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Nueve de Julio
martes, abril 23, 2024

9 de Julio a la luz de su historia

Ayer y hoy . La lección del pasado

9dejulioantiguo

 

Puede resultar, a primera lectura, demasiado pretencioso el título que encabeza este texto: «9 de Julio, a la luz de su historia», y más aún, formular aquí «una invitación a pensar sobre la identidad nuevejuliense». De hecho, hemos vacilado bastante en redactar un escrito anepigráfico en lugar de emplear el que aquí se presenta; y todavía más, cuando hubo de brotar el primer interrogante: ¿puede la historia dar luz sobre el presente de una sociedad?.
Benedicto Croce planteó, escapando de todo esnobismo, la dificultad de descubrir el verdadero pasado, y en su fecunda Teoría e Historia de la Historiografía (1917) esbozó la concepción de la historia como “filosofía en movimiento”, una idea –de claridad meridiana- quizá cercana a la de Voltaire, quien entendía que el conocimiento histórico debía estar, en alguna medida, iluminado por la filosofía. Reconocemos, con el primero, el dilema que se presenta al desear descubrir lo verdadero en la historia; sin embargo, entendemos, que ese cometido no es una aspiración imposible. Admitimos, con el segundo, que el pensamiento filosófico puede llevar claridad a los hechos históricos, aún a aquellos más oscuros; empero, la historia no es una ciencia oscura, de juicios tautológicos o conceptos vacíos, sino una disciplina que, en sí misma, contiene los recursos para emanar ideas, trazar caminos y aportar nociones al tiempo presente.
Unamuno dio con un concepto que aún nos sobrecoge: la historia como presente eterno, donde “vive el pasado con el porvenir, engendrándolo en un presente eterno” (1). Tenemos pues, en el recinto más accesible del pensamiento ese concepto de Unamuno, y en la conciencia la certidumbre de que cuanto digamos aquí es relativo, susceptible confrontaciones, de mutaciones, de cambios.

UNA INTRINCADA SUCESIÓN
DE HECHOS
La Historia de 9 de Julio está formada por una intrincada concatenación de hechos, de acontecimientos hilvanados en un constante devenir; pero, principalmente, por una sucesión de causas y efectos. La perspectiva de quien observa esos hechos históricos, es bueno decirlo con Arnoldo Toynbee, “está condicionada, siempre y en todas partes, por su propia situación en el tiempo y en el espacio” (2).
En consecuencia, esa posición no es permanente, sino inestable. La interpretación del pasado no puede ser estanca sino siempre dinámica.

LA CONFIGURACION DE UNA SOCIEDAD
La fundación del pueblo de 9 de Julio se sucede en el marco de una situación política, de un proceso histórico, que algunos definieron como de la organización nacional. Tras el triunfo del general Mitre en Pavón, se Historia Argentina, abriendose el curso a la formación y a la aplicación de un nuevo proyecto de país. En adelante, el plan de ocupación del Desierto virará ya no sólo en torno a la defensa de las líneas de Fronteras con el nativo, sino además en la expansión de los límites mantenidos hasta entonces.
La fundación del pueblo de 9 de Julio, en octubre de 1863, se produce en ese complejo contexto. El general Julio de Vedia, jefe de la Frontera Oeste, cuya comandancia a la sazón se encontraba asentada en Bragado, planificó con cierto pragmatismo la movilización de tropas y de civiles al paraje “Claf Lauquen”. Tenía interés personales puestos en esta empresa y, desde luego, el deseo de prolongar la línea de frontera.
Más allá de las opiniones que, en derredor a este hecho preciso, son pronunciadas y aunque mi conjetura pueda resultar demasiado económica, discierno importante destacar la inexistencia de un choque –y entiéndase el término en su sentido estricto- entre las culturas de sus actores (la cultura nativa y la occidental, por llamarlas de una manera). Como punto de partida, cabe tener en claro que, para 1863, las tribus que habitaban en las inmediaciones ya venían asimilando elementos de la cultura dominante. De hecho, no puede resultar extraño que, el contingente movilizado por Vedia estuviera integrado por indios amigos de Melinao, Coliqueo, Rondeao y Railef.
Pero, ciertamente, las tribus aborígenes buscaron resistir en otros dominios el efecto de absorción de la civilización más fuerte, conservando sus valores y algunos elementos de su cultura (3).
El crecimiento del pueblo de 9 de Julio fue constante y, si se quiere, poco menos que acelerado, particularmente en el primer decenio luego de su fundación. A partir de las dos décadas siguientes, la demografía sufrió una notable configuración, a partir del fenómeno de la Inmigración, con la cual el número de habitantes extranjeros superó diametralmente a la población criolla.
Verdad, por muchos proclamada, es el fuerte impacto que causó, en la sociedad, la nueva confrontación de culturas: El criollo frente al inmigrante y viceversa; los inmigrantes llegados al país entre las décadas de 1850 y 1870 (que ya se había formado de una posición económica sólida) frente de los nuevos inmigrados
El papel desempeñado por los inmigrantes fue clave para el desarrollo de la Nación y, por cierto, también lo fue para la consolidación económica del Partido de 9 de Julio. Ciertamente, tanto las colectividades italiana como española llevaron adelante una amplia irradiación cultural. La primera (a partir de la fundación de la Sociedad Italiana, entidad que creó el Teatro “Rossini” y, más tarde, el Prado; del Círculo Italiano; y de la Sociedad “Conte di Torino”) desplegó una acción muy importante, cuyos alcances no solamente se reflejaron en los habitantes de esa nacionalidad. Siquiera alcanza repasar cualesquiera publicaciones sobre la Historia de 9 de Julio para comprender la importancia de los inmigrantes para el florecimiento cultural y para el desarrollo económico en el Partido, en las dos últimas décadas del siglo XIX y las tres primeras del siglo siguiente.
En el período 1886 y 1916 se produjo la recepción de la mayor cantidad de europeos; y, conscientemente, ese fue un periodo de relativo florecimiento en el Partido, particularmente en el sector rural y en los incidentes pueblos de la campaña. En ese tiempo, muchos inmigrantes, algunos de los cuales primero se habían desempeñado como dependientes de comercios o empleados rurales, se convirtieron en pequeños o medianos terratenientes.
Con el devenir de los años y a pesar de las evoluciones, de diversos órdenes, que sufrieron los estratos sociales, las divisiones clasistas no se apartaron de la cosmología social. Anquilosadas o subrepticias, las ideas de diferenciación de clases, la existencia de personas que se comportan con marcada conciencia «clasista» o con el imperativo banal de ascender a esferas supuestamente más elevadas, aún son observables en la sociedad nuevejuliense. Este factor es, al menos así lo entendemos, sino determinante por lo menos incidental en diversas experiencias donde la falta de “cohesión comunitaria”, de una fuerza de acción que mantenga unidas a todas las partes, es causal de situaciones acedadas o desenlaces poco auspiciosos.

