como se hacía en aquel tiempo, cuando aún las calles eran de tierra y se jugaba con una pelota de trapo”.

“Tato” contaba apenas nueve años cuando fue fichado en el Club Libertad, donde estuvo por espacio de un año hasta que, comenzando a cursar sexto grado, cuando ya se encontraba en el Colegio San Agustín, se incorporó al club homónimo.

“El hecho de concurrir a este colegio me permitió un acercamiento a las divisiones inferiores del Club San Agustín, donde teníamos a ‘Pampita’ como entrenador”, dice.

En su infancia le tocó participar en varios torneos de baby, como los legendarios campeonatos que se realizaban en el predio de la parroquia Nuestra Señora de Fátima, época en la cual tuvo como entrenador a su propio padre, a “Pepe” Rizzo, a Lito Umbides.

«Para nosotros -prosigue-, todavía niño, el fútbol era una cosa de todos los días. Antes no teníamos la computación, los juegos digitales, Internet, solamente estaba el fútbol. Veníamos del colegio, tomábamos la pelota y nos íbamos a jugar».

Márquez debutó en primera división en el equipo de San Agustín, cuando contaba quince años. En ese momento se encontraba como director técnico del mismo, el conocido vecino Alberto “Toro” Vadillo.

EN BOCA JUNIORS,

UNA EXPERIENCIA MUY INTENSA

El señor Guerriere, oriundo de 9 de Julio, pero radicado desde hacía varios años en la ciudad de Buenos Aires, integraba la Comisión de Fútbol Amateur del Club Atlético Boca Juniors. El instó para que juegue en Boca, le consiguió una prueba y, hacia 1978 se estableció en “La Candela” de Boca,  el predio mítico del fútbol nacional – ubicado en San Justo- por el que pasaron Maradona y Pelé.

“ En ese momento –narra-  me costó mucho el desarraigo de mi ciudad. En esa época no había la comunicación que existe en la actualidad. Esta es una carrera que significa, también, un desprenderse de algo; muchas veces es necesario sobrepasar eso.

Márquez permaneció en Boca hasta principios de 1979, en que regresó a 9 de Julio.

“Quizá habría tenido la posibilidad de continuar. De hecho había tenido el ofrecimiento de ir a Racing Club, donde se encontraba Enrique Omar Sívori como técnico, para continuar la carrera en este entidad. Pero debió optar, y prefería regresar a 9 de Julio, con mi familia y mis afectos”, revela.

El tiempo en que estuvo en Boca, tal como él lo afirma,  lo disfrutó muchísimo. Hizo muchas relaciones con gente que hoy se encuentran el Club, tales como Abel Álbez, que fue director técnico de Boca el año pasado, como Hugo Gatti, Mouso, Benítez y Maltrangelo, entre más.

Aquella fue una excelente época para Boca, con muy buenas campañas.

Su estadía en Boca Juniors fue, para Márquez, «una experiencia de vida y una oportunidad deportiva muy valorables”. Además,  en la parte deportiva, el hecho de haber jugado en otro nivel, como titular de la cuarta división, que en ese momento era muy importante como paso previo para divisiones superiores, le permitió formarse como jugador, tanto en la parte física como una parte técnicas y táctica. Afortunadamente, en ese momento, en Buenos Aires, se trabajaba tácticamente  de otra manera».

«Cuando me  encontraba allí siempre me gustaba asistir y observar los entrenamientos de la primera división. En ese momento estaba Lorenzo y me interesaba observar y conocer qué cosas decía y practicaba. En Boca logré un caudal de conocimientos muy importante, no solamente en el aspecto técnico del fútbol, sino también en la relación entre los jugadores profesionales y los más chicos», revela.

NUEVOS DESTINOS

De regreso a 9 de Julio, Márquez volvió a integrar el equipo de San Agustín, pero enseguida fue llamado para formar parte de la primera división del Club Atlético «Once Tigres», institución con la cual firmó contrato en 1979. Al principio se incorporó con carácter de préstamo por espacio de un año; pero luego de conquistar un campeonato fue comprado definitivamente por «Once Tigres» en 1980.

«Mi carrera -agrega- en primera división en esta ciudad, transcurre durante una década en el Club Once Tigres, donde pudimos ganar muchos campeonatos. Fueron muy importantes, en esta época, las amistades que cultivamos, las cuales se mantienen inalterables hasta la actualidad, puesto que entonces nos tocó vivir épocas de gloria, con equipos muy importantes».

Durante los años en que, Daniel Márquez, jugó en 9 de Julio siempre íntegró las selecciones que participaron en distintos campeonatos de importancia. Cabe recordar, por ejemplo, al Torneo Argentino “Beccar Varela”, evento deportivo instituido en honor de  don Adrián Beccar Varela, quien fuera delegado del fútbol argentino ante la FIFA. De su paso por las selecciones de la Liga Nuevejuliense de Fútbol, recuerda a los entrenadores Felipe Caletrio, Oscar Carranza, Smario, entre otros.

