Cuando “NADA” silencia “TANTO”
Todos dicen que tendríamos que estar agradecidos porque no paso nada… ¿Nada?
Fui criada con frases del tipo “no te subas con extraños a ningún auto”, “no tomes nada abierto”, “no te quedes sola con varones”, “no salgas sola de noche” y así podría seguir poniendo innumerables ejemplos con los que aprendí a aceptar que mi libertad no era mía, que mi condición de niña, adolescente y mujer me dejaba casi en calidad de “presa de un cazador que ni siquiera conocía”.
Durante muchos años viví naturalizando situaciones que hoy denuncio a diario. Sin reconocer que había sido víctima de diferentes violencias por el simple hecho de ser mujer. Nunca me gustó la palabra víctima y quizá por eso, por el miedo a ser una víctima, me endurecí. Supongo como muchas otras.
Hoy soy madre y un miedo me cala los huesos, de golpe esos fantasmas que pensé olvidados aparecen. “Repito la historia y enseño a mi hija a no ser cazada”, exagerada me dicen, pero… ¿cuál es la distancia que separa a las chicas que “son noticia”, por aparecer en una bolsa de residuo, de las que son a diario acosadas en las calles? Exagerada me dicen… agradece a Dios que no paso nada, y me pregunto nuevamente ¿nada? Pienso que si pasó algo, pienso que aquello que no nombramos no existe y que la palabra nada se convierte en el velo necesario que apaña, oculta, distorsiona y silencia “tanto”.
Que te sigan en la calle y te digan cómo te violarían, si es algo. Pienso que ponerle nombre nos libera y que cada vez que podamos nombrar las cosas por su nombre vamos recuperando esa libertad que nunca fue del todo nuestra, desatando cadenas. Pienso que seguiré enseñando a mi hija como cuidarse, pero también le enseñare a decir las cosas por su nombre. Pienso que al menos para ella, para mí y para muchas otras personas eso deja de ser “nada” (esa “nada por lo cual estar agradecida por no tener mayores consecuencias) y pasa a ser algo que se puede denunciar. También pienso que aunque falte mucho y me enoje o desilusione, hoy encontré como nombrarlo. Ya no es “nada” es ACOSO.
No importa si estás sola o acompañada, en la calle o una fiesta, no importa la hora o tu ropa, tampoco si tenias o no permiso, ese no es el punto. El punto es que podamos visibilizar que lo que no debiera ocurrir es que las niñas, adolescentes y mujeres deban tener que cargar también con la responsabilidad de cuidarse de no estar solas o muy tarde o con la pollera muy corta porque eso aumente el “riesgo” a ser cazada y aparecer en una bolsa.
Exagerada me dicen y empiezo a dudar… será? Me enoja dudar, me descubro colonizada nuevamente… pero ahí está ella… la miro y siento la obligación y el deber de no dudar, de decir las cosas por su nombre, porque sin dudas quiero un mundo mejor donde algún día la equidad exista y ya no criemos a nuestras hijas con temor a que sean “cazadas”.