Ayer, la Iglesia Católica celebró el Domingo de Ramos y, de esta forma, abrió solemnemente la Semana Santa, con el recuerdo de las Palmas y de la Pasión, de la entrada de Jesús en Jerusalén. En la ciudad de 9 de Julio, el Domingo de Ramos fue celebrado por la mañana en las capillas del Monasterio de Hermanas Carmelitas, en la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción de French, en la capilla Medalla Milagrosa de El Provincial y en la capilla de San Antonio de Padua; por la tarde, en el Santuario Diocesano de Nuestra Señora de Fátima y en el oratorio del Colegio Marianista «San Agustín».
La celebración central de la bendición de los Ramos, fue presida por el obispo de la Diócesis de 9 de Julio, monseñor Ariel Torrado Mosconi. En esta oportunidad, un multitudinario conjunto de fieles se congregó en la Plaza “General Belgrano”, frente a la avenida 25 de Mayo, donde tuvo lugar el rito de la bendición de los ramos. Desde allí, partió una procesión, por la vereda de la plaza, hasta el templo, lugar donde prosiguió el oficio litúrgico.
En este día, se entrecruzan las dos tradiciones litúrgicas que han dado origen a esta celebración: la alegre, multitudinaria, festiva liturgia de la iglesia madre de la ciudad santa, que se convierte en mimesis, imitación de los que Jesús hizo en Jerusalén, y la austera memoria – anamnesis – de la pasión que marcaba la liturgia de Roma. Liturgia de Jerusalén y de Roma, juntas en nuestra celebración. Con una evocación que no puede dejar de ser actualizada.
REFLEXION DEL OBISPO
En una reflexión que, el obispo diocesano, monseñor Ariel Torrado Mosconi efectuó con motivo del Domingo de Ramos, recordó «la impactante y conmovedora entrada de Jesús en Jerusalén», la cual «nos introduce y orienta al triduo pascual de la pasión, muerte y resurrección del Señor».
«Por eso -añadió- la Pascua es la fiesta de la vida. En este momento la vida humana está siendo amenazada de muy diferentes maneras en nuestra sociedad. Por la violencia y la exclusión, la pobreza y la marginalidad, por las injusticias y la corrupción. Y, también, por un debate que debemos tomarnos muy en serio: la vida humana está siendo amenazada y va a ser insegura en el mismo seno materno».
El prelado consideró que «algo muy triste pasa en una sociedad cuando se confunde o no alcanza a darse cuenta lo que está en juego en esta discusión».
«Pongamos -exhortó el obispo- toda nuestra conciencia y nuestro corazón en plantearnos: ¿a dónde nos lleva una camino de negación de la vida? ¿qué futuro tendremos si seguimos por esta senda? ¿es esto un verdadero adelanto ? ¡No nos dejemos engañar por argumentos ideológicos falaces o engañosamente compasivos!».
En su mensaje contra el aborto, monseñor Torrado Mosconi sostuvo que, «aquí también debemos decir, alto y claro, que para la mujer que se ve, o se ha visto, en esas circunstancias toda nuestra comprensión, toda nuestra compasión y, por sobre todo, nuestra ayuda».
«Queremos la vida del niño y de la madre. Tendamos la mano al que ha caído, al que está herido y a todo el que necesita de nuestra ayuda para seguir caminando hacia la vida verdadera, no hacia la muerte. Al acompañar al Señor en estos días santos, levantemos hoy nuestros ramos para aclamar al Señor de la Vida, para manifestarnos en favor de la vida, para gritar todos unidos: ¡Toda vida vale!», expresó.