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viernes, abril 26, 2024

Diario EL 9 DE JULIO cumple 113 años

Hoy, Diario EL 9 DE JULIO, arriba al 113° aniversario de su fundación. Con la firmeza en las convicciones legadas por sus fundadores, este Diario que nació cuando 9 de Julio aún conservaba la configuración del siglo XIX,  ha vivido  la intensidad del agitado siglo XX y, habiendo  cruzado el umbral del nuevo milenio, transita ahora  la tercera década del siglo XXI. Ya no solamente son el papel y la letra impresa los recursos para informar a la comunidad sobre su actualidad, una fuerte presencia en la web y en las redes sociales distinguen a este Diario que se ha ido transformando a la luz de los tiempos modernos.
Este 113° aniversario encuentra a EL 9 DE JULIO inmerso en nuevos proyectos que se conciben, para ponerlo con todo su potencial en el mundo digital sin perder, desde luego, su esencia de medio periodístico impreso. Lejos de reemplazar la edición en papel, el formato digital y todos los recursos que ofrecen las nuevas tecnologías, vienen a complementarla.
Esencialmente localista, el contenido de EL 9 DE JULIO refleja en primer término la vida de nuestra comunidad. Esta identidad se mantiene a lo largo del tiempo y es clave en estos momentos en que, frente a la multiplicidad de información, al vértigo y la velocidad con que se ofrecen las noticias y a la masificación de los contenidos, resulta gravitante rescatar el valor de lo local.
EL 9 DE JULIO arriba a este nuevo aniversario renovando su compromiso con sus lectores, con los anunciantes y con toda la comunidad de 9 de Julio, por cuyo progreso y bienestar viene bregando a lo largo de 113 años.
Fachada del primer edificio que ocupó Diario EL 9 DE JULIO.

UN POCO DE HISTORIA

Para 1909 los dos periódicos que circulaban, en la promisoria ciudad de 9 de Julio, con mayor importancia eran «El Luchador» y «El Provenir».
El primero, «órgano del Partido Autonomista», defendía la posición del gobierno local y respondía a los ideales políticos de la clase gobernante. Fundado un trienio antes, tenía como director a Juan Gallupi di Cirela, un profesor de esgrima que en su Italia natal había ostentado título nobiliario.
«El Porvenir», por su parte, fundado el 2 de junio de 1895 se hallaba bajo la dirección del perspicaz publicista Benjamín Fernández, otrora fundador del comité local de la Unión Cívica Radical. De marcada tendencia liberar -entiéndase este término aplicado al liberalismo de la época- oponía con dureza a las autoridades municipales, al clero y a la enseñanza religiosa, en muchas ocasiones con ataques explícitos y personales.
Esta era la realidad, si así cabe expresarlo, en la que debió surgir «EL 9 DE JULIO», el otoñal sábado 15 de mayo de 1909.
Mariano Arroyo Vázquez, fundador del Diario.

