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domingo, octubre 13, 2024

La conmovedoras historias de los Juegos Evita

17390-blanco-guille-14s-jpg-5dde1f0ee986ecd9631211610edbb551_thumb_abpor GUILLERMO BLANCO
Acaso sus mejores tiempos los haya hecho sin darse cuenta, corriendo los mil metros que van desde su El Alamito natal hasta el arroyo Chakay Melehue, a buscar agua potable. Por eso se sorprendió cuando los dos profes delegados del Enard le vieron condiciones para el atletismo y la invitaron a competir en la eliminatoria provincial neuquina para los Juegos Nacionales Evita.
Y con el aval materno, Sandra Beatriz Cifuentes ganó los 150 metros llanos y ahora parece no despertar de su sueño, que se concretó al llegar a Mar del Plata, con 15.000 participantes, en estos torneos «únicos en el mundo», al decir de la entrenadora alemana Marion Laub.
Linda historia la de Sandra. «Aunque mejor díganme Beatriz», se anima a insinuar esta habitante ya famosa en este pueblo de doscientos habitantes que se ha juntado para alentarla, comprarle zapatillas y regalarle toda la voluntad posible para que deje bien sentado el nombre de El Alamito. Sin decirlo, se lo dijeron todos sus compañeros de la escuela, a la que suele ir corriendo, y sus maestros también.
Beatriz tiene 13 años y 3 hermanos, vive con sus abuelos y su madre y con la ayuda municipal ve día a día como crecen las paredes de la nueva casita en la que pronto logrará un salto enorme en calidad de vida. Ya no se le cortará la luz, elemento esencial del que se hizo amiga recién hace dos años, cuando la electricidad llegó al lugar.
La escuela primaria a la que asiste junto a otros catorce chicos queda a cuatro kilómetros, trayecto que llega a hacer hasta cuatro veces por día yendo y viniendo a buscar a sus hermanitas. Ripio, subidas y bajadas, el mejor piso para entrenarse.
Deporte sólo hacía en la escuela, jugamos al fútbol y otros deportes, pero nunca atletismo. En la escuela me dicen ‘patas largas’, siempre les gano a los chicos al fútbol y dicen que juego bien, comenta con todo el candor que le otorga su edad: La primera vez que me dijeron que podía hacer atletismo fue en una excursión a Tres Chorros con el colegio, jugamos un poli ladrón y nadie me podía alcanzar, ahí el profesor Sebastián me dijo que me iba a llevar a competir.
Y llegó el día. Me llevó a competir a Chos Malal sin entrenar y salí tercera. Después cuando se hizo el Provincial había entrenado dos días en la escuela y ahí pude ganar, cuenta sin entender demasiado qué era el Enard (Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo) cuyos dos detectores de talentos regionales la vieron y la llevaron a la eliminatoria provincial para estos Juegos, todo con miras a los Juegos Olímpicos de la Juventud que se realizarán en Buenos Aires en 2018.
Ahora voy a entrenar todas las semanas a Chos Malal con Sergio (Rogatky), cuando me puede llevar la seño Laura (directora de la escuela) voy los viernes y me quedo el fin de semana. Si no voy con mi mamá en colectivo o haciendo dedo, ella no quiere que falte a la escuela…», cuenta a mil, como cuando corre… Ahí practico salto en largo, carrera y salto con garrocha. No me gusta mucho entrenar, pero lo disfruto cuando voy. Seguiré entrenando y me dan muchas ganas poder llegar a representar al país, cuenta.
Su geografía se va agrandando, tanto que ya conoce tres lugares fuera de su El Alamito. Primero fue Chos Malal, después las playas de la rionegrina Las Grutas, y ahora este mundo inimaginable de Mar del Plata con sus sueños tan grandes como el mar. Aunque ya habrá tiempo para aprender a subir y bajar esta esquiva escalera mecánica, aparato al que pronto domará, como el ripio para llegar al arroyo de donde se nutre de agua potable.

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