La protección a la infancia como obligación del Estado tiene al presente una especie de doble instancia: una de carácter administrativo y otra judicial.
La protección desde lo administrativo tiene lugar hoy a través de la figura del Servicio Local; finalizada su intervención o agotadas sus posibilidades, el procedimiento se transforma en proceso judicial, pasado al fuero de familia.
Es así porque el sistema legal argentino hace descansar en la figura del juez las decisiones más complejas y delicadas que hacen a los derechos de las personas. Sobremanera en materia de infancia, categoría social que despierta sentimientos de toda índole.
El sistema está diseñado para que este doble abordaje funcione con premura y agilidad, con miradas y lecturas convergentes, y sobre todo asumiendo los tiempos subjetivos que se ponen en juego, ya que a nadie le escapa que el tiempo de los niños es veloz y que las consecuencias de esta velocidad muchas veces son irrecuperables e irreversibles.
No obstante, este ajuste entre lo administrativo y lo judicial termina conformándose como una de las tantas grietas que tiene el sistema. Los muchos distritos que comprende nuestra jurisdicción con cabeza en la ciudad de Mercedes (cada uno con un Servicio Local y cada Servicio Local con no menos de una centena de casos vigentes), convergían hasta fines de 2014 en un solo Juzgado de Familia. Lo que suele llamarse un cuello de botella.
Pero el desajuste también tiene otra forma de manifestarse, más grave aún. Existe una cierta desconfianza desde la autoridad judicial sobre lo que se trabaja en lo administrativo. En palabras crudas, el juez de familia no termina de creer en las elaboraciones y propuestas de los servicios locales.
Los motivos de esta desconexión pueden atribuirse a las dos partes: los jueces tuvieron durante mucho tiempo el manejo absoluto de la infancia problemática, y demoran su confianza y delegación de tareas en los servicios locales.
Por otro lado, los servicios locales son una figura nueva -conformado por profesionales jóvenes, en formación, capacitándose en una función novedosa- y con dificultades ciertas para hacer valer su competencia.
