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Nueve de Julio
sábado, abril 20, 2024

Serafín Carassai

La vida de un inmigrante

* Como muchos inmigrantes de su tiempo llegó a estas tierras buscando un porvenir para su familia.
* Apenas arribó al país se estableció en el Partido de 9 de Julio, en la zona rural cercana a la localidad de La Niña.
* Fue uno de los primeros productores agropecuario en poseer una máquina trilladora accionada con motor de valor.
* Muchos de sus descendientes aún viven en nuestra ciudad

La vida de los inmigrantes que llegaron al país en las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del siglo XX; o, más bien, en el motor que los impulsó a emprender la travesía de dejar su patria para cruzar el océano y establecerse en una tierre extraña, tiene un común anhelo: el deseo de brindar un mejor porvenir para sus hijos.
Si bien, es verdad, muchos arribaban solteros buscando conquistar “la América”, otros llegaban en compañía de sus pequeños hijos, aspirando a brindarles un futuro mejor.
Tal fue el caso de don Serafín Carassai, un inmigrante italiano que se estableció en el Partido de 9 de Julio en las postrimerìas del siglo XIX. Se abrió paso, atravesando por innumerables adversidades, hasta hacerse de una buena posición que, al mismo tiempo, les permitió a sus hijos desarrollar otros emprendimientos.
UNA VIDA QUE PASA
Serafín Carassai había nacido en Loreto, provincia de Ancona, el 24 de diciembre de 1848. Después de trabajar como campesino en su tierra natal decidiò emigrar, arribando a la Argentina, junto a su esposa y sus hijos, en 1897. Al principio se alojó transitoriamente, por espacio de una semana, en el Hotel de Inmigrantes, desde donde los enviaron a la zona agrícola del oeste de la Provincia de Buenos Aires.
En el Ferrocarril del Oeste llegaron a 9 de Julio y, desde aquí, en carreta, exhortados por otros paisanos italianos, se dirigió a la Estancia “Santa María”, cerca de la localidad de La Niña, donde estaban requiriendo personal para el trabajo rural. Allí se empleó Serafìn junto a su grupo familiar y, ademàs, en el tiempo libre, se dispusieron a trabajar para otros chacareros de la zona.
DE PEON A CHACARERO
Por entonces, Serafín Carassai trabó gran amistad con la familia Avila, propietarios de un histórico establecimiento, la estancia “La Virgen”. Los hijos de don Serafín fueron, al mismo tiempo, fueron amigos de Macario y Pedro Avila, hijos de don Cándido Avila, quienes se consideraban mutuamente como hermanos.
Merced a un gran esfuerzo de trabajo, Sefarín Carassai logró adquirir su propia chacra, de unas ochenta y ocho hectáreas, ubicada también en La Niña.
Una de las primeras trilladoras inglesas, accionada por fuerza motriz a vapor, de las que funcionaron en el Partido de 9 de Julio fue la de don Serafin. Los lugareños, asombrados por la adquisición innovadora y por la potencia de la maquinaria, bautizaron al motor con el nombre de “Tigre”.
Don Serafìn junto a sus hijos, además de poseer su propia chacra continuaron trabajando como contratistas rurales y en los establecimientos de Avila, Galo LLorente, Elisardo Cascallar y Bernardo Pierry, entre otros.
En 1910, la familia adquirió una vivienda, en la calle Levalle, que aún se mantiene en pie, a media cuadra del antiguo Prado Español.
SU FAMILIA
Serafín Carassai había contraído matrimonio en Italia con Anunciada Tadei (nacida en 1857). Sus hijos, nacidos también en Europa, fueron fueron Nazareno José Mariano (nacido el 5-III-1885), Juan Enrique (23-II-1887), Luis (22-XII-1888), Santo (10-XI-1890), María (1893) y Luisa (12-VIII-1895). En Argentina nació Augusto (en 1901), el màs pequeño de sus vástagos.
Nazareno casó en 1909 con Fulgensia Silva; Juan unió su vida a Rosa Agostinelli; Luis casó con Clotilde Sola, María contrajo enlace con Antonio Dottori y Augusto con Luisa Bailon. Santo y Luisa, fallecieron solteros.
PALABRAS FINALES
Serafín Carassai falleció 13 de diciembre de 1921, su esposa lo sobrevivió varios años, falleciendo el 22 de agosto de 1933.
En su carrera vital se puede apreciar el esfuerzo, la dedicación y la constancia, cualidades propia de quien, habiendo arribado, allende los mares, sin más que un sueño, logró forjar un mañana próspero para sus hijos.
Agradecemos a Nicolás Pisolato el aporte de referencias e imágenes para la elaboración de la presente semblanza.

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