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martes, abril 23, 2024

Nota de opinión

* Por Eduardo Gallo Llorente [email protected]

Esta semana se conocieron las insólitas declaraciones de Horacio González, sociólogo, fundador de Carta Abierta y director de la Biblioteca Nacional durante buena parte del gobierno kirchnerista, quien dijo “que había que reescribir la historia valorizando de distintas maneras la guerrilla de los 70”. Considero que una valoración positiva de dicha guerrilla y que escape un poco de los estudios sociales que hoy la ven como una elección desordenada, peligrosa e inaceptable debe cambiarse por una valoración positiva.
A los kirchneristas ya no les alcanza con hablar de juventud maravillosa, exagerar hasta el límite de imponer por ley el número de desaparecidos de la dictadura militar llevándolos a un número de 30.000 personas desaparecidas. Tampoco alcanza con indemnizar con importantes sumas a sus familiares y pronto van a exigir la construcción de monumentos y nombrar calles con los nombres de los principales guerrilleros. Los jóvenes de hoy seguramente saben poco de esta época y de sus consecuencias. Eran grupos armados que en el caso de los Montoneros provenían de la extrema derecha fascista de Tacuara. En 1974 se pelearon con Perón y pasaron a la clandestinidad y a la lucha armada. Cometieron innumerables actos de rebelión o sedición atacando objetivos militares y civiles durante un gobierno democrático. Ese mismo año mataron al dirigente sindical José Ignacio Rucci, muy allegado a Perón, para demostrarle su poder. Fallecido Perón que había sido elegido con el 62% de los votos, un año después durante el gobierno de Isabel Perón, intentaron tomar un regimiento en Formosa y mataron conscriptos y militares. Hay que recordar que sus familiares nunca recibieron indemnizaciones importantes como sí la de los familiares de los guerrilleros fallecidos. Entre los conscriptos se encontraba el soldado Luna, de muy humilde origen, un héroe de la Patria que no se rindió ante la exigencia de los sediciosos y pagó con su vida. La grieta, en especial entre los intelectuales, no está cerrada, afirmó en un reportaje televisivo Beatriz Sarlo quien al igual que Juan José Campanella, Santiago Kovadloff, Graciela Fernandez Meijide y otros, publicaron una carta repudiando los dichos del líder de Carta Abierta. En uno de los párrafos los intelectuales se mostraron preocupados y señalaron que las apreciaciones de Horacio Gonzalez son estrictamente políticas y así deben ser leídas. “Creemos que la glorificación de la violencia política no reconoce fronteras temporales y es en todos los casos una celebración de la muerte”, advierten los intelectuales al final de su misiva.
En el mismo reportaje Beatriz Sarlo afirmó “ que quizás Horacio Gonzalez tuvo amnesia por la edad”. Agregó que Gonzalez no leyó u olvidó los libros escritos desde 1985 sobre el tema de la guerrilla, algo que resulta extraño porque fue Director de la Biblioteca Nacional y muchos guerrilleros fueron autores de los mismos. Más adelante Beatriz Sarlo consideró “Horacio está olvidando que Héctor Schmueler, ex montonero un gran amigo de él y mío fue de los primeros que dijo hay que pensar si los asesinados por la guerrilla no tenían derechos humanos”. Posiblemente esté ”buscando prensa”, agregó la intelectual, a quien no se puede criticar por Macrista.
Hace un tiempo el escritor Mempo Giardinelli y luego el humorista Dady Brieva empezaron a hablar de una Conadep del periodismo o en otras palabras, en un futuro gobierno K, controlar y juzgar a los periodistas.
Esta semana Gisella Marziotta candidata a vicejefa porteña en un ping pong de preguntas y respuestas afirmó estar de acuerdo con dicha Conadep. A las pocas horas, junto al candidato a jefe de gobierno Matías Lammens, se desdijo de sus dichos. Declaró que se distrajo en medio de las preguntas. Es difícil creer dicha explicación y es más probable que Alberto Fernández o Matías Lammens, o ambos, la hayan llamado y convencido de que era mejor reconocer el error o la distracción. Lammens en seguida trató de separarse de la afirmación de su compañera de fórmula, incluso llegó a sugerir que el repudio a esa idea debería empezar por los principales referentes del kirchnerismo. Agregó “que cuando la política empieza a opinar de la labor de los periodistas puede encender algún tipo de censura y es peligroso para la democracia”.
Al pobre tío Alberto le cuesta disciplinar a la tropa y todos sabemos que dentro de su espacio hay gente de izquierda y derecha, que el peronismo no es un partido sino un movimiento y como lo dice la palabra se mueve de un extremo a otro de las muchas vertientes o líneas internas.
La reivindicación de ambos temas tratados suena hoy tan absurda como la de los excesos de la lucha antisu- bersiva y los delitos de lesa humanidad cometidos desde el Estado.

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