LA CIUDAD Y SU ESPACIO
Existen sobradas noticias acerca de los pasos previos dados por el coronel Vedia para proyectar la fundación de un pueblo en Claf Lauquen. Sus aspiraciones no se encontraban reducidas al simple deseo de trasladar el asiento de la comandancia militar de la frontera, para ganar tierra al indio. Vedia preveía las ventajas que constituía la formación de un centro poblacional en ese paraje y, es menester decirlo, le beneficiaba.
Con premura, apenas tres meses después de fundado el campamento militar “9 de Julio”, el gobernador de la Provincia decretó la fundación del pueblo y ordenó su delineamiento. Al agrimensor Miguel Vaschetti le cupo la tarea de realizar la mensura del ejido del pueblo y su amojonamiento (Vedia y Vaschetti poseyedos en el Partido de 9 de Julio, dos importantes estancias).
En el diseño urbanístico de Vaschetti, sin dudas, primó la búsqueda de una cierta funcionalidad: Para demarcar el radio urbano trazó un cuadrilátero, delimitado por las actuales avenidas Cardenal Pironio, Antonio Aita, Eva Perón y Tomás Cosentino. En el interior del polígono fueron distribuidas noventa y cinco manzanas, con un diseño de damero, propio del estilo urbano introducido en el planteamiento de las ciudades de las Indias españolas del siglo XVI. Este trazado confería mayor proporcionalidad para la posterior división de las parcelas y de los lotes y facilitaba la posible expansión del ejido.
Fuera de los límites del radio urbano, fueron demarcadas setenta y dos quintas, cuya superficie era semejante a cuatro manzanas, cada una. Las quintas quedaban, en consecuencia, situadas en la cordón comprendido por las actuales avenidas Cardenal Pironio, Antonio Aita, Eva Perón y Tomás Cosentino y, General Urquiza, Agustín Alvarez, Compairé y Primera Junta. Hacia el exterior de las quintas fueron trazadas las chacras, formadas por un área equivalente a cuatro quintas. De este modo, como se dijo, Vaschetti anticipó, de alguna manera, la expansión que habría de experimentar la urbanización.
Es de notar que, a pesar de lo que pretendan asegurar algunas opiniones conformistas, el efecto expansivo de la ciudad no fue del todo armonioso. Desde la década de 1960, los planes de fomento de la vivienda, impulsados por las gestiones gubernamentales y motivados por la demanda habita-cional generaron un considerable esparcimiento urbano, a partir del loteo de quintas y chacras. Incluso el antiguo perímetro que delimitaba el sector de quintas fue superado considerablemente. El más claro ejemplo es, en efecto, la (mal) denominada Ciudad Nueva, ubicada hacia el sudoste, más allá de las vías férreas ypoblada mayoritaria-mente en los últimos cinco lustros.
Hacia el noroeste, son de consideración los barrios creados allende la avenida Compairé, y hacia el sudoeste superando la avenida Agustín Alvarez. Pero es claro que, la proporcionalidad se quiebra al observar, hacia el noreste. Un macizo de tierra sobre el que se encontraban las vías del extinguido Ferrocarril General Belgrano constituyó una barrera, hoy eliminada, para el crecimiento de la ciudad.
Una cuestión que aún no ha sido resuelta definitivamente es el reordena- miento territorial de la ciudad; especialmente aquellos que se encuentran más poblados. Por otro lado, las zonas alejadas, de baja densidad, no cuentan aún con la totalidad del equipamiento o sus habitantes, víctimas de condiciones pecuniarias débiles, no han accedido a ellos.

