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Nueve de Julio
miércoles, abril 17, 2024

La historia nuevejuliense a través de las fotografías: el servicio de agua potable

* Por Héctor José Iaconis.

La fotografía que publicamos hoy fue tomada, en 1913, por Rafael Adobato. En la misma se observa, en el extremo izquierdo, la torre-tanque de “aguas corrientes”, construída poco menos de una década antes. En realidad, cuando el fotógrafo registró esta imagen, su presencia de el lugar fue motivada por deseo de plasmar en la gelatina de plata el flamante edificio levantado en el mismo predio ese año, perteneciente a la usina eléctrica (hoy sede del Museo Histórico y Centro Cultural).

LA GÉNESIS DEL SERVICIO DE AGUA POTABLE
En 9 de Julio, un pueblo floreciente, que para entonces ya contaba con una planta generadora de energía eléctrica, fue inaugurado el 3 de septiembre de 1905 el servicio de aguas corrientes, un emprendimiento anhelado por la comunidad y requerido desde diferentes sectores de la sociedad.
El 3 de diciembre de 1903, el Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Marcelino Ugarte en su mensaje a la Asamblea Legislativa, expresaba que “la dotación de aguas corrientes a los centros urbanos de la Provincia, ha sido también materia de meditación”.
A comienzos de 1904, el intendente municipal del Partido de 9 de Julio, Rafael Prieto, había tomado la decisión de llevar adelante las obras necesarias para la instalación del servicio de aguas corrientes en el pueblo. Para ello, una de las primeras gestiones realizadas, antes de solicitar cualquier autorización del concejo deliberante, fue la de dirigirse a una de las empresas más conocidas en la época, dedicadas a la realización de este tipo de obras públicas: “Vicente Macchi y Cía”, cuyas oficinas se encontraban en la ciudad de Buenos Aires, en la calle Maipú entre Corrientes y Sarmiento. El objetivo era, encomendar «los estudios preliminares que deberán efectuarse con sujeción a los adelantos alcanzados en esta clase de instalaciones y teniendo en cuenta el aumento de población hasta el número de 15.000 habitantes”.
Prieto encargó a la aludida empresa las memorias descriptivas, los planos de las diferentes construcciones y los despachos técnicos necesarios para una futura licitación. Asimismo, Macchi, una vez escogido el predio donde habría de construirse la usina de aguas corrientes, efectuó la primera perforación para la extracción del líquido y su correspondiente estudio.
Desde el momento mismo en que el intendente municipal de 9 de Julio comenzó a proyectar las obras para la instalación del servicio de aguas corrientes incurrió en significativos errores, muchos de los cuales en su momento serán cuestionados por sus opositores políticos. Al principio, esas irregularidades tuvieron un carácter exclusivamente procedimental.
En febrero del mismo año mandó realizar la primera perforación, cuyas muestras de agua extraídas fueron enviadas a la Oficina Química de la provincia de Buenos Aires, en el terreno sobre el cual más tarde se construirá la planta. Esa parcela, tal como habrá de firmarlo oportunamente el propio intendente Prieto, era una plaza pública.

EL PROYECTO
El 7 de marzo de 1904 la Oficina Química de la Provincia de Buenos Aires remitió los resultados del análisis efectuado, deduciendo que “las aguas analizadas son buenas y por lo tanto aptas para la alimentación”. Con esa nota, el intendente Prieto se apresuró a dirigirse al Concejo Deliberante, solicitando autorización para acometer las obras de instalación del servicio de aguas corrientes.
En su mensaje al Departamento Deliberativo, el Intendente consideraba gravitante “propender por todos los medios […] al mejoramiento de las condiciones generales del municipio entre las que figura en primera línea, la conservación de la higiene y salubridad pública […] proyectando la instalación de un servicio completo de aguas corrientes, que reclama con urgencia el desarrollo creciente de la población y el estacionamiento de ciertas enfermedades que con carácter de endémicas vienen desde algún tiempo haciendo presa a sus moradores”.
“Autorizadas –proseguía- opiniones científicas y entre ellas la del médico municipal Doctor Félix Arauz, encuentran el germen de dichas enfermedades en las aguas de los pozos comunes de que se abastecen los habitantes y ante esta funesta evidencia, no es posible que el poder comunal permanezca indiferente, debiendo por el contrario hacer toda clase de esfuerzos, para que la población sea abastecida con aguas potables libre de toda clase de infecciones”.

LA INAUGURACIÓN
El domingo 3 de septiembre de 1905 fue inaugurado, en 9 de Julio, el servicio de aguas corriente, cuya instalación venía requiriéndose desde hacía una década. Las celebraciones realizadas ese día, en parte de las cuales que participó el Ministro de Obras Públicas de la Provincia de Buenos Aires, pueden dar una idea de la significación que, esa obra, poseía para la sociedad de entonces: Reparto de carne y pan a los pobres en el corralón municipal, acto inaugural protocolar, lunch y distribución de medallas conmemorativas, asado con cuero, realización de juegos y quermeses (carreras de sortija, carrera de embolsados, palo enjabonado y rompecabezas), banquete en el Teatro “Rossini” durante la tarde, fuegos artificiales en la Plaza “General Belgrano” durante la noche y un baile de gala en el salón municipal.
El tanque, propiamente dicho, que posee una capacidad de 400.000 litros, que fue colocado sobre la torre y que aún se conserva, fue construido en los talleres que la firma “Domingo Noceti & Cía.” poseía en Barracas, sobre la margen sur del Riachuelo.
Al polémico intendente Rafael Prieto le cupo inaugurar las obras, en esa mañana del 3 de septiembre. Poco tiempo antes, una comisión investigadora nombrada por el Senado provincial había hallado una decena de irregularidades en la realización de estas obras, sobre todo en la manera en que se había licitado y adjudicado. Como no podía de ser otra forma, en su discurso que pronunció en el acto se ocupó de recordar la situación: “No faltó sin embargo quien, por ignorancia o por despecho, lanzara la torpe especie de que, más que un propósito santo y humanitario, nos guiaba al contratar estas obras, otro interés personal, llegando a la vil impostura hasta el Senado provincial…”.
“Tratabase –decía Prieto- de manchar reputaciones, fuimos víctimas de calumnias que, por mi parte he resuelto perdonar, pero que no las olvido”.
Con el devenir de los años, el servicio de aguas corrientes pasó a manos de la Provincia de Buenos Aires y, merced al plausible deseo de que el mismo retornase a la Municipalidad para luego ser cooperativizado, en nuestros días se encuentra prestado por una empresa privada.
El viejo tanque, dejado de utilizar hace unos treinta años, representa una conexión directa con aquel pasado; se trata de un bien cultural e histórico de inestimable valor para los nuevejulienses.

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