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viernes, abril 19, 2024

Entre plantas y flores: Diseños de jardines

El paisajista inglés John Brookes clasifica las plantas en cinco categorías para facilitar el diseño del paisaje.
Mi intención en esta nota es explicarles cada una de ellas con ejemplos de especies y usos, y aportar así una valiosa herramienta para planificar, estética y funcionalmen- te, la plantación de un jardín.
Ubicar con gracia y funcionalidad la planta correcta en el lugar correcto no es tarea fácil. Elegir una especie que se adapte a cierto suelo y condiciones climáticcas, que se complementen con la arquitectura de las construcciones del lugar, que se relacione armoniosamente con el entorno, que satisfaga nuestras necesidades, que nos guste y que además se amalgame con el resto de la población puede ser un laberinto.
Aunque en un inicio pueda existir un buen diseño, con áreas bien determinadas y conectadas entre sí (para esto es funamental contar con un plano del espacio y dominar algunas herramientas básicas de diseño), es imposible que éste pierda fuerza ante la falta de unidad y coherencia de criterios en el momento de definir la plantación.
Además de considerar los detalles particulares de cada especie, es importante prestar atención a las relaciones que deberán jugar con el resto de las plantas y a las distintas funciones que debería cumplir dentro de un diseño.
El paisajista inglés John Brookes, autor de Guía completa de diseño de jardines, entre otros libros, propone utilizar el método de las categorías para que el diseño sea exitoso. Así, clasifica las plantas según sus funciones estéticas y las denomina de la siguiente manera. «Especiales», aquellas que van a ser el punto focal o tema de un jardín: «Estructurales», las que van a dar forma y fondo al espacio; «Decorativas», aquellas que también aportan estructura pero que en algún momento del año, llaman tanto la atención por su coloración o floración que se convierten en el punto focal temporal; «Bonitas», generalmente integradas por herbáceas, esas plantas que nos deslumbran con sus flores pero que luego desaparecen y dejan un hueco; y «De relleno», los detalles que pueden o no estar, pero cuando los vemos no pasan inadvertidos.
Son categorías que quizás ya conocemos, con otro nombre o sin nombre, que aprendimos de algún maestro o simplemente nos la enseñó el sentido común. El aporte de Brookes no fue sólo acuñarlas, sino detallarlas, delimitarlas, marcar sus roles, señalar sus diferencias, y explicar cómo se relacionan estre ellas. Es un método sencillo, práctico, que una vez internalizado puede aplicarse fácilmente y hasta jugar con él, estirando sus límites hasta el extremo.
En este especial se describen cada una de esas categorías, se suman veinte fichas de plantas de cada uno de los grupos (que a continuación explicamos qué elementos contienen) y se muestra su aplicación con ejemplos tomados de casos reales.
ESPECIALES:
Hay jardines que uno recuerda por «ese algarrobo del fondo», «el ciprés al lado de la casa» o «las palmeras de la pileta», plantas que presentan siluetas tan recortadas, sinuosas, arquitectónicas que resaltan en su entorno. No hay forma de que pasen indvertidas. Claman por atención. Son el punto focal. Una silueta muy marcada de hojas muy recortadas, color de hojas o nervaduras fuera de lo común o una corteza muy llamativa pueden ser algunos de los elementos que influyan para incluir o no una planta dentro de esta categoría.
Dependiendo del diseño, del espacio disponible y de la especie elegida, puede ser que en un jardín haya una sola planta de esta categoría o un grupo de ellas, todas juntas o diseminadas.
Un buen recurso es usar las «Especiales» para guiar la vista hacia una zona determinada (por ejemplo, resaltar la puerta de entrada para que el visitante sepa por donde ingresar). Sin embargo, siempre hay que tener en cuenta que demasiadas «Especiales» puede ser abrumador. Hay que encontrar el número justo para que no compitan entre ellas. Ser cautos es la clave.
La presencia de esta categoría aporta ritmo a un jardín al acentuar lo que, de otra manera, sería sólo una difusa masa verde. Imaginemos un balcón todo verde, de alturas y formas uniformes, compuesto por boxus y pitosporum, por ejemplo. Puede ser muy correcto, pero si se le agrega un ejemplar de altura y formas diferentes, como una strellitzia, nuestra mirada primero se posaría allí, y la masa verde ya no sería el foco sino el material de apoyo. Si insertáramos dos o tres ejemplares, distanciados, nuestra mirada buscaría unirlos mentalmente y de esta manera podríamos guiar la mirada para resaltar o mantener ocultos ciertos sectores.
Una de las principales características que hay que tener en cuenta al elegir una «Especial» es su magnitud, ya que debería ser porporcional a las construcciones y al jardín. También habrá que considerar los árboles existentes que, como ya están desarrollados, son los candidatos para ocupar esta categoría.
Pero algunas especies no sólo tienen la capacidad de atraer nuestras miradas, sino también de imprimir un estilo. La carga cultural que representan algunas plantas es tan fuerte que, muchas veces, es difícil despojarlas de ella: un algarrobo enmarcando una casa bicentenaria del norte argentino parece como si hubiera estado siempre allí. (Continuará)
DISEÑODEJARDINES (1)

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