La redacción, administración y talleres fueron instalados en un modesto edificio relativamente pequeño. El equipo impresor estaba compuesto por una pequeña minerva a pedal, marca «Diamant» (la misma, en la actualidad, se conserva expuesta en la sede del Diario), donde se estampaban las páginas que llegaban al lector dos veces por semana (miércoles y sábados).
El tamaño de sus páginas era, para entonces, y teniendo en cuenta los demás periódicos del lugar, una verdadera innovación. Las dimensiones eran de 35 por 26 centímetros, y la diagramación solía realizarse a tres columnas, de 7 centímetros cada una.
Al ingresar a la redacción instalada en aquel primitivo edificio, nadie podía dejar de experimentar una agradable sensación interior. Apenas se dejaban atrás la sobria puerta de acceso y el escaparate donde se exhibían las novedades, se divisaba inmediatamente una biblioteca pendiente, sobre una de las paredes laterales, sobre la cual formaban armoniosa fila una regular cantidad de gruesos volúmenes; y por encima de sus lomos era factible ver un sinnúmero de señaladotes que indicaban sitas y textos. Sobre una gran mesa trabajaban los redactores. Más atrás, el jefe de redacción impartía las principales directiva y corregía las pruebas de imprenta.
En el primer cuarto de 1911, el periódico se hallaba bajo la dirección de Valentín Pérez, y las instalación habían sido ubicadas en una vivienda de la calle Catamarca (hoy Ramón N. Poratti) al 579. Por entonces, también se hallaba a cargo de la hoja el fotógrafo Pérez (1887-1974), quien también trabajaba como fotógrafo en el estudio de Rafael Adobato y descollara más tarde en ese oficio en la localidad de América.
El 1º de enero de 1912, la imprenta pasó a manos de la firma comercial integrada por Mariano Caccialanza, Santiago de la Torre y José Schiaffino. En el último, debió ocupar la dirección, atrayendo hacia sí un cuerpo de redactores de prestigio. Entre aquellos cabe recordar a Francisco Camps, director, más tarde, de «Miniaturas» y «El Imparcial»; D. Fontanarrosa; Alfredo Pastorino; Pedro J. Molinari y Francisco De María. En la jefatura de la redacción se hallaba el joven maestro José G. García, quien con el devenir del tiempo se destacará en los ámbitos culturales de la sociedad nuevejuliense.
Por esta época comenzaban a editarse algunos suplementes especiales, con tipografía en color e ilustraciones también coloreadas en varios tonos.
En 1915, con motivo de la Exposición Universal de Filadelfia, en los Estados Unidos, fueron expuestos varios ejemplares del periódico. Con poco más de un lustro de existencia, mereció ser distinguido con un diploma y una medalla de honor.
A lo largo de la década de 1920, el periódico parece buscar una consolidación, de la mano de los directores Mariano H. Acosta y Salvador Gómez, respectivamente. Además de incrementarse el tamaño den el formato del papel, creció el número de artículos y colaboraciones, y los suscriptores pudieron gozar de los beneficios de un consultorio médico (atendido por el doctor Arturo Loruzzo) y asesoramiento jurídico.
El 28 de junio de 1928, se llevó a cabo en 9 de Julio un importante Congreso de la Prensa, al cual asistieron representantes de los medios gráficos más importantes de la Provincia de Buenos Aires. Allí ya se había concebido, entre los periodistas locales, la idea de crear una entidad que los nucleara.
Fue así que, por iniciativa de Miguel Navello y Ambrosio Martínez, fue fundado el Círculo de Periodistas de 9 de Julio, siendo el representante de EL 9 DE JULIO uno de los miembros de la junta directiva.

ARTURO Y JOSE MARIA DE LA PLAZA
En noviembre de 1929, Arturo de la Plaza adquirió el fondo editorial de EL 9 DE JULIO, así como las instalaciones ya trasladadas a un local de la avenida Vedia, luego de haber pasado por uno de la calle San Luis. Como el propietario no poseía experiencia en la actividad periodística, confió la dirección a su hermano José María, quien ya había dirigido dos pequeñas tiradas «La Hoja del Pueblo» y «El Heraldo».
En abril de 1930 el periódico fue trasladado a un edificio más amplio, también en la avenida Vedia, y donde hubo funcionado por espacio de siete décadas.
Por este tiempo, pudo ser clara la ideología imperante en el medio de prensa y, fundamentalmente, impuesta por sus directivos. Al extremo de ser llevados al componedor algunas polémicas, innecesaria controversia, con el director del periódico «El Gráfico».

