20.9 C
Nueve de Julio
domingo, septiembre 14, 2025

Agustín Calzada y Eliseo González. Hermanos en la fe: dos testimonios de vida consagrada y servicio

* Ambos sirvieron activamente en la comunidad marianista de 9 de Julio, como educadores en el Colegio “San Agustín”.
* La trayectoria de ambos se circunscribe en la vocación y el servicio.

Agustín Calzada Gutiérrez (1932-2005) y Eliseo González Rojas (1929-2019) fueron dos marianistas que, respectivamente, pertenecieron al Colegio “San Agustín”. Ambos son recordaros por muchos alumnos nuevejulienses que pasaron por este establecimiento en las décadas de 1960 y 1970.
Agustín y Eliseo iniciaron su formación religiosa en España durante su adolescencia y fueron enviados posteriormente a Argentina como parte de la estrategia misionera marianista para fortalecer la presencia educativa en América Latina. Calzada dedicó veinte años a la labor docente en Argentina y Chile antes de regresar definitivamente a España, mientras que González desarrolló la mayor parte de su ministerio en Buenos Aires, realizando solo breves estancias en otros destinos. Sus vidas representan el compromiso educativo y la vocación misionera de una generación de religiosos españoles que construyeron puentes culturales entre España y América. Ambos fallecieron tras largas trayectorias de servicio: Calzada en Asturias y González en Madrid.

Edificio contiguo al Colegio «San Agustín», donde residía la comunidad religiosa. Allí vivieron Agustín Calzada y Eliseo González.

DEL PÁRAMO BURGALÉS A LOS ANDES: LA VIDA DE AGUSTÍN CALZADA
El 16 de septiembre de 2005, en la localidad asturiana de Pola de Lena, fallecía a los 74 años de edad el religioso marianista Agustín Calzada Gutiérrez, tras dedicar 56 años de su existencia al servicio de la educación católica en dos continentes. Su trayectoria vital constituye un testimonio singular de la vocación misionera que caracterizó a una generación de religiosos españoles durante la segunda mitad del siglo XX.
Agustín Calzada había nacido el 5 de mayo de 1932 en Avellanosa del Páramo, una pequeña localidad de la provincia de Burgos, en el seno de la España rural de la época. Su vocación religiosa se manifestó tempranamente: a los trece años ingresó en el Postulantado de Escoriaza, en la provincia de Guipúzcoa, iniciando así un proceso formativo que lo llevaría por derroteros impensados en su infancia castellana.
El año 1949 marcó el comienzo de su noviciado, período de discernimiento y preparación espiritual que culminaría el 12 de septiembre de 1950 con la emisión de sus primeros votos religiosos en la Compañía de María. Sin embargo, su formación académica y religiosa tomaría un giro transcendental cuando, pocos meses después de profesar, fue enviado al escolasticado de Brandsen, en la Argentina.
La decisión de trasladar al joven Calzada a tierras americanas respondía a una estrategia pastoral específica de la familia marianista: formar religiosos en Argentina para posteriormente desplegar su labor educativa en el país y fortalecer la presencia de la congregación en territorio sudamericano. El 16 de febrero de 1956, Agustín emitió sus votos perpetuos, comprometiéndose definitivamente con su vocación religiosa.
Su trabajo docente comenzó en Buenos Aires, donde permaneció durante nueve años desarrollando su labor pedagógica. La experiencia americana se extendería por dos décadas completas, hasta 1973, período durante el cual su presencia se hizo sentir en diversas instituciones educativas. Los colegios de 9 de Julio, en Argentina, así como los establecimientos de Linares y Santiago, en Chile, fueron testigos de su dedicación educativa y de su compromiso con la formación integral de la juventud. En 1973, tras veinte años de servicio en América, Calzada emprendió el regreso a Europa.
Su retorno definitivo a España le llevó a desempeñar sucesivamente su misión educadora en diversos centros: el Colegio Fundación Rodríguez Fabrés de Salamanca, Nuestra Señora del Pilar de Madrid, el centro de Valladolid y, finalmente, Pola de Lena, donde arribaría en 1981 para permanecer hasta su fallecimiento.
Durante los veinticuatro años que transcurrieron en esta última etapa asturiana, Calzada ejerció como profesor y secretario durante quince años, retirándose posteriormente de la actividad docente activa sin abandonar su compromiso con la comunidad educativa.
Las dificultades de salud comenzaron a manifestarse cuando Calzada se encontraba aún en una edad relativamente temprana.
A pesar de las molestias físicas que experimentaba, mantuvo un cuidadoso cultivo de las relaciones interpersonales dentro de la comunidad, dedicando particular atención de los ex alumnos.
En la madrugada del 16 de septiembre de 2005, Calzada sufrió una grave hemorragia. Los esfuerzos médicos por controlar la pérdida sanguínea resultaron infructuosos, y el religioso falleció pocas horas después.

