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Nueve de Julio
jueves, abril 25, 2024

Historias de vida – Eduardo Moledo

moledo1  La grandiosa labor humanitaria de un hombre de bien
* Figura mítica y venerada por los nueve- julienses, son varias las generaciones que han comentado sus acciones.
* En su hogar de la avenida Urquiza y Coronel Granada, que aún se conserva, brindó su ayuda generosa a millares de personas que llegaban en busca del consuelo o de una palabra de aliento.
* Fue un visionario que ayudaba a la gente y le daba fuerzas para seguir adelante.
* Durante más de treinta años desarrolló su labor humanitaria.
Gran parte de la comunidad de 9 de Julio, en las primeras décadas del siglo XX, tenía la certeza de que Eduardo Moledo tenía poderes especiales, una especie de don que se orientaba a hacer el mayor bien posible.
Infinidad de personas concurrían a consultarle, a su domicilio particular, de la avenida Urquiza y Granada, una casa solariega que aún se conserva. Los temas de consulta eran, desde luego variados y quienes arribaban a esta ciudad para entrevistarlo lo hacía desde todos los puntos cardinales.
Más allá de los centenares de anécdotas al recordar la memoria de Moledo, hay un hecho inob- jetable: a más de ocho décadas de su muerte, su obra se mantiene latente en el imaginario popular. Prueba de ello es que aún hoy, muchas personas, depositan flores en su tumba, ubicada en el cementerio de esta ciudad.

DE NACIONALIDAD ESPAÑOLA
Don Eduardo Moledo había nacido en España, en Galicia, hacia 1856. Siendo muy niño, el contagio de la viruela hizo que pierda parte de la visión.
De espíritu inquieto, decidió inmigran a América. En este sentido, visitó Bolivia, Chile, Paraguay, entre otros países de Sudamérica, para establecerse definitivamente en la Argentina.
Ni bien se radicó en 9 de Julio adquirió el aludido inmueble que, en 1941, su familia vendió a Avelino González.

UN DON ESPECIAL
Quienes conocieron en vida a Don Eduardo coinciden en afirmar que poseía un don especial. Lejos de caracterizarlo como un curandero; era, más bien, un visionario.
Su preocupación por el bienestar de sus semejantes le despreocupó de amasar fortuna.

LOS HECHOS QUE LO HICIERON MITICO
Entre algunos de los acontecimientos que recogió el imaginario popular sobre la vida de Don Eduardo Moledo, que sin dudas se encuentra el recuerdo del vaso de agua fría que servía a las personas que se dirigían a él y que aguardaban en la sala.
Si presentía que algunos de los concurrentes no tenía fe, no le entregaba el vaso con agua; por el contrario, lo salteaba.
Largo resultaría mencionar la cantidad de curaciones milagrosas de que fueron objeto algunos vecinos o los aciertos sobre el futuro.
«Yo creo que mi padre no era curandero, sino que tenía una visión muy clara del futuro, algo así como un don especial. Algunos decían que era vidente y que tenía ciertos poderes especiales, pero para nosotros sólo era una muy buena persona. No tenía fortuna, no era interesado y por sobre todas las cosas, era sincero…». Así se expresaba María Luisa Moledo de Bortiri, en una entrevista concedida al Diario «El 9 de Julio», 6 de mayo de 1998.

SU LEGADO
Eduardo Moledo falleció el 1º de mayo de 1930. En ocasión de realizarse el sepelio, Virginio P. García, presidente de la Sociedad «La Kardeciana»,pidió usar de la palabra. En la oportunidad recordó que, Moledo, fue una «persona vastamen te conocida y altamente nombrada en el interior y exterior del continente argentino, poniendo de relieve su honorabilidad, que siempre fueron prendas inseparables del aludido apóstol del espiritismo Karde- ciano, y como curandero, supo captarse del mérito del gran poder que, como un idólatra cumplía con su idolatría y podré decir que fue un bálsamo fecundo, el desparramaba gotas de benéfico rocío sobre las almas deseosas de aprender y amar, y tuvo una palabra consoladora: la supervivencia del alma después de la muerte».

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