ANTONIO Y  ALBERTO AITA
El febrero de 1935, los hermanos Antonio y Alberto Aita adquirieron la empresa. Antonio ya trabajaba desde hacía más de diez años como tipógrafo; mientras que Alberto «Reca» (nacido en 1917), se había incorporado al establecimiento en 1933 después de haber trabajado en la imprenta de «El Porvenir», de Juan, Vicente y Teófilo Galluppi.
La dirección le fue confiada al reconocido escritor Juan Farías, y completaban el plantel Ismael Martínez y los hermanos Juan y Carlos Martíno. También, se hallaba integrado otro zagas periodista, Alfredo Mastrangioli, quien firmaba sus trabajos con el pseudónimo de «Higio Tranmas».
Antonio Aita (izquierda) y Alberto Aita (derecha) a comienzos de la década de 1940.
Fue Antonio Aita el director que permaneció por mayor período de tiempo al frente de EL 9 DE JULIO. Asumió en 1943, luego de un breve interinato directorial de Pascual Aiello. Su hermano, Alberto, a partir de entonces comenzó a ocuparte de la administración, además de la tarea en el taller.
A partir de 1943 algunos medios de prensa del país comenzaron a ser objeto de la cesura. Para el año siguiente, la clausura de los periódicos, de portura crítica para con el gobierno de turno, se hizo evidente.
Frente a ello, EL 9 DE JULIO debió realizar un «alto en el camino». El sábado 4 de marzo de 1944, un ejemplar con las mismas características, diseño y secciones que conformaban habitualmente EL 9 DE JULIO salió a la calle, pero con la denominación de «Voz Nuevejuliense». Lo que se deseaba, frente a la situación imperante, era presentar a esta como una nueva publicación, pues, comenzaba a numerarse desde el 1.
En agosto de 1950, EL 9 DE JULIO, publicó una nota relacionada con la prisión que debía soportar el dirigente de la Unión Cívica Radial, doctor Ricardo Balbín. En consecuencia, la administración local de Correos -reproduciendo una actitud del Ministerio de Comunicaciones- resolvió la no distribución del periódico.
Esta situación, de breve duración pero considerable, fue planteada por el diputado Juan M. Casella Piñero, en la 11ª Sesión Ordinaria de la Legislatura bonaerense, del 22 de agosto de ese año(6).
En junio de 1955, el director Aita junto con varios vecinos debió soportar la privación de su libertad. Y a los quince días de haber sido liberado de su arresto, EL 9 DE JULIO fue objeto de la clausura.
En septiembre de ese año, al estallar la Revolución Libertadora, el periódico se encontraba clausurado. Los tipógrafos debieron sortear la tapia posterior para ingresar al edificio y preparar la edición… Un titular, con grandes tipos, aplaudía jubilosamente: «Cayó el tirano».
Antonio Aita junto a la antigua linotipia.
Alberto Aita (izquierda) y Antonio Aita (derecha) en la antigua sede de la avenida Vedia 784.

NUEVOS TIEMPOS
Un año más tarde, en 1956, comenzó a publicarse diariamente, con un tamaño de 50 x 35 cm.
En 1966, se producía una importante tirada diaria, con una plana automática, modelo 1956. El personal, además de los tipógrafos, estaba formado por un fotógrafo, un diagramador, y tres redactores.
Desde enero de 1980, su formado es «tabloide», incrementándose en número de páginas, impresas -desde entonces- con el sistema offsett.
En septiembre de 1995, como consecuencia del fallecimiento de Antonio Aita, asumió la dirección, su hermano Alberto, incorporándose la docente Estela Rosa Manfredi Aita, sobrina de ambos.

Estela Rosa Manfredi Aita, directora de Diario EL 9 DE JULIO.
Poco menos de un lustro más tarde, el 15 de noviembre de 2000, Estela R. Mandrefi Aita asumió la dirección del Diario «El 9 de Julio».
A partir de entonces, habrá de concretarse en el tradicional Diario, una importante trasformación. Desde los estilos de diagramación gráficas, buscando los medios más avanzados, hasta la impresión gráfica, procurando la mejor calidad.
Desde entonces, se iniciaron las gestiones en favor de trasladar la dirección, administración, expedición, talles y Archivo, a un edificio más amplio y moderno. Lo primero, fue instalar la planta de impresión, la que comenzó a funcionar el 18 de diciembre de ese año.
Ya el 29 de diciembre de 2000, «El 9 de Julio» funcionaba a pleno en el confortable edificio -de la esquina de Avda. Vedia y Sarmiento-, que habría de ser inaugurado oficialmente el 15 de mayo de 2001.

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