Cuando decidió terminar su etapa activa en el fútbol, como jugador, a comienzos de la década de 1990, volvió al club donde se había iniciado,  San Agustín. Esta vez bajo la dirección técnica de “Coto” Maldonado, tiempo en el cual pudieron conquistar un campeonado.

Durante un período breve de tiempo, Daniel Márquez, trabajó en firmas locales, en el Banco de la Provincia de Buenos Aires, y más tarde forjó una fábrica de calzados.

EN EN CLUB “AGUSTIN ALVAREZ”

En 1998, después de alrededor de seis años de alejamiento de la actividad futbolísticas, «Tato» Márquez se incorporó nuevamente en el Club San Agustín para trabajar con las divisiones inferiores. Poco después, ha pedido de Juan Carlos Pirez, se sumó al proyecto que este entrenador había iniciado en el Club Atlético «9 de Julio», donde permaneció hasta el 2004.

En Atlético “9 de Julio” estuvo primero a cargo de las divisiones inferiores, y luego de la coordinación general, cuando Pirez pasó a Rivadavia de Lincoln.

Hace poco más de un lustro, “Tato” se incorporó en el Club y Biblioteca «Agustín Álvarez», del cual hoy es coordinador general de la actividad deportiva. Aquí, en su oficina ubicada cerca del campo de deporte de la entidad, trabaja activamente, permaneciendo durante muchas horas.

“Daniel Ferrari –relata “Tato” acerca de su incorporación al Club- en ese momento me invitó a ingresar, a armar un proyecto de trabajo, ya que en ese momento no existían escuelas de fútbol en la institución, las divisiones inferiores estaban muy diezmadas; por supuesto que el Club,  en ese momento no se encontraba como hoy; había muchas carencias, tanto de jugadores como el armado de un cuerpo técnico”.

«Cuando llegué -continúa- me encontré con apenas 50 jugadores para el armado de cuatro categorías de divisiones inferiores. Entonces presenté un proyecto de trabajo a largo plazo y, a partir de allí, comenzamos a rearmar todo, refaccionando parte de la estructura del club, mejorando las canchas. Fue incorporada gente para trabajar en el cuerpo técnico».

Para “Tato”, “ el Club y Biblioteca Agustín Álvarez tiene en la actualidad un proyecto deportivo importante, con la presencia de muchos chicos en el club, con un cuerpo técnico numeroso integrado por personas que tienen prestigio dentro del fútbol de 9 de Julio, como es el caso de Néstor Malfatto, Mariano Balano, Mariano Delamer, Rubén Álvarez, Osvaldo Ciani, Roberto Balbuena, entre otros”.

Márquez considera que “ ha sido armada una institución de fútbol muy importante, no solamente en el ámbito local sino también zonal y nacional; puesto que se realizan torneos a los que asisten, desde hace varios años, equipo profesionales»

SU FAMILIA

Casado con María de los Angeles Marconi, su esposa y compañera de la vida desde hace más de treinta años, es padre de tres hijos: Facundo Daniel, de veinticinco años, quien está a punto de recibirse como contador público en la ciudad de Junín; Matías, de veintidós años, reconocido jugador de primera división, quien también cursar estudios universitarios en Junín; y Lucas, de veinte años de edad, quien actualmente integra, desde hace dos años, la primera división del Club Sarmiento de Junín, como jugador profesional.

“Una hermosa familia. Disfruto de mi esposa, que es el puntal de todos mis proyectos y acciones, y de mis hijos”, subraya Daniel.

PALABRAS FINALES

“Tato” Márquez entiende que “ el fútbol, como deporte, que lleva a quien lo practica al ejercicio de una vida sana; salvo algún caso de excepción, el jugador de fútbol siempre se rodea en su ámbito de personas sanas en todo sentido, siempre dispuestas a dar un consejo de bien”.

Este sentido sostiene que, “antes de lograr un buen jugador, es importante que primero el chico sea una buena persona, un buen hijo, más tarde un buen padre de familia, lo demás vendrá después”.

“Para nosotros es una satisfacción cuando, después de muchos años, encontramos algún chico que llegó a niveles importantes, como en el caso de Alejandro Delfino, que hoy se encuentra en el Club Banfield y muchos otros, que no solamente son buenos jugadores sino también excelentes personas. También es gratificante cuando encontramos a aquellos chicos que no llegaron a altos niveles, pero que se han constituido en hombres de bien”, destaca.

“Tato” Márquez es, definitivamente, un hombre del deporte con todas las letras.

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