Por Guillermo Blanco
Si se tratara de una mesa de bar y la apuesta fuese saber nombres de futbolistas campeones del mundo que hayan andado por 9 de Julio, no pocos perderían de acá a la China (apelando a un país que se nos viene sin pedir permiso). Algunos dirán Bertoni, recordando que una vez lo acompañamos a Daniel para una Fiesta del Deporte y el Intendente Jesús Blanco lo recibió y le obsequió un cuadro con el escudo nuevejulien se. Bochini, gritará otro no sin razón, ya que el “Bocha” integró la selección que ganó en México, ocho años después que la del ’78 abriera el camino con Bertoni como delantero letal. Y varias veces anduvo por el 9.
Maradona estuvo a punto de pisar el ahora renovado piso del estadio cerrado de Atlético 9 de Julio, como sí lo hicieron sus hermanos, Raúl y Hugo, en una delegación infanto-juvenil que trajimos al final de los ’80 y que contó con un arbitraje de lujo, Luis Pestarino. Diego no pudo viajar, aunque en la triubuna estuvieron sus padres, Chitoro y Dalma, y una hermana cuyo hijo integraba la delegación porteña.
Pero la realidad marca que en esta apuesta de bar, Diego no entra. ¿Y quién más? Menotti sí estuvo, y en dos oportunidades, ambas con el pretexto de la caza, aceptando la invitación hecha con el profesor Fernando Signorini. Pero no jugaba, reflexionará alguien acertadamente. Y en la memoria tal vez haya otro que uno no recuerda.
Pero quién recordará que hubo un jugador que en la tarde del 17 de enero de 1989 pisó la cancha de Porteño de Naón como parte de una delegación de 24 “ragazzi” de 12 años, guiada por Walter Daffara, entonces residiendo en Italia, y que dirigía un equipo de chicos (SCAFA, de Pescara) con los que viajó a la Argentina para un Mundialito en Río Negro y aprovechó para traerlo a sus pagos. Allí estuvimos, y fue el propio Walter quien nos refrescó aquella historia, hoy afincado en 9 de Julio y derramando toda su experiencia en el hockey sobre césped de Atlético, tras un ilusionado paso con injusto final por el fútbol infantil de Libertad.
Aquella tarde veraniega hubo desfile de emprendados, de alumnos de la Escuela 17 “Manuel Belgrano” con su directora Cristina Lanas, y representantes de los clubes locales Porteño y Atlético. Y también asistieron el entonces diputado nacional Jesús Abel Blanco; el intendente, Rodolfo Menéndez; el delegado municipal, Aldo López; el director de Deportes, Adrián Casas; el presidente de la Sociedad italiana, Gildo Miglierina; la directora de PRAPS, Graciela Miglierina; el padre Pedro y el comisario Roberto Zanetti.
El pueblo naonense aportó su presencia y disfrutó de una siesta distinta, gracias a un hijo del lugar por entonces viviendo lejos, y aplaudió el ingreso de los equipos junto al árbitro Ricardo Fons, y del izamiento de las banderas argentina e italiana con himnos incluidos, en el que participó el presidente del club europeo, Antonio D´Attilio, quien después se prendió en un “picado” con algunos de los panzones que estábamos ahí. Y hasta hubo entrega de presentes recordatorios a cargo de la comisión de la Unidad Sanitaria de Naón, con la presidenta Isabel Orte y su gente.
El combinado 9 de Julio – Naón, que ganó 1 a 0 y fue dirigido por el inolividable “Pachi” Cancelleri, estuvo integrado por Bardonesca, Vanegas, Ruaro, Bonello, Alvarez, Ramírez, Miraglia, Baloriani, Gómez, Figueroa y Montero. Y también participaron Alegre, González, Mugarza, Leone, Montero, Macchione, Martinez y Falcinelli.
ODDO, LO MASSIMO
El chiquitito lateral izquierdo que casi 17 años después se consagraría con Italia en Alemania 2006 (cuya actuación volvimos a ver en directo) se llama Massimo Oddo, quien también fue campeón de la UEFA con Lazio y Milan, compañero de Demichelis en el Bayern Munich, y que se retiró en la serie B en el Lecce en 2012. Hoy dirige los juveniles del Pescara, y en su historia personal quedaron aquellos dos días en suelo nuevejuliense, incluido los paseos en sulky en la estancia naonense de Lyonnet, la estadía en el hogar de los Bienz-Peirano junto a su compañerito Alessandro Filippone y el lechón preparado por el padre de Walter Daffara, que deglutieron en la sede de Porteño. Por gestiones de Blanco y de Ménendez se puso a su disposición un micro desde Buenos Aires hasta 9 de Julio (no pudo llegara a Naón por el camino de tierra y desde la Municipalidad el traslado fue en autos) y al día siguiente se los llevó a la Capital Federal para que enseguida regresaran al frío invernal de Italia.
La apuesta del bar quedó sin ganador, ya que ningún sabiondo de pueblo tenía la menor idea del tema, pero la historia sirve para aportar unos caracteres más al archivo rígido del CPU, y a una memoria que es bueno movilizar, aunque más no sea de vez en cuando.