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lunes, diciembre 2, 2024

En un café o El ajenjo. Edgar Degas.

Edgar_Degas_-_In_a_Café_-_Google_Art_Project_2Escribe Cristina Moscato

La planta del ajenjo o absenta ha sido conocida desde la antigüedad por numerosas culturas. Egipcios, griegos y romanos la utilizaron como tónico o para combatir la fiebre y los parásitos. En la  edad media  formó parte de pócimas y filtros amorosos. Durante largo  tiempo,  se utilizó como antídoto de  setas venenosas,  como abortivo y para alivio de las molestias estomacales. Sin embargo, el licor obtenido  de la amarga hierba fue el derivado  más popular.
Aunque los orígenes del mismo  son inciertos se cree que fue descubierto  como elixir (líquido  con propiedades medicinales,  compuesto por  sustancias aromáticas disueltas en alcohol) por un médico francés residente en Suiza.
Producido y elaborado en los conventos,  hacia finales del siglo XVIII,  la fórmula,  pasó  a manos de  un particular.  Henry-Louis Pernod  abrió  la primera destilería  de absenta en Suiza y, dado  la alta demanda del  producto,   instaló una  segunda en  Francia bajo el nombre de Maison Pernod Fils.
Utilizado inicialmente y de forma masiva por las tropas francesas como antifebril, el licor, sin abandonar su categoría de ¨medicina¨ comienza a comercializarse  como bebida espirituosa,  llamadas así  por  el vapor sutilísimo que  los alcoholes  exhalan.
Para el inicio de la III República francesa (1870/1875) el ánimo del pueblo  no era el mejor.  Humillados por  la derrota de la guerra contra Prusia,  desilusionados  con la caída de la Comuna de París y sumidos en la miseria  por los efectos de  la revolución industrial y el avance del capitalismo, el licor de absenta, mudó de ¨medicina¨ a  quita penas de la ¨modernidad¨.
La afición por el ¨ hada verde¨ tal como se la ofrecía en bares, bistrós y cabarets,  no respetó clases sociales.  Para los más  pobres,  beberla, era  un modo de   olvidar las fatigas y angustias propias de su condición. Para  ricos y bohemios (escritores, pintores, filósofos, artistas),  una forma de evadir el vacío existencial o spleen , término que acuñara  Charles Baudelaire en sus  poemas refiriéndose a  un estado de melancolía sin causa definida o la angustia vital de una persona.
¨En un café o El ajenjo ¨  óleo  sobre lienzo de 92 cm x 68,5 cm, Edgar Degas, nos muestra precisamente a dos bebedores  sentados en un bar.  La mujer, acaso una campesina cuyas esperanzas de progreso en la gran ciudad se han frustrado, encuentra refugio en el licor. Tiene la cabeza gacha y el sombrero parece a punto de caerse. La mirada baja y ausente y  la mueca de amargura reafirman la aceptación de su derrota.  Las piernas separadas debajo de la mesa y  el pie izquierdo rosando  el pie del hombre,  completan la triste  imagen de la embriaguez.
El hombre que está junto a ella (quizá su compañero, quizá no) ha ocupado  casi toda la mesa e,   indiferente y hastiado, fuma su pipa.  A diferencia de ella, no bebe. Sin embargo, la mirada perdida, vuelta hacia el otro lado de su compañera,  parece decir que nada de  lo que acontece le interesa.
Cercano a su codo, se ve  el licor en  estado puro.  La  cuchara sobre el borde de la copa contiene el terrón de azúcar con la que se acostumbraba a servir la bebida para disipar el sabor amargo.  En la mesa contigua a la mujer, se encuentra   la jarra con  agua empelada para rebajar  el licor que bebe de la copa más pequeña (la bebida adquiría un color lechoso al contacto con el agua. Así debía consumirse).
El diario plegado sirve de puente entre las dos mesas vacías.  Un espejo en el fondo da luz y profundidad a la escena.
La obra expuesta en la segunda muestra de los impresionistas (1876) recibió duras críticas. Fue tildada de fea y repugnante y su autor abucheado.
En Inglaterra corrió la misma suerte.  Los personajes  fueron mencionados por la  crítica como horriblemente degenerados  y groseros y considerados  un manifiesto  contra el ajenjo y lo francés en general.  ¨¡Qué puta!¨  lanzó  públicamente, uno de ellos,  refiriéndose a la mujer.
Sin embargo,  las terribles críticas no impidieron a  los hombres más sensibles  a  los dramas sociales de su tiempo, ver  en el cuadro y particularmente en la mujer,  la  metáfora de la alienación producida por los cambios sociales de la época.
A propósito de la novela,  L´Assommoir¨  (conocida en español  como La taberna,  El matadero o El tugurio  de mala muerte),  publicada por Emile Zola en  1877 y  consagrada  totalmente al mundo obrero y a los estragos causados por la miseria y el alcoholismo, el novelista confiesa  a nuestro pintor: ¨Simplemente he escrito, en más de un sitio en mis páginas, algunos de sus cuadros¨, refiriéndose, particularmente, a  ¨En el café o El ajenjo¨.
En cuanto a la bebida,  consumida como fuente  de inspiración debido a sus efectos alucinógenos,   por  los artistas de finales de finales del siglo XIX  principios del XX,  tales como Wilde, Van Gogh, Baude- laire, Manet, el propio Degas,  Picasso y Hemingway, entre otros,    acabó por prohibirse tras ganarse la fama de  ¨licor maldito¨ .  (Aunque   el principio de la hierba es   psicoactivo,  al parecer,  los  terribles daños que suscitaba no residían en él,  sino  en  la  graduación alcohólica que a un 50 a 75 % superaba  con mucho la mayoría de los alcoholes destilados. Al día de hoy, el ajenjo, se utiliza para dar  sabor a otras bebidas,  entre ellas,  el vermut, del alemán wermut , ajeno).

La pintura se exhibe actualmente en el Museo de Orsay de Paris. Puede verse en todo su esplendor en distintas páginas de la web. –

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