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Andrés Bosio. Con la magia de los libros…

[16 de julio de 2011]

* Durante cincuenta años, de manera ininterrumpida, se dedica a la venta de libros, de manera domiciliaria, como viajante.

* Entre los docentes nuevejulienses es una persona conocida y estimada, por su forma de ser, siempre cordial, caballeresca y culta.

* Ha recorrido, vendiendo sus libros, la totalidad de la extensión del país, desde el sur hasta el norte, desde los andes hasta el atlántico.

* Su formación y los rasgos característicos de su rica personalidad, lo destacan como un vendedor de libros sumamente responsable y apreciado por su amplísima cartera de clientes.

De las actividades comerciales que una persona puede acometer, sin dudas, una de las más interesantes es aquella que lo vinculan con la búsqueda o la transmisión del conocimiento. Precisamente, el vendedor de libros encuentra en su oficio, cuando es asumido con responsabilidad, un campo de crecimiento personal notable.

Andrés José Bosio bien sabe de eso. Es un vendedor de libros que lleva cinco décadas en la actividad y, desde hace prácticamente ese tiempo, visita la comunidad de 9 de Julio.

Andrés nació en la ciudad de  Jesús María, provincia de Córdoba, el 1º de febrero de 1944. Allí cursó sus primeros estudios, los que más tarde prosiguió en el Gran Buenos Aires, donde se afincó años después.

Andrés contrajo matrimonio con Norma Estela Hueste, de profesión odontóloga, con quien se trasladó a la ciudad de Chivilcoy, donde actualmente vive. En realidad, decidieron instalarse en Chivilcoy seis meses antes de casarse; y, al principio, como no había casas disponible para el alquiler debieron hospedarse varios meses en Hotel Residencial Oeste, que era uno de los pocos que había.

LA PROFESIÓN

Andrés comenzó a vender libros en esta ciudad casi en el mismo tiempo que se inició en esta profesión.

En 1961, desde el Gran Buenos Aires comenzó a viajar por diferentes ciudades. Y, tal como explica en diálogo con EL 9 DE JULIO, se dedicó a la venta de libros “por una necesidad social”.

“Mis comienzos –dice- fueron muy auspiciosos porque había un apetito por parte de la sociedad en adquirir libros. En esa época, no existían otros medios que la lectura, había toda una cultura de la lectura y un respeto por el libro en particular”.

Tal como lo refiere Andrés, “después vienen otros incentivos que es la televisión y la tecnología actual que rompe un poco la cadena del libro; pero, hoy se está volviendo a retomar la cadena del libro, el fomento de la lectura tradicional, incluso desde el Estado nacional”.

Según la opinión de Andrés, “hoy están incentivando el producto libro; no tanto ya por la lectura en sí misma, sino por la comprensión lectora y todo esto que brinda el leer, como así también por factores del manejo del producto libro; pues el alumno debe conocer y saber qué es un índice, qué es una página y qué es una hoja”.

“Las nuevas tecnologías a veces socialmente se toman como un fin y no como un medio, ese es el punto esencial. La tecnología es maravillosa, pero es menester saber usarla como un medio y no como un fin”, dice Andrés.

Entre los libros que Andrés Bosio comenzó a vender, en sus años iniciales, se encuentra la famosa “Enciclopedia Preceptor”, en dieciocho tomos, editada por Ediciones Corcel.

“Con ‘Preceptor’ –rememora-, competíamos de alguna forma, con lo que fue ‘Lo sé todo’, otra gran colección de  Editorial Larousse. ‘Preceptor’ tenía una gran característica: estaba editada en el país, respondiendo a las necesidades nuestras”.

“Eso –prosigue- fue lo primero que empecé a vender masivamente por el país y eso me permitió recorrer muchas provincias, ciudades y tomar el pulso de nuestro país, que obviamente hasta ese momento lo único que conocía era mi ciudad natal y Buenos Aires. Eso me dio una amplitud tremenda en el modo de entender mi país y su sociedad”.

