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Nueve de Julio
viernes, marzo 29, 2024

La historia nuevejuliense a través de las fotografías, por Héctor José Iaconis

Esta singular fotografía, tomada por el estudio «Adobato y Divito», registra el paso de un cortejo fúnebre que detiene su marcha frente al edificio de la Escuela Nº 1, en la calle Yrigoyen. Al parecer, el servicio se ha detenido con la intensión de que el fotógrafo pueda tomar la foto. Además del edificio de la Escuela, recientemente inaugurado, se deja ver parte de la fachada de la casa de don Anastasio Prieto, más tarde sede del Club Atlético «9 de Julio», ubicada donde actualmente se encuentra el ISETA.
Otro detalle interesante es la disposición del cortejo, tan en uso por aquellos años. Detrás de la carroza, cuatro coches de plaza forman el acompañamiento, el cual es completado por otra cantidad de automóviles que siguen detrás.
A mitad de la calle penden las antiguas luminarias de arco voltaico.

Si bien se desconoce la fecha en que la misma fue tomada, es factible inferir que lo fue a comienzos o durante la primera mitad de la década de 1930; pues, aparece ya refaccionada la fachada del edificio escolar y, en la esquina de Bartolomé Mitre e Independencia se aprecia parte del antiguo edificio que en su tiempo ocupó el Hotel «Cruz de Malta», de Ernesto Poggi (en su lugar, en 1937, fue inaugurado el moderno edificio del «Quaiztel Hotel», luego «Plaza Hotel», construido por iniciativa de Florentino Valenzuela).
Hasta entrada la década de 1960, las cocherías dedicadas al servicio de pompas fúnebres de la ciudad mantuvieron el uso de carrozas tiradas por caballos. Gradualmente, esta modalidad fue reemplazada por vehículos motorizados.
La cantidad de caballos dispuesta para tirar la carroza y el uso de palafreneros, determinaba la jerarquía, por así llamarla, del servicio. Una carroza tirada por seis caballos requería necesariamente del palafrenero y, en consecuencia, su costo era considerablemente más elevado que el servicio común, en el cual la carroza era tirada por dos caballos.
Durante algunas décadas, las personas sin recursos, eran conducidas hasta su última morada, en el coche fúnebre municipal, una especia de ambulancia, tirada por un caballo, a la cual se ingresaba por una portezuela trasera.

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