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martes, abril 16, 2024

Consejos de aquí y allí: Plantas y Flores, El paraíso

En nuestro jardines, campos e incluso selvas encontramos a menudo especies de plantas que provienen de lugares lejanos y no se desarrollaron conjuntamente con todos los elementos vivos del ecosistema del lugar.
Algunas de ellas se convirtieron en intrusas que al encontrar condiciones favorables para su desarrollo se establecieron y se expandieron sin mayores inconvenientes.
Si una especie tiene un poder de expansión muy grande y desplaza especies nativas estamos en presencia del proceso que se conoce como invasión biológica.
Estos traslados tuvieron diversos orígenes pero casi siempre intervino la mano del hombre. En épocas remotas siendo nuestro país una colonia se trasladaron muchas especies desde Europa por cuestiones que tuvieron que ver con lo afectivo al querer, los colonos, ver en la tierra nueva, aquellas plantas que eran de su agrado en su país natal. Muchas de ellas al no encontrar condicionamientos naturales para su expansión se propagaron por distintos lugares y dejaron su condición de plantas de jardín para convertirse en flora silvestre.
Casos de plantas establecidas: PARAISO
Esta especie la podemos encontrar en las veredas de nuestra ciudad, en plazas, espacios verdes y en el Parque Gral. San Martín.

Paraíso otra especie de árbol introducida desde Asia caducifolia y de frutos que atraen a vez que lo dispersan al vuelo introducido por su resistencia a las langostas usado en ámbitos Rurales y difundido como arbolado urbano actualmente celos planta menos por la podredumbre que hueca Los troncos cuando se lo apoda muy frecuente las regiones pampeanas del litoral noreste noroeste y centro.
Procedente de Asia Central, el árbol del paraíso se ha convertido en la última década en un árbol frecuente de los jardines y parques de la cuenca mediterránea, así como para marcar las medianas de las carreteras y las distintas zonas de aparcamiento estadounidenses. También se le conoce con el sobrenombre de cinamomo y como olivo de Bohemia.
Se trata de un árbol de la familia Elaeagnaceae, la misma a la que pertenecen los olivos y los rosales, cuya altura oscila entre los diez y los veinticinco metros. Dado que prefiere los suelos salinos, es frecuente encontrarlos en zonas costeras, donde formar grupos de varios ejemplares, generalmente emparentados entre sí.
Florece a principios de primavera. Los colores que adquieren sus flores son el blanco y el amarillo. De ellas surgirá el fruto que contiene las semillas, su principal forma de propagación. Mientras esperan ser polinizadas desprenden un embriagador aroma que gusta a los insectos.
Si queremos disfrutar de la sombra y de las flores de un árbol del paraíso debemos tener en cuenta las siguientes premisas:
Debemos elegir una zona soleada, pero que reserve al árbol de las bajas temperatura pues no resiste las heladas.
Podemos obtener ejemplares jóvenes de árbol del paraíso a partir de semillas o de esquejes. Su utilizamos semillas debemos hacerlas germinar a principios de primavera, si optamos por los esquejes hay que esperar al invierno.
Su uso principal es ornamental pero, cuidado, algunas variedades son de hojas caducas, por lo que su aspecto será muy diferente dependiendo de la época del año en que nos encontremos. Por lo tanto, solo podremos disfrutar de su sombra en primavera y verano. Si prefieres hojas perennes, pregunta antes de adquirir semillas o esquejes de árbol del paraíso.
Tienen un tronco leñoso que tiene tendencia a crecer inclinado por lo que resulta muy recomendable ponerles un tutor desde que son pequeños. Esto es importante, pues como sus raíces se desarrollan muy cerca de la superficie, un viento fuerte puede hacer que se caiga con facilidad.
Sus frutos son unas pequeñas bolas carnosas, de color parduzco que recuerda a las aceitunas y a los dátiles. Son comestibles y tienen un gusto dulce. Aunque en Europa se desecha en Oriente se emplea para realizar una bebida alcohólica.
A medida que el árbol del paraíso crece no debemos asustarnos si su tronco se agrieta, pues es normal que ocurra en los ejemplares adultos.
Su resistencia al clima y su dureza frente a las plagas hacen que sea un árbol longevo. De hecho los ejemplares suelen durar entre ochenta y cien años de media.
Es un árbol sensible a los pulgones, por lo que debemos prestar especial atención si aparecen (sobre todo en tiempos de sequía) pues pueden acabar con la vida de un ejemplar en pocos días.
Responde bien a la poda, por lo que es muy utilizado para la técnica de bonsái y en formato arbustos. En condiciones normales no necesita una poda especial.

paraiso

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