“Una de las primeras ciudades que me tocó visitar en la Ruta Nº 5 fue Suipacha, por un accidente en el automóvil. Nos tuvimos que quedar allí. Como todos los comienzos, uno al desconocer el pueblo  no sabe que timbre tocar; hasta que aprendí a tocar los timbres. Esto sucede en cualquier tarea, donde uno tiene que hacer el aprendizaje”.

Al evocar sus comienzos, Andrés no deja de reconocer que, en el público, “había un apetito por el libro y la sociedad compraba mucho”.

“Fui –añade- un vendedor exitoso en esos tiempos. Por supuesto, como en todos las épocas y como en todos los hechos comerciales, hubo algunos momentos duros y críticos como lo fue en el ‘rodrigazo’”.

Al Partido de 9 de Julio, Andrés, lo ha visitado casi a todo. Hoy, algunas ciudades ya no son visitadas por Andrés; pero, de cada una de ellas mantiene un recuerdo siempre vivo y latente. Hoy, mantiene una enorme  cartera de clientes y, tal como él mismo lo admite, no es posible tocar el timbre de todos los clientes.

LARGOS VIAJES

Andrés ha vendido libros a lo largo y a lo ancho del país. Desde las bases militares en lo más austral de la Argentina, donde debía acceder en los móviles del Ejército, hasta en los parajes más inhóspitos del norte argentino.

“Al principio –relata Andrés-  viajaba en colectivo o tren. Lo hacía de noche, para ahorrarme el hotel, y de esa manera llegar temprano a una ciudad y trabajar durante todo el día”.

“Algunas veces lo hacía con algún amigo o compañero. ¡Eramos jóvenes!;  pero, generalmente, me gustó trabajar sólo, porque las compañías brindan otros horizontes. En esos momentos, recorría las ciudades que visitaba caminando, hasta que, en 1968, compré mi primer automóvil”, se acuerda.

Hoy, Andrés, acostumbra programar el viaje a una ciudad por semana, durante tres o cuatro días. Sin embargo, en años anteriores estaba dos semanas en cada ciudad, dependiendo de la demanda de compradores o de las circunstancias especiales que se presentaban.

VENDEDOR DE  LIBROS A DOCENTES

Andrés se ha caracterizado como un vendedor de libros de docentes, sobre todo en escuelas primarias y en jardines de infantes. Tanto así que su nombre es bien conocido por los docentes de las escuelas nuevejulienses.

Asimismo, en las escuelas de enseñanza especial también ha vendido ediciones y quienes son sus clientes reconocen la calidad profesional de Andrés.

Una clienta de mucho años considera que, “Andrés es mucho más que un vendedor de libros, es una persona de una formación excepcional, de una cultura sólida, que sabe orientar al comprador, con una gran responsabilidad”.

Al ser consultado acerca de los grandes cambios que observa en los libros escolares que vendía en otros tiempos, con respecto a las actuales ediciones, Andrés explica que, “antes la preparación del docente era muy generosa, muy amplia, muy enciclopédica”.

“Con el tiempo –agrega- esa concepción fue cambiando, en el concepto de enciclopedia varió, empezándose a editar solamente temas puntuales. Hoy se ha vuelto, desde lo editorial, a los contenidos enciclopédicos. El educador hoy debe tener contenidos enciclopédicos para responder todas las preguntas”.

GRANDES CAMBIOS EN EL MERCADO EDITORIAL

Andrés Bosio es un testigo privilegiado de los grandes cambios y transformaciones que ha sufrido el mercado editorial en el devenir histórico de los últimos diez lustros.

Por ello, Andrés observa que, cuando comenzó su labor de comercialización, “los libros tenían mucha fundamentación”.

“Los editores –sostiene Andrés- son medianamente responsables de la educación que se perdió. En tal caso porque se pone más cuidado en lo estético y se pierde calidad en la fundamentación, en los contenidos fundamentales. Hoy se está tratando de revertir eso, desde lo editorial, apostando a los contenidos, sin descuidar lo estético”.

Andrés recuerda que, cuando comenzó, allá por la década de 1960, había grandes colecciones que tenían una fuerte presencia social, como el caso de la gran enciclopedia de Espasa Calpe o de Salvat.

