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jueves, marzo 28, 2024

A quince años del milagro de Estambul

CARLOS GRAZIOLO

Hace poco, el 25 de mayo, se cumplieron 15 años de lo que hasta ahora es la final más épica de todas. Liverpool (Inglaterra) y Milán (Italia) habían alcanzado la final de la Champions League que se jugaría en Estambul (Turquía).
El desarrollo del partido fue uno de esos que cuando termina el primer tiempo, dejas encendido el televisor pero te ponés a hacer otra cosa porque el resultado casi había sentenciado el final. Tras los primeros 45 minutos Milán ganaba 3 a 0 (Paolo Maldini al minuto y 2 de Hernán Crespo). Liverpool se fue al descanso con un resultado adverso casi irremontable y para colmo con dos reemplazos por lesiones. Le quedaba un solo cambio a los rojos dirigidos por el español ‘Rafa’ Benítez.
El Milán, dirigido por Carlo Ancelotti, era casi una selección mundial de cracks: Dida, Cafú y Kaká, brasileños; los itálicos Nesta, Maldini, Pirlo y Gatusso; los holandeses Stam y Seedorf, el ucraniano Shevchenko y el argentino Crespo. El poderío del Liverpool era inferior en categoría y nombres rutilantes.
Pero el Liverpool logró lo que parecía imposible: hubo una ráfaga de 6 minutos inmortales en la historia del fútbol: a los 54, 56 y 59 minutos, Gerrard, el histórico y fantástico ídolo de los rojos, descontó (1-3) de cabeza y 2 minutos después Smicer desde lejos sorprendió a Dida (2-3) y animó un partido que parecía muerto y el Milán entró en pánico, tanto que 3 minutos más tarde Gerrard –otra vez- apareció en el área, fue derribado por Gatusso que no podía creer lo que pasaba y Xavi Alonso empató un partido que a esa altura era una locura: en el estadio y para los que veían desde sus televisores.
El partido que parecía perdido, estaba empatado y así siguió hasta terminar, como también terminó en la prórroga que derivó en los penales. Y el Liverpool, que había empatado en apenas 6 minutos un partido que ya es historia del fútbol mundial, definió a su favor el ganador de esa Champions con su arquero, el polaco Dudek –que ya había tenido dos paradas milagrosas deteniendo sendos tiros del delantero ucraniano al arco vacio en el alargue- que volvió a consagrarse deteniendo dos penales en la final más increíble que se tenga memoria.
Hay toda una leyenda sobre que dijo realmente ‘Rafa’ Benítez en ese entretiempo fatal: el mismo le quitó esa aureola de poesía que algunos le adjudicaban y sólo se atribuyó haber acertado en un par de cambios: «Estaba tomando notas cuando acababa el primer tiempo. Tenía que dar la charla en inglés y se iban a perder muchos matices. Mientras lo preparaba nos metieron el tercero, así que tuve que cambiarlo todo en unos segundos», supo contar.
Pero, aparte de lo táctico, ¿cómo se levanta la moral de un equipo que va tan atrás en el marcador? Desde el vestuario se escuchaban los cánticos de los aficionados ingleses, así que Benítez apeló a ellos, pero con mucha menos poesía de la que ha añadido la leyenda a la realidad. «Les dije que dieran la cara por los aficionados –con otras palabras, claro- apelé a su profesionalidad y les señalé que si marcábamos pronto lo podíamos lograr. Luego he visto en vídeo cómo cantaba nuestra gente en el descanso y era algo impresionante», señala, aunque lo que más recuerda de esos 15 minutos que cambiaron la historia del Liverpool para siempre tiene que ver con la pizarra: «Al final fue un poco caótico, porque hubo que reajustarlo todo en muy poco tiempo. Pero salió bien», agregó.
La correcta lectura desde el banco del DT Rafa Benítez para conseguir la remontada y los goles de Gerrard, Smicer y Xabi Alonso, podrían ni siquiera haber servido de no ser por la providencial doble atajada del polaco Dudek en tiempo de prórroga, frente a un cabezazo y posterior remate de Schevchenko que hubiera echado toda la hazaña por el suelo. Volvió a vestirse de héroe al contener los disparos de Andrea Pirlo y del mismo delantero ucraniano, sellando para el Liverpool la obtención del máximo trofeo europeo a nivel de clubes.
Nunca ha habido una final más llena de emoción y tal vez nunca la habrá. Benítez reconoce que: «el trabajo da sus frutos, pero el fútbol consta de muchos más factores; el peso de la camiseta y la mística de los colores del Liverpool, que representan tanto para tanta gente, fueron decisivos. En otro equipo, con otros aficionados, no hubiera sido posible», supo declarar. Por si antes no lo había creído, un milagro en Estambul se lo enseñó. Aunque todo fuera mucho menos poético de lo que cuenta la leyenda.
Pero quizás la mejor síntesis de lo ocurrido el 25 de mayo de 2005 en Estambul la encuadra la frase de Bill Shankly, otro legendario entrenador del Liverpool que ostenta el récord de ser el entrenador que más veces ha dirigido al equipo de Anfield; lo llevó desde la segunda división a conquistar entre otros títulos tres campeonatos de liga y una copa de la UEFA. Shankly dijo que: “El fútbol no es una cuestión de vida o muerte. Es mucho más que eso”.

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