VOCACION Y
DESTINO
Baruch Spinoza (1632-1677) en alguna parte de su prolífica obra emplea la palabra “ruagh”. El significado de este término congloba varias acepciones: por un lado, quiere representar viento, soplo, respiración, valor y fuerza; por otro lado, virtud y aptitud; asimismo, encarna intención del ánimo, voluntad, designio, apetito y movimiento anímico. Finalmente expresa el ánimo y las pasiones del alma; y las cualidades del espíritu, sea éste bueno o malo.
Queremos valernos aquí, de esa palabra, utilizándola en su sentido de viento, fuerza y destino. No estamos completamente seguro, de hecho nadie lo está, de cual sea el destino que signa a la comunidad de 9 de Julio, aquello para lo cual está llamada a ser. Tenemos, sin embargo, un claro convencimiento: la sociedad nuevejuliense no la ha encontrado aún y, quizá, tampoco se ha cuestionado en demasía acerca de él.
No pocos habitantes de la ciudad de 9 de Julio experimentan la angustia del hombre actual, que gira o se lanza en un transcurrir agitado, exigido, muchas veces alelado por la prisa, esgrimiendo a veces ideas o postulados que cree apodícticos.
Hay quienes, impasibles, contemplan hoy, en la sociedad nuevejuliense, llamada a vivir una dimensión superior; la carencia de espacios de reflexión genuinos, libres de la influencia de la tendenciosidad de la política partidaria y chabacana; la falta de una representación que integre todos los estratos, particularmente en los centros de poder del Estado, donde muchas veces existen solo la representación de los sectores sociales más antipopulares; las dificultades, cada vez más visibles, para la inclusión social y cultural genuinas de los más postergados.
Una línea de hierro, las vías ferroviarias, trazadas poco más de ciento treinta años atrás, para abrir paso al progreso, hoy sigue fragmentando una sociedad (los de un lado y del otro de las vías), no solamente en su aspecto geográfico. Y una fluctuante y delgada línea, los que luchan por llegar con sus recursos, cada vez más ajustados, a satisfacer sus necesidades básicas; pero, añorando, un porvenir mejor, una vivienda propia, un empleo digno.
Ahora bien, ¿qué hace el hombre nuevejuliense ante ese friso tan actual?, ¿es suficiente, acaso, las escasas y aisladas muestras de solidaridad?, ¿el asistencialismo demagógico es la solución para la elevación del hombre actual?.
Decía Pascal que es “el pensamiento lo que hace el ser del hombre, sin lo cual no puede ser concebido”. Por ello, se hace imperioso “pensar a 9 de Julio”. Volver la mirada hacia la historia y repasar las secuencias temporales de los últimos años, advirtiendo errores y reconociendo aciertos. Y, a partir de ese pensar, entonces proyectar, desde lo posible y lo concreto, desde el conocimiento profundo de las potencialidades, pero sobre todo con la clara conciencia de las limitaciones.

LOS QUE PASAN
Al echar de ver el devenir de la comunidad de 9 de Julio, el caminar inexorable, vemos la imagen de mujeres y hombres que lucha contra sus propias pasiones, aquellas que lo apartan del designio que le ha sido trazado. Hombre y mujeres, en la comunidad de 9 de Julio persiguen grandes fines, a veces colosales objetivos, y proyectan magnos emprendimientos, sin observar y reflexionar sobre la verdadera vocación de la sociedad, del medio físico, del contexto y de sus potencialidades.
Así como no puede admirarse cabalmente el poco sugestivo fluir del agua en una clepsidra, si no se ha meditado primero sobre la compleja noción de Tiempo, tampoco pueden proyectar-se soluciones para las cuestiones comunitarias de fondo, si no se ha comprendido de antemano el fin de una comunidad como tal.
La simple relación de vecindad entre las personas no determina, nada más lejos que eso, la verdadera dimensión de comunidad.
Algunas personas, dotadas de ricas virtudes, se dejan conducir, cual cabestros sujetos al ubio, olvidando el bello atributo del ser, aquel que está tan dotado de hermosura: el pensamiento.
9 de Julio, una comunidad llamada a ser grande, requiere ser pensada como tal con grandeza. La lección de la historia nos invita a ello.

NOTAS
(1) MIGUEL DE UNAMUNO, “Españolidad y españolis-mo”, Salamanca, diciembre de 1916, en Ensayos y artículos, Buenos Aires, 1969, pág. 63.
(2) TOYNBEE, “La inestabilidad en la Historia”, en Revista “Sur”, Buenos Aires, año XXV, nº 236, septiembre-octubre de 1955, pág. 4.
(3) Cfr. ROGER BASTIDE, Sociología y psicoanálisis, Buenos Aires, Compañía General Fabril Editora, 1961, pág. 298.

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