“Las obras –describe- permanecían por mucho más tiempo cuando yo comencé a vender libros. Es más, la gente quería comprar mucho más esas grandes colecciones de editoriales que tenían mucho prestigio. Aguilar era una editorial muy fuerte en literatura, en arte; como así también otras editoriales, todas españolas. También había editoriales argentinas, de las que fui vendedor, como el caso de El Ateneo, que tenía un excelente diccionario y enciclopedia, que vendí mucho”.

Cabe destacar que, los libros que vende Andrés solamente pueden ser adquiridos por el canal de los vendedores domiciliarios o viajantes. Se trata de obras de colección, encuadernadas con rigurosidad y cuidado. Esto los diferencia de los libros librería, los best seller, de tapa blanda o libro unidad, que los vendedores domiciliarios no suelen comercializar.

Por otro lado, de acuerdo a lo indicado por Andrés, “los títulos y las colecciones no tienen ya la permanencia que tenían hace años atrás”.

“Hoy –reflexiona Andrés-, por el mercado se modifican los títulos de casi los mismos libros, pero hay editoriales que tienen una presencia muy fuerte en el mercado y que tienen la particularidad de adelantarse un poquito al mercado, valga la redundancia, que generalmente son las editoriales grandes. También hay editoriales pequeñas que tienen sus títulos pero no tienen el prestigio ni toda la solidez comercial que tienen los grandes sellos”.

UNA SIMPATICA ANÉCDOTA

Al ser consultado sobre alguna anécdota que recuerde, a lo largo de tantos años en la profesión, no duda en contarnos:

“Yo estaba –comienza- en la provincia de Formosa, en el año 1964, vendiendo una colección que lo hacíamos a través de los alumnos, en las escuelas. Me llega una información de un alumno distante del centro urbano, quien se encontraba en el Cuartel V, bastante lejos.

“En consecuencia –prosigue-, decidí ir el día domingo para encontrar la familia. Tomé un taxi y el taximetrero me indicó el lugar, una casita muy humilde a la que se llegaba descendiendo a través de un caminito de hormiga. Cuando estoy llegando, descubrí que estaban sentados en un banquito de paja o en unas latas de aceite de veinte litros dadas vuelta”.

“Frente a esa imagen –expone-, me preguntaba internamente, – ¿qué libro voy a vender aquí?; sin embargo, no solamente vendí libros. En aquella época, los compradores debían darnos tres referencias comerciales, de las cuales dos debían ser positivas para que se les enviaran los libros: En ese humilde hogar, las referencias que me dieron fueron el Banco de la Provincia de Formosa, el Banco de la Nación y un comercio de ramos generales del lugar”.

“En ese momento, mi mente tenía la concepción de ese espacio, acostumbrado a mi Gran Buenos Aires”, destaca Andrés.

A SUS CLIENTES Y AMIGOS

Andrés Bosio no duda en expresar la gratitud hacia sus clientes y amigos, que durante muchos años, le han prodigado su confianza.

“Estos ‘50 años con el libro’ –afirma Andrés- pretendo festejarlos con todos mis clientes. En este sentido, decidí efectuar el sorteo, sin cargo, de tres colecciones. A lo largo de los años, muchos domicilios se han modificado o el cliente ya no vive allí, a muchos no los encuentro; por eso, si a algún cliente, involuntariamente, no lo he podido hallar para este sorteo, le pido mis disculpas”.

PALABRAS FINALES

En la vida de  Andrés su trabajo como vendedor de libros es más que una profesión es una verdadera vocación.

Más aún, si volviera a nacer, volvería a vender  libros.

“Realmente la actividad me ha brindado, me ha dado innumerables historias, innumerables satisfacciones, me las sigue dando y haría exactamente lo mismo, no tengo dudas”, manifiesta Andrés, de manera contundente.

En su diálogo con EL 9 DE JULIO, Andrés no duda en subrayar la importancia de “asumir la profesión con responsabilidad, honestidad, preguntándose si de eso podrá vivir o no”.

“Cuando uno llega a un hogar, a una escuela, vendiendo el producto, el vendedor debe hacer una lectura previa del cliente y, a partir de allí, ver y analizar cuál es la característica del producto que va a adecuarse a ese tipo de cliente”, asevera.

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