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Nueve de Julio
miércoles, mayo 1, 2024

El boxeo los enfrentó y la vida los amigó

amigosPor Raúl Alfredo Granzella

Quizás sea una osadía intentar escribir una nota periodística en este día cuando sólo soy un simple lector, pero valga un homenaje a ese prócer de la Revolución de Mayo que fue don MARIANO MORENO, fundador de la «GACETA DE BUENOS AIRES», primer órgano periodístico de nuestra incipiente Patria.
La presente es una historia que bien se podría encasillar en el rubro deportivo, pero considero que es sobre todo una «Historia de vida».
Corría el año 1958, y en el espacio libre que había detrás de la Municiplaidad y pegado a la Comisaría, donde actualmente se levanta el Centro Cívico, y en un cuadrilátero montado al aire libre con estrellas de techo, se desarrollaba una velada pugilística de las tantas que había en esa época. En esa oportunidad entrecruzaron guantes el crédito local PEDRO «MULITA» GONZALEZ, con una dilatada trayectoria en el campo amateur con más de 120 peleas, asistido en el rincón por los recordados MANUEL TEJEIRO e ISAIAS GONZALEZ, enfrentando al proveniente de la Capital Federal ENRIQUE SCOLLO, que en ese entonces contaba con 18 años, pupilo de JUAN ADROVANDI, quién fue entrenador del campeón del mundo HORACIO ACAVALLO entre otros destacados boxeadores.
Después de haber transcurrido más de cincuenta años, por esas cosas del destino, en la ciudad bonaerense de Carmen de Areco comparten un asado nuestro convecino el «Papero» VIDAL y don ENRIQUE SCOLLO, quién al enterarse de que el papero era de 9 de Julio, se atreve a preguntarle, con algo de miedo (porque la persona a quién se refería podría estar fallecida por el tiempo transcurrido), si conocía a un hombre de un poco más de 70 años con el que había boxeado en sus años mozos, al que apodaban «Mulita», recibiendo una respuesta afirmativa por parte de Vidal, quien también por esas casualidades era vecino del mencionado «Mulita». Don Enrique le comenta que recordaba perfectamente esa pelea y que era su deseo poder conectarse con su otrora rival, por lo que luego de un intercambio de teléfonos se entabla un diálogo semanal por esa vía, tejiéndose una profunda amistad, la que tuvo su punto cúlmine el sábado 1º de junio del corriente, cuando don Enrique decidió viajar a esta ciudad para visitar a su actual amigo (otrora rival en el ring) y darse un fuerte abrazo, sellando una definitiva amistad y comenzando a partir de ese momento otra historia.Pero para ponerle un broche final a la presente, resta decir que ante la pregunta del fotografo de este diario-testigo presencial de estos hechos-, a Don Enrique de cómo había terminado la pelea, éste le contesta tímidamente, «ganó Pedro»; pero en la revancha del tiempo, le digo a don Enrique, que con este gesto de amistad en la vida ganaron ambos.

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