Enviado de La Verdad
En “Tarde de Perro”, la película dirigida por Sydney Lument y protagonizada por Al Pacino, dos ladrones de poca monta intentan asaltar una sucursal bancaria y terminan metidos en una trampa mortal, en la cual los medios jugaron un rol clave generando un espectáculo en vivo y en directo.
Lincoln vivió ayer su tarde de perros, cuando un hombre de 64 años ingresó minutos después de las 14:30 a la sucursal del banco Santander Río y por más de seis horas mantuvo como rehenes a 9 personas, generando intranquilidad y convirtiendo al centro de la ciudad en una zona blindada por más de 200 efectivos bonaerenses.
El cordón policial se extendió por más de 200 metros a la redonda de la entidad bancaria, ubicada en avenida 9 de Julio al 128, a metros de la plaza principal, la municipalidad y la iglesia.
Las negociaciones con el sujeto, que había ingresado al banco poco después de las 14:30, las había iniciado personal policial de Lincoln que llegó al lugar pocos minutos después de iniciado el robo, cuando el hombre, identificado como Naldo Martínez, intentaba huir con el dinero en su poder.
El hombre, con el arma en la mano, se dirigió a una de las cajas de la sucursal bancaria y amenazó a la empleada para que le entregue el dinero. Ese movimiento fue advertido por un cliente que se lo comunicó al efectivo policial que estaba de custodia.
Cuando vio llegar al primer móvil, el ladrón volvió tras sus pasos y se atrincheró dentro del banco con nueve personas, entre ellos un custodio, con solo cuatro meses de experiencia.
En ese momento se inició una tarde de tensión en la ciudad vecina, que se preparaba para una jornada cargada de actividades culturales y comerciales.
Con el correr de los minutos la situación se volvió confusa, ya que las informaciones eran poco precisas y la tarea de los medios (sobre todo los nacionales) generaron una gran cantidad de rumores falsos: que los ladrones eran más de dos y que los rehenes superaban las 13 personas. Quizá el momento de mayor impericia por los comunicadores fue cuando dijeron que dentro de una oficina se encontraba una empleada encerrada, algo que el ladrón no sabía y que ponía la vida de la mujer en peligro.
Afortunadamente dentro de la sucursal no había televisión y el ladrón no contaba, según lo señalado por algunas fuentes, con cómplices fuera del banco que le puedan informar. Cuando el Grupo Halcón finalmente ingresó al lugar, la mujer fue rescatada ilesa, junto al último de los rehenes cautivos.
Zona en estado de sitio
Los colegios cercanos fueron evacuados, lo mismo que los comercios y varias viviendas. Algunos vecinos se negaron a abandonar sus casas, pero fueron obligados a quedarse dentro de las mismas. Los autos de las calles cercanas también fueron quitados de sus lugares.
El cordón policial hizo que la zona comercial y bancaria de Lincoln entre en una especie de estado de sitio por algunas horas. El protocolo para estos casos se siguió al pie de la letra y nadie podía acercarse y traspasar esos 200 metros.
Cuando la toma llevaba casi dos horas, el hombre liberó a dos empleados y un cliente. Una hora más tarde, poco después de las 18, otras personas fueron liberadas.
En el banco solo quedaba el policía, el ladrón y la empleada que se había escondido en una de las oficinas, que se cierra con una clave personal. Desde allí mantenía una comunicación continua con los efectivos a través de mensajes de texto.
Con la oscuridad como aliado, el Grupo Halcón entró en acción. Mientras uno de los especialistas seguía las negociaciones con el sujeto, el resto se preparaba para la irrupción al banco. Cuando habían pasado 45 minutos de las 20, una fuerte explosión se sintió de golpe. El sonido asustó y puso en alerta a todos. Era el primer indicio de que todo llegaba a su fin.
Minutos después dos ambulancias partieron raudamente de la zona del banco: en una de ellas iba el jefe del Grupo Halcón, quien resultó herido por la bomba de expansión. En la otra ambulancia fueron trasladadas la rehén escondida y el efectivo policial, sin lesiones, pero con el estado de shock a flor de piel.
Naldo Martínez fue trasladado a la comisaría linqueña, a menos de tres cuadras del lugar de la toma de rehenes. Allí fue interrogado por los investigadores y el fiscal de la causa, doctor Javier Ochoaizpuro, que estuvo acompañado por el Fiscal General, Juan Manuel Mastrorilli.