[28 de junio de 2011] En la mañana del domingo último, con motivo de celebrarse la Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo (Corpus Christi) tuvo lugar en la Catedral de 9 de Julio la celebración de la Eucaristía y la posterior procesión con la custodia que contenía en Santísimo Sacramento. Esta liturgia solemne fue presidida por el obispo diocesano, monseñor Martín de Elizalde y concelebrada por los sacerdotes Carlos Tibberi, Manolo Prieto y Enrique Barbudo.
El objeto de esta fiesta fue la conmemoración solemne de la institución de la Eucaristía, que Jesús realizó en la Ultima Cena. El Jueves Santo, que fue su día propio, se celebró de esta institución una fiesta incompleta, debido a la misma naturaleza de la Semana Santa en la que prevalece el recuerdo de la Pasión y Muerte del Señor. Ayer, en cambio, la Iglesia la celebró con mayor solemnidad.
La Eucaristía constituye el centro de la liturgia y del culto de la Iglesia católica.
CELEBRACION CON LOS JOVENES
EN BUENOS AIRES
El arzobispo de Buenos Aires y primado de la Argentina, cardenal Jorge Mario Bergoglio, en la mañana de ayer, en el exterior de la Catedral de Buenos Aires, presidió la misa solemne propia de esta festividad. En realidad, la expresión de fe pública comenzó por la mañana con una marcha juvenil por la ciudad que convergió en plaza Miserere, en el barrio de Once, y desde donde siguió en una columna hasta plaza Lorea, frente al Congreso.
Allí, el cardenal Bergoglio exhortó a los jóvenes a no dejarse despreciar la dignidad ni nivelar hacia abajo por “los mercachifles de la ilusión que te drogan la vida, te prostituyen el amor y te cortan tu propia vocación”.
“A ustedes Dios, la Patria, les pide que cada uno de ustedes sea lo que debe ser. Que cada uno de ustedes siga adelante su vocación, que no dejen nivelarse hacia abajo. Dejarse que le desprecien la dignidad es dejarse hacia abajo. No se dejen nivelar hacia abajo”, aseveró.
Al concluir la ceremonia concelebrada, el cardenal Jorge Bergoglio renovó la consagración de la ciudad y de la arquidiócesis a Nuestra Señora de Luján, para luego encabezar la procesión tradicional con el Santísimo Sacramento alrededor de la Plaza de Mayo.
La procesión culminó con la multitud entonando el Himno Nacional Argentino y el cardenal Bergoglio impartiendo la bendición eucarística.