UNA TRAYECTORIA DE FE Y SERVICIO: ELISEO GONZÁLEZ
El 20 de febrero de 1929, en la localidad burgalesa de Abajas —un pueblo que había forjado una notable tradición de vocaciones religiosas—, nacía Eliseo González Rojas, hijo de Julián González y Lucía Rojas. La sólida formación cristiana del hogar familiar habría de marcar decisivamente el rumbo de su existencia, encauzándola hacia una vida consagrada al servicio religioso que se extendería por nueve décadas.
A los doce años de edad, Eliseo ingresó al Postulantado Marianista de Escoriaza, dando inicio formal a su preparación para la vida religiosa. Su formación continuó en Elorrio, donde realizó el noviciado en 1945, culminando esta etapa fundacional con la pronunciación de sus primeros votos el 18 de septiembre de 1946.
El período de escolasticado, que se extendió de 1946 a 1949, se caracterizó por una experiencia bicontinental. Tras comenzar sus estudios en Carabanchel, fue seleccionado junto a otros jóvenes religiosos para trasladarse al escolasticado de Coronel Brandsen.
La primera asignación comunitaria de González lo condujo al colegio marianista de Buenos Aires, donde el 16 de enero de 1951 pronunció sus votos perpetuos. Durante casi una década permaneció en esta institución, hasta que en 1961 inició un período de considerable movilidad geográfica que lo llevaría por diversos destinos: Linares, Chile (1961-1962), Cádiz, España (1963-1966) y 9 de Julio (1966-1970), donde se le recuerda con estimación
En 1971 retornó definitivamente a Buenos Aires, ciudad que lo acogería hasta sus últimos días.
Quienes conocieron a Eliseo destacan la fortaleza de su carácter y la firmeza de sus convicciones. Poseía una memoria extraordinaria que le permitía retener con precisión datos, fechas y nombres, convirtiéndose en una suerte de archivo viviente para su comunidad. Esta capacidad intelectual se complementaba con una personalidad cordial y sociable, que encontraba expresión en su afición por las celebraciones y su destreza como anfitrión.
Su dedicación a la vida espiritual se mantuvo inquebrantable a lo largo de los años. La participación en la Eucaristía constituía un pilar fundamental de su rutina diaria, práctica que conservó incluso cuando las limitaciones físicas propias de la edad comenzaron a dificultarle el desplazamiento.
El amor hacia su familia natal se tradujo en un contacto permanente con sus parientes en España. Eliseo mantenía informada a su comunidad religiosa sobre los acontecimientos familiares, participando a distancia en celebraciones y momentos significativos de hermanos, sobrinos y sobrinos nietos. En el ámbito profesional, tras su período como docente, asumió funciones administrativas como secretario del Colegio Marianista de Buenos Aires. Su meticulosidad y sentido del orden se reflejaban en el mantenimiento actualizado de estadísticas, registros estudiantiles y documentación docente. Incluso después de su jubilación, continuó ofreciendo voluntariamente sus servicios a la secretaría institucional.
En 2019, ya nonagenario, Eliseo emprendió lo que sería su último viaje a España para visitar a su familia. Durante una peregrinación a Fátima, su salud se deterioró gravemente, obligando su traslado a Madrid, donde falleció el 1° de septiembre de 2019.

PALABRAS FINALES
La figura de Agustín Calzada encarna el perfil de una generación de religiosos que, formados en la España de mediados del siglo XX, llevaron su vocación educativa más allá de las fronteras, contribuyendo a la formación de generaciones de jóvenes en Argentina antes de retornar a su patria. En 9 de Julio se lo recuerda por la gran actividad que tuvo en el Club Deportivo “San Agustín” y en la administración del Colegio.
Eliseo González constituye un testimonio de fidelidad vocacional que reflejó los valores fundamentales del carisma marianista: la formación integral, el compromiso comunitario y la devoción mariana, legado que perduró y hoy es aún recordado por quienes le conocieron.

Más noticias