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sábado, abril 20, 2024

Lorenzo Aspe: Un gran maestro, misionero y vasco

HISTORIA DE VIDA

* Había ingresado con apenas 10 años, en España, a la antigua comunidad Marianista.
* A esa edad partió en misión a Japón, donde vivió por una década.
* A los 16 años concluyó el noviciado y en 1939, cuatro años después de haberse fundado el Colegio Marianista, en Rivadavia y Emilio Mitre, quedó en el país para siempre.
* En los inicios del Colegio Marianista de 9 de Julio formó parte de la comunidad religiosa.

Este mes se cumple un nuevo aniversario del fallecimiento de Lorenzo Aspe, el “Vasco”, una figura apreciada por la comunidad de 9 de Julio, vinculada al Colegio Marianista “San Agustín.
Don Lorenzo Aspe fue un religioso marianista que vivió con dedicación y pasión su vocación hasta el final de su vida. Educador y Maestro de la Vida, hombre de fe profunda y oración. Perseverante y generoso, trabajador sencillo y abnegado. Duro e irreductible en muchas de sus posturas religiosas pero detrás de su armadura vasca, fue un hombre de un gran corazón.
Había nacido en Vitoria, España, el 10 de agosto de 1913. Sus padres Fermín y Bibiana tuvieron otros 16 hijos. A los 10 años, luego de pasar sus primeros años de escolaridad en una escuela pública, ingresa al Colegio Santa María de Vitoria. Dos años después ingresa al Postulantado marianista en Escoriaza.
VOCACION RELIGIOSA
Ingresó al Noviciado de Elorrio donde hizo sus primeros votos el 5 de setiembre de 1929. Luego de un año en Segovia y dos nuevamente en Escoriaza como escolástico sale a comunidad. Durante un año residió en Cádiz y cinco en Jerez de la Frontera. Allí obtuvo el título de magisterio
EN LA ARGENTINA
Fue enviado a la Argentina como misionero en diciembre de 1939.
A siete años de la fundación de la primera comunidad marianista en Buenos Aires, y a solo cuatro del inicio del Colegio Marianista, llega para estrenar la nueva y definitiva sede de la primera obra educativa marianista propia de Sudamérica. Allí fue durante un año maestro de tercer grado y luego habilitado para dar las clases que hiciese falta en el secundario: Historia, Geografía, Lengua y Literatura, Biología, Anatomía, Caligrafía y Dibujo, Religión. Desde siempre también tuvo una gran preocupación por acercarse y ayudar a los más pobres. En aquellas primeras décadas en Buenos Aires colaboró con un jesuita que trabajaba en unas barriadas muy pobres en Villa Lugano (muy cerca de la obra parroquial y educativa de Fátima de Villa Soldati asumida por la Familia Marianista hace unos años).
EN 9 DE JULIO Y EN JUNIN
En 1963 será parte de la comunidad que fundará la presencia marianista en 9 de Julio y dos años después será también parte de la fundación en Junín.
En ambos colegios desarrollará todas sus cualidades docentes en un Colegio que fue creciendo año a año. También fue profesor de todas las materias que hiciera falta y desarrolló una gran misión de acompañamiento de los alumnos y exalumnos.
Cuanto se le obligó a jubilarse como docente a los setenta años se dedicó a construir casas para los más pobres. Acompañado por alumnos del Colegio Marianista fabricaba bloques con los que luego construía las casas especialmente para madres solteras o mujeres solas con sus hijos. Dedicado a los más pobres siguió siendo un gran educador con los alumnos del Colegio.
Ya retirado de la docencia, Don Lorenzo volvió a 9 de Julio y luego con sus flamantes 80 años a Catriel, en la Patagonia, donde los marianistas animaban una Parroquia. Volvió a Buenos Aires, a la Comunidad del Colegio Marianista de Caballito, después de 32 años y permanecerá allí hasta su muerte.
SU CENTENARIO
Siempre activo y dispuesto, ofreciéndose para cubrir alguna clase, visitando y ayudando exalumnos, trabajando en el desayuno para personas en situación de calle en la vecina Parroquia de Santa Julia. La celebración de los 100 años fue una verdadera fiesta en etapas en Buenos Aires, Junín y 9 de julio.
Un año después tuvo una caída que marcó el inicio de una nueva etapa con algunas dificultades en el movimiento. Siguió levantándose con esfuerzo todos los días hasta el final, para rezar, leer el periódico ¡sin anteojos!, participar de la Misa y el almuerzo en comunidad. Lúcido hasta el último día de su vida, y con un sano orgullo de ser el decano de la Compañía de María, vivió un proceso admirable de dejarse cuidar y acompañar.
IMBORRABLE EN LA MEMORIA
El periodista José Claudio Escribano escribió que “la figura espigada de don Lorenzo Aspe será imborrable en la memoria de las casi ochenta promociones de estudiantes de la comunidad religiosa Marianista en la Argentina”.
Según Escribano, tuvo una “longevidad acorde con la austeridad ejemplar de su vida”.
“‘No comas pan, que echas panza. ¿Dónde has visto un vasco panzudo’, repetía este hermano cuyos brazos fuertes prestaban utilidad en el oficio más inesperado: el de enfermero, albañil, peluquero, y desde luego, que también servían para batir el aire con el amago de coscorrón que calmaría algún desmán de los muchachos en los recreos…”, decía. Fue un auténtico maestro, de principio a fin.
Lorenzo Aspe falleció el lunes 21 de agosto de 2017.

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