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sábado, abril 20, 2024

Respetar la vida

Queridos hermanos y hermanas:
La conciencia de los cristianos no puede aceptar que la vida de un niño por nacer sea considerada como algo del cual es posible deshacerse. El reciente fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación no solo abre las puertas a un trámite abreviado para hacer posible el aborto y sin las necesarias garantías de defensa de la vida inocente, sino que disimula la gravedad de su decisión convirtiéndolo en un simple paso aclaratorio de un proceso que se considera normal, y que es objeto de un derecho presuntamente adquirido, pero solamente de la madre. Detrás de este fallo no es difícil prever que se darán situaciones injustas, y vendrá también la confusión de las conciencias, como si las situaciones verdaderamente condenables, como la violación, justificaran una reacción que convierte en víctima a un inocente.
Se pretende distinguir ahora entre la acción legislativa, que no se ha pronunciado claramente todavía sobre la cuestión, y la decisión judicial, como esta dada por la Corte Suprema. Es legítimo pensar que se está indicando así la dirección que tomará en adelante la legislación en materia del respeto por la vida y el derecho de familia, de lo cual hay anticipos en la anunciada reforma del Código Civil.
La situación que estamos viviendo procede de un debilitamiento comenzado hace ya tiempo: la falta de consideración por los valores trascendentes, pues solamente por ellos será posible una vida justa, digna y feliz. La disolución de la familia, el olvido de la gracia sacramental en la constitución de una pareja, llamada a reflejar el amor de Cristo y a trasmitir la vida, es una realidad que observamos todos, y constituye un hecho ciertamente grave para el futuro. Por otra parte, el hedonismo y la irresponsabilidad con que se inician los jóvenes en una libertad sin reglas, conducen a la búsqueda de espacios que facilitan la sensualidad pero no la educan ni la orientan. Hay que condenar la violencia, pero se debe actuar preventivamente, formando las conciencias, preparando para el amor, acompañando en las situaciones difíciles, y proponiendo frente a lo irremediable una respuesta que atienda debidamente a los derechos de la madre, y la ayude en su condición, y a los derechos del niño, que es una persona viviente llamada a nacer.

Celebramos la solemnidad de la Anunciación del Señor, que este año corresponde el lunes 26 de marzo, y es el día dedicado entre nosotros al “Niño por nacer”. Nos recuerda que el Hijo de Dios tomó nuestra naturaleza en el vientre de María, y quiso de esta manera ser en todo semejante a nosotros, menos en el pecado. Invito a los fieles a participar en la Eucaristía en esa fecha y en las demás manifestaciones previstas, para pedir por el respeto a la vida y para que el Señor nos inspire sobre los pasos a dar para formar las conciencias, defender el derecho de los inocentes y alejar de nuestra patria y de nuestras familias las consecuencias de actitudes tan apartadas de la Ley divina.

Pido a Dios que la vida de los cristianos no se vea afectada por estas disposiciones, y que con verdad y firmeza se mantengan fieles a su vocación en la unidad de la Iglesia.
9 de Julio, 14 de marzo de 2012
Mons. Martín de Elizalde OSB
Obispo de Santo Domingo en
9 de Julio,
R. Argentina

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