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Nueve de Julio
viernes, abril 26, 2024

Historias de vida – Antonio Quarracino

Quarracino2Un obispo cercano a la gente
* Después de concretar una brillante carrera eclesiástica, en la Curia mercedina, Juan XXIII, le nombró obispo de Nueve de Julio.
* Realizó obras importantes, en favor de poner en práctica las nuevas normas conciliares en esta Iglesia particular..
* Tenía la virtud, como diocesano,  de estar siempre cerca de sus fieles; procurando conocer y hacerse partícipe de sus necesidades y alegrías.
* Más tarde, fue trasladado a la diócesis de Avellaneda, a la arquidiócesis de La Plata, y, por último, a la de Buenos Aires, sede primada de la Argentina.
* En el consistorio de junio de 1991, se le otorgó el capelo cardenalicio.

«Y en Cristo y con Cristo todo el cielo donde está mi Padre Dios, y con él alimento cuerpos y espíritus, todo lo que hace a la dignidad del hombre… Y perdono y pido perdón… y amo y me dejo amar, y me caigo y aprendo a levantarme; me puedo mirar, y al hacerlo, verifico la paternidad misericordiosa, la redención total y el espíritu que anima siempre a la verdad. Querido cardenal y hermano, ¡cuánto predicaste y más viviste esta realidad!.
«En mi diócesis, tu primera diócesis, lo enseñaste con el silencio de los sabios, lo viviste con la esperanza de los grandes, lo gozas en el bendito, porque lo hiciste con cuanto pequeño te puso Dios en el camino».
Con esos fragmentos, que bien pueden servir de breve exordio, componía la homilía, con que el obispo de Santo Domingo en Nueve de Julio, monseñor José Tommasi, despedía los despojos mortales del cardenal Quarracino.
¿Quién, acaso, no recuerda la imagen de este obispo, que llegaba a 9 de Julio cuatro décadas atrás?, ¿quiénes no se sobrecoge aún, trayendo a su mente, aquella dicción brillante que le caracterizaba como orador sagrado?… ¡Cuántas remembranzas, sin duda, florecen en torno a la figura de monseñor Quarracino, aquel obispo «campechano y noble», que rigió los destinos de la Iglesia en 9 de Julio, por lapso de seis años!.
Había nacido en Pollica, una pequeña población en la provincia de Salerno, al sur de Italia, el 8 de agosto de 1923. Hijo de José Quarracino y María Ana Lista, «aprenderá en su familia, profundamente cristiana y trabajadora, las primeras nociones de la fe…».
Contaba cuatro años de edad, cuando debió emigrar, junto sus padres, a la Argentina, radicándose en el interior de la provincia de Buenos Aires… En San Andrés de Giles, completó sus estudios primarios; y, en 1934, ingresó en el Seminario de La Plata.

EN LA DIÓCESIS DE MERCEDES
El 22 de diciembre de 1945, recibió la ordenación sacerdotal, de manos de monseñor Anunciado Serafini, en la Basílica de Luján.
En la diócesis de Mercedes, su obispo, el mismo monseñor Serafini,  le confió progresivamente importantes tareas pastorales… Fue profesor de Letras, Historia, Filosofía,  Arte Sacro, Teología Dogmática y Teología Espiritual, en el Seminario Conciliar «Pío XII»; asesor de los consejos de A.H.A.C. y J.A.C., en la Acción Católica; consultor y censor diocesano; y capellán de las Hermanas de San Antonio de Padua. Además, desde 1956, cumplía funciones como secretario canciller de la Curia Eclesiástica.
En 1961, junto al entonces provisor y vicario general de la diócesis, monseñor Eduardo Pironio, dirigía el «Boletín Eclesiástico»; colaboraba con varias publicaciones de temática teológica; y era catedrático -desde 1959- en el Instituto de Teología de la Universidad Católica.
En Mercedes, además, procuró concretar una obra cultural meritoria. En 1951, fundó el Coro Polifónico «Ciudad de Mercedes»; y, el Instituto del Profesorado, que luego presidió. Reuniendo un conjunto de intelectuales, en la misma ciudad, creó la Academia Santo Tomás de Aquino, que desarrollaría una valiosa propagación cultural.

