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Nueve de Julio
jueves, abril 25, 2024

Soliloquios de un memorioso

[6 de junio de 2011] Esta columna contendrá una serie de artículos que se publicarán en forma no regular y que se referirán a aconteceres y descripciones de distintas épocas de 9 de Julio. Pretenden refrescar la memoria de muchos o hacer conocer aquellas realidades a las nuevas generaciones. Espero que sean del interés de unos y de otros.

LAS TIENDAS

Las formas de comercialización eran distintas. De allí que hubiera grandes tiendas con todos los rubros. No se puede decir que fueran las que más tarde se han dado en llamar “tiendas por departamentos” como el caso de Harrods y Gath y Chaves en Buenos Aires. Pero estaban abastecidas de modo de poder satisfacer casi todas las demandas de los compradores. Especialmente la de aquellos que venían del campo o de los pueblos vecinos y no contaban con mucho tiempo como para andar de recorridas.

La moda no era tan exigente y además poco variable, por eso no eran muy necesarias las especialidades ni los detalles.

La cosa es que la descripción lleva a recordar que en cada una de las esquinas de la manzana más céntrica de la ciudad se ubicaban cuatro tiendas: La Americana en La Rioja y Vedia; Casa Galli en Libertad y La Rioja; Galver en Vedia y Mitre y La Razón en Mitre y Libertad. Frente a esta última estaba una muy importante: Blanco y Negro.

En la misma manzana sobre Libertad estaba La Liquidadora, de menor cuantía como lo fueran La Nueva y otra algo posterior que se llamó La Argentina en Mitre y Córdoba.

Las únicas especialidades estaban dadas por algunas mercerías como lo fue la famosa La Perlita u otra de especial nivel como la Casa Cabezas o por las zapaterías tanto las que estaban como anexos de algunas de las grandes tiendas o aquellas dos emblemáticas como Casa Rolando, Casa Paladino o Casa Cuesta..

La mayor especialidad en ropa para hombres también estaba en esa manzana central y era la Casa Canelli que fue atendida por distintas generaciones y también cabe mencionar a Ismarín que estaba frente a la Plaza Belgrano sobre la calle Mitre. Estas casas y otras de menor raigambre atendían a la moda de los hombres de esa época consistente en vestir trajes de medida casi en su generalidad. Los trajes de confección eran pocos, desdeñados y generalmente de escasa calidad, pero igualmente los vestían quienes no podían acceder a los otros.

Eran tiempos en los cuales las empleadas de los negocios vestían uniforme y los empleados estaban de traje y corbata, a veces hasta en pleno verano, al cual atenuaban en sus rigores con ventiladores de escaso alcance o -para mejor- los que tenían ventiladores de techo.

Las referencias que hago cabalgan entre finales de los años cuarenta y mediados de los cincuenta y me es grato evocarlas porque son pinceladas de una ciudad que siempre tuvo gratos colores. Seguramente estaré cometiendo omisiones y tal vez se deslice algún error pero si así fuera sólo debo atribuirlo a que no recurro a ningún archivo ni a consultas, sólo a mi memoria, la que es ocupada por estos gratos recuerdos que quiero compartir.

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