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sábado, abril 27, 2024

Comunicado del Obispo diocesano con motivo de la renuncia del Papa Benito XVI

Todo el mundo, y no solo la Iglesia, ha quedado sorprendida por la noticia que dio el mismo Papa Benito XVI: el 28 de febrero, a las 20 horas, cesará su misión apostólica al frente de la Iglesia Católica como Sucesor de san Pedro y Obispo de Roma. La sorpresa fue grandísima, pues desde hacía muchos siglos ningún papa había abdicado. Hubo Papas que sufrieron persecución, estuvieron prisioneros y exiliados; muchos encontraron grandes dificultades en el ejercicio de su servicio pastoral, y ello fue así en todos los tiempos. Pero no fueron muchos ni de tiempos recientes los que dimitieron. Gregorio XII lo hizo en 1415, buscando la paz de la Iglesia y su unidad; Celestino V en |1294 renunció porque no creía poder cumplir con su deber, siendo un anciano y simple monje y ermitaño. La renuncia del Papa se encuentra prevista en el Código de Derecho Canónico, y ya el mismo Benito XVI había mencionado esta posibilidad, si el Papa se encontrara con dificultades para llevar adelante su misión. Elegido hace 8 años, cerca de cumplir los 86 años de edad, manifestó ante los Cardenales de la Iglesia su voluntad de abandonar su cargo, pues se siente sin las fuerzas necesarias para ejercerlo como considera que debe hacerlo.

Algo sabemos acerca de los pasos a seguir: Benedicto XVI, el 28 de febrero se retirará de los apartamentos pontificios en el Vaticano, y mientras se prepara el Cónclave y se realiza la elección del nuevo Papa, permanecerá en Castelgandolfo, la residencia de verano de los Papas. La Iglesia ha recibido la promesa divina de permanecer siempre fiel, conducida por sus pastores, bajo la guía del Espíritu Santo. En este tiempo nos prepararemos con la oración, rogando por una elección que sea verdaderamente el resultado de la acción del Espíritu, y que el nuevo Papa sea acogido por todos los hijos de la Iglesia con un corazón abierto, para llevar adelante la misión que le fue confiada.

¿Y el Papa Benito XVI? Tuve la inmensa emoción de participar en la Basílica de san Pedro, en Roma, en la misa del miércoles de Ceniza, que señala el comienzo de la Cuaresma. Habitualmente el Papa concurre en este día a la Basílica de santa Sabina, en el Monte Aventino, para la estación litúrgica tradicional. Esta vez, sin embargo, las circunstancias especiales de la celebración, apenas dos días después del anuncio papal, hicieron aconsejable que ella se realizara en el Vaticano, con el acostumbrado ritual de penitencia y de meditación. Una extraordinaria cantidad de fieles, en un clima de intenso recogimiento, acompañó al Santo Padre. Su figura frágil, su expresión bondadosa, su concentración en los textos y en los cantos, en los gestos y en los ritos, la homilía serena y profunda, hicieron de la ocasión una experiencia inolvidable, seguida con silencio y unción que se hicieron patentes en todo momento. Al concluir la misa, el Cardenal Secretario de Estado dirigió al Papa unas palabras muy sentidas, cabal expresión de lo que estaba en el corazón de todos. Se percibía un velo de tristeza, por la despedida del Papa, unido a la admiración sincera, a una gratitud profunda por su ministerio universal. Un largo y sereno aplauso selló esas palabras, y se prolongó durante varios minutos.

Cabe preguntarnos ahora como hemos de valorar nosotros este momento histórico, esta experiencia extraordinaria de fe. Sin duda, ante todo, gratitud a Dios por habernos dado al Papa Benito XVI, que ofreció con generosidad su bondad y sacrificio paternales, su sabiduría y prudencia, para bien de la Iglesia. Pero también debemos examinar nuestra conciencia, y preguntarnos si a lo largo de estos años de su pontificado hemos recibido con fruto cuando él nos entregó, si hemos mostrado un corazón abierto, si nuestra inteligencia ha estado dispuesta a dejarse enseñar, si nuestras acciones han sido coherentes con la vocación del cristiano y la formación recibida. ¿En qué medida hemos colaborado con la Iglesia, con los pastores, con el Papa, para secundar su tarea, hacerla más fácil y a la vez más eficaz? En el dolor de esta despedida, nos preguntamos también si algunos rechazos de nuestra parte, la indiferencia a la voz del Papa, nuestras debilidades, olvidos y traiciones, no han sido causa de sufrimiento, motivo de escándalo, de manera que estamos representando nosotros mismos esas limitaciones que él ha encontrado en el ejercicio de su ministerio.

En los medios públicos se han manifestado posturas y declaraciones de comprensión y estima por el gesto del Papa, provenientes de personalidades de todo el mundo. También se han expresado conjeturas, buscado causas, adelantado suposiciones, que no están probadas ni son verificables. ¿Es necesario todo esto para explicar lo que tan sencillamente el mismo Papa expresó en su anuncio a los Cardenales de la Iglesia de Roma el pasado 11 de febrero?

Con espíritu de fe y en la más sincera comunión con la Iglesia, hemos dispuesto lo siguiente:

1°) que en todas las parroquias se celebre una Santa Misa en acción de gracias por el pontificado del Santo Padre Benito XVI y para rogar a Dios por la elección del nuevo Papa, el miércoles 27 o el jueves 28 – este último día antes del mediodía.

2°) A partir de las 16 hs. (hora argentina) del día 28 de febrero se omitirá en la Plegaria Eucarística y en las celebraciones sacramentales la mención del Papa Benito XVI.

3°) En las misas del Domingo III° de Cuaresma, 3 de marzo, invítese a los fieles a pedir por la elección del nuevo Papa.

Con una profunda gratitud por su ministerio, con respeto y amor hacia su persona, pedimos a Dios que le retribuya al Papa Benito XVI su generosa entrega, y nos unimos en la oración, a la espera del nuevo Pastor de la Iglesia Católica.

Mons. Martín de Elizalde OSB

Obispo de Santo Domingo en Nueve de Julio

Roma, 14 de febrero de 2013

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