OBISPO DE NUEVE DE JULIO
El 3 de febrero de 1962, el «Papa Bueno», lo preconizó obispo de la diócesis de Nueve de Julio. Desde algunos meses atrás, a raíz del traslado de monseñor Herrera como coadjutor de Jujuy, esta sede se hallaba vacante, provisionalmente al frente de monseñor Domingo Cancelleri, designado vicario capitular.
Como es natural, en  todo el territorio diocesano, era bien conocida la persona del electo. Pues, tanto en la parroquia de Santo Domingo, en Nueve de Julio, tan así en muchas otras, se había destacado -el padre Quarracino- como orador sagrado.
El 8 de abril de aquel año, fue consagrado obispo en la catedral de Mercedes, por el mismo prelado que le había ungido presbítero. Oficiaron como co-consagrantes, monseñor Raúl Francisco Primatesta, a la sazón obispo de San Rafael; monseñor Adolfo Servando Tortolo, obispo de Catamarca; monseñor Antonio José Plaza, arzobispo de La Plata; y monseñor Vicente Alfredo Adducci, obispo titular de Musti y auxiliar de Mercedes, quien habría de fallecer veinticinco días más tarde.
El sábado 12 de mayo de 1962, alrededor de  las 16 horas, el nuevo Ordinario era recibido en  Plaza «General Belgrano»,  de 9 de Julio, por un elevado número de vecinos, llegados de toda la diócesis. Allí era saludado, por las autoridades, con sendos discursos de bienvenida, del intendente municipal, Miguel Muratore, y del presidente de la Comisión de Recepción. Luego, en el interior del templo catedralicio, el obispo habría de tomar posesión de la sede.
Pocos días después, acompañado de monseñor Cancelleri, recorría algunas instituciones de la ciudad. Visitaba EL 9 DE JULIO, interiorizándose acerca de la edición del diario, y se entrevistaba con el director, Antonio Aita.

EN EL CONCILIO VATICANO II
El  20 de octubre de ese año, el pontífice inauguraba el Concilio Vaticano II; vigésimo tercero, en la historia de la Iglesia. A esta asamblea ecuménica, había convocado por medio de la constitución apostólica «Humanae salutis», del 25 de diciembre de 1961. En efecto, Monseñor Quarracino, siendo obispo de Nueve de Julio, hubo participado, como padre conciliar, en todas las asambleas.
Ciertamente, como afirmara el cardenal Pironio, hacia octubre de 1995, en ocasión de las bodas de oro sacerdotales de Quarracino: «El Concilio lo marcó con ‘la pasión de la Iglesia’, de la que hablaría Pablo VI, y con el permanente deseo de ir descubriendo siempre ‘los nuevos signos de los tiempos’ y de hacer que la Iglesia  sea verdaderamente ‘sacramento universal de salvación’…».
Aquí, en colaboración con el clero secular y regular, las asociaciones piadosas y toda la grei, le toco la dura tarea de principiar el «aggiornamiento», a la luz de las cuatro constituciones, nueve decretos y seis declaraciones conciliares.

ARZOBISPO Y CARDENAL DE LA IGLESIA
En agosto de 1968, fue trasladado al gobierno pastoral de la diócesis de Avellaneda; hasta diciembre de 1985, en que se lo promovió al arzobispado de La Plata.
El 10 de julio de 1990, Juan Pablo II lo nombró arzobispo de Buenos Aires y primado de la Argentina; siendo creado cardenal del título de Santa María de la Salud en Primavalle, en el consistorio celebrado el 28 de junio de 1991. A partir de aquí, integró varios dicas terios y organismos de la Curia Romana.

LA ULTIMA VISITA A NUEVE DE JULIO
Cerca de las 10:15 horas, del viernes 7 de agosto de 1992, el cardenal Quarra cino arribaba al Aero Club de Nueve de Julio, con el objeto de presidir las fiestas patronales en honor de Santo Domingo de Guzmán.
El primer día, a poco de su llegada, recibía la simbólica llave de la ciudad, y era saludado por las autoridades municipales; concele braba la misa, especialmente, para sacerdotes y consagrados. Hacia la tarde, departía con los sacerdotes, en una simpática mateada; se encontraba con los medios de prensa; y visitaba el Hospital Sub zonal.
Al día siguiente, festejaba su cumpleaños, recibiendo el saludo de vecinos, instituciones y amigos. Luego, después de  oficiar misa, en el Monasterio de las Hermanas Carmelitas, donde hubo almorzado, presidía los actos centrales en ocasión de las fiestas litúrgicas patronales.
Alrededor de las 10:30 horas, del domingo 9, partía a la Capital Federal, en el mismo helicóptero que lo había transportado… Sería, ésta, la última visita oficial del purpurado a la ciudad.

PALABRAS FINALES
El cardenal, falleció el 28 de febrero de 1998. Tal como, cierta vez, lo describió monseñor Charbel Mehri, eparca de los maronitas en Buenos Aires, una de las características fundamentales que destacaba a Quarracino, era «su bondad que la exteriorizaba siempre con un humor agradable, inofensivo y comunicativo». «Esta bondad ha sido, sin duda, […] el secreto de sus logros en las diversas etapas de su vida sacerdotal y episcopal, llegando a conquistar la confianza y la amistad de los que lo rodeaban y a ocupar los altos puestos en su misión espiritual».

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