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miércoles, abril 24, 2024

A un siglo de Hipólito y Roque

barbieri paolo6Un 2 de abril de hace exactamente 100 años un importante número de argentinos se preparaba para elegir por primera vez a un presidente con las reglas de la democracia moderna. Si bien la concurrencia fue más bien moderada, sufragaron aproximadamente el 30% de los varones aptos para votar, la ley Saenz Peña (Roque) llegaba a su momento cúlmine en la elección que resultó ganador Hipolito Yrigoyen.
Sin duda Hipólito y Roque son los dos grandes hombres de esta historia, uno con sus principios irrenunciables como bandera, con su terquedad incesante para nunca dar el brazo a torcer, el hombre de la abstención constante y la revolución permanente; el que pregonaba la dignidad para el pueblo, el que le enseñó a luchar sin odios y a triunfar sin rencores. El otro fue el gran personaje que desde adentro terminó con el “régimen” personalista, que encabezado en el Gral. Roca llevaba más de 30 años moviendo los hilos del poder Nacional. Roque, aquel que la “rosca” política le ninguneó la presidencia en manos de su padre, el que se fue a luchar a Perú contra los chilenos, declaró en una de sus aperturas legislativas “… no me creo merecedor de reproches por amar colectivamente más a mi país que individualmente a mis amigos. Quiera mi País escuchar la palabra y el consejo de su primer mandatario, QUIERA VOTAR!” haciendo una clara referencia a como la nueva ley electoral iba a generar la derrota de su partido y por ende la de sus amigos y compañeros de ruta.
Estos dos grandes hombres, diferentes en muchos aspectos, pero enormemente parecidos, habían entablado una relación amistosa cuando eran jóvenes, con motivo de fallecer el amigo de Saenz Peña, Roque Yrigoyen, otrora hermano de Don Hipólito. Amistad que generó las entrevistas en 1911 entre ambos, y pese a la constante intransigencia de Yrigoyen, para encuadrar la denominada ley Saenz Peña.
Como decía Sarmiento “Es en la vida de los grandes hombres donde deben inspirarse los pueblos”, y por eso es importante recordar a estos dos grandes presidentes de nuestro País. Que fueron uno el final de la generación del 80, que con sus errores y sus aciertos ya era un ciclo cumplido. Roque dejando su huella imborrable en su discurso de apertura de sesiones en 1912 luego de la primera elección con la Ley Saenz Peña de legisladores, felicita a los recién llegados (Socialistas y Radicales) pero también a los que continúan su mandato por haber sido “…los autores de la ley que después de discutirla con sabiduría la sancionaron con desprendimiento.” y agrega “…Para mí la discusión es el verbo y el signo que denuncian las democracias pensantes, la disidencia es su altivez , y la oposición es su salud.” y en un claro mensaje a quienes intentaban continuar con las prácticas del fraude dice “… Y si hubo votos pagados, no hubo votos vendidos!” y cierra su discurso afirmando “He afrontado la censura y repito ante la Nación y ante vosotros, que mientras sea presidente, mi partido será el país, y mi libro, la constitución.” Brillante cierre del quijotano reformista.
El otro con su diatriba, sus principios y convicciones sorprendió a propios y extraños, si hasta tuvo proyección en el cúmulo de naciones, cuando ordenó a la comitiva argentina frente a la Liga de Naciones se abstenga de participar si había vencedores y vencidos luego de la primera guerra mundial, diciendo que “La Nación Argentina no está con nadie, ni contra nadie, sino con todas y para bien de todas las Naciones.”
Recordada también es la conversación de Don Hipólito con el presidente Hoover de los Estados Unidos, con motivo de la primer comunicación telefónica entre ambos países, donde Don Hipólito expresa “que la grandeza de los pueblos es solamente efectiva cuando une a sus riquezas materiales su grandeza moral, sus sentimientos humanitarios, sus aspiraciones de hermandad y respeto.” Acaso no es ésta idea suficiente para encuadrar lo que Roque y la UCR de Don Hipólito quisieron implementar en el gobierno de nuestro país.
Las revoluciones en paz, la irrenunciabilidad de los principios, el recuerdo de los grandes hombres, la grandeza moral de los gobernantes, la República, la democracia, y ser partes del cúmulo de Naciones, son parte de nuestra historia, y también deben estar en la agenda permanente de nuestro presente.

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