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sábado, abril 20, 2024

HISTORIAS DE VIDA

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MARIO ROBBIO
Un nuevejuliense en la campaña Antártica de 1942
El nombre de Mario Adolfo Robbio Pacheco, nacido en 9 de Julio, en el hogar formado por Nicolás H. Robbio y Amalia Pacheco Carrera, ocupa numerosas páginas en la historia de la Armada Argentina. Habiendo alcanzado el grado de contralmirante, trazó una brillante carrera, habiendo desempeñado un rol protagónico durante la denominada «Revolución Libertadora». Aquí nos referiremos a su intervención en una importante campaña antártica, travesía realizada en 1942 que, en su momento, la prensa recogió como un hecho trascendente y que luego tuvo su continuidaden la campaña de 1943.

LOS PROLEGOMENOS
Habrían de transcurrir casi cuatro décadas desde la travesía de 1905 para reaprovisionar el Observatorio de las Orcadas del Sur e intentar rescatar la expedición del Dr. Jean Charcot en el «Français» -realizada por la veterana Uruguay -para que buques argentinos volvieran a explorar la región Antártica en un intento de ganar el terreno perdido frente a otras naciones -particularmente Inglaterra y los Estados Unidos-, naciones que estuvieron muy activas en la zona a lo largo de la década del ’30.
Dos circunstancias vinieron a reavivar el interés en retomar la exploración de la Antártida. Sucedió que en el año 1938, durante la presidencia de Roberto M. Ortiz, el gobierno fue invitado a enviar delegados al Congreso de Exploración y Exposición Polar Internacional, organizado por Noruega, previsto para el año 1940 en la ciudad de Bergen. En julio de 1939, se decidió crear la Comisión Nacional del Antártico que debía empeñarse en la presentación argentina en Noruega pero, al suspenderse el Congreso a causa de la II Guerra Mundial, el gobierno decidió otorgarle a esa comisión el carácter de permanente, con el objetivo de encarar la estrategia a seguir respecto a la Antártida.
La Comisión, que dependía de la Cancillería, «recomendaba el envío de una expedición polar destinada a realizar exploraciones y levantamiento hidrográficos, así como elegir los lugares más adecuados para instalar observatorios meteorológicos y geofísicos», según dice el informe «La Campaña Antártica 1941-42» escrito en 1959 por el secretario general del Instituto Antártico Argentino, capitán de navío Alberto J. Oddera.
Paralelamente, la Armada había logrado que dos oficiales, el teniente de fragata Julio Poch y el alférez de navío Emilio Díaz, fueran incorporados a la dotación de la expedición de 1939-40 del almirante norteamericano Richard Byrd, que llegó hasta bahía Margarita.
Mario A. Robbio Pacheco poseía, en esa época, el rango de teniente de fragata y ofició como hidrógrafo de la expedición de 1942
El plan bosquejado por la Comisión del Antártico puntualizaba que los objetivos de la misión eran instalar una baliza en islas Argentinas, estudiar el sitio más adecuado para el emplazamiento de un observatorio en la Tierra de Palmer en proximidad del meridiano 68° 34′ W, realizar tareas de reconocimiento cartográfico e hidrográfico en las costas, islas y aguas entre longitud 25° y 68° 34′ W y, por último, recalar en la isla Snow Hill sobre el Mar de Weddell, para recoger muestras del terreno.
Debido a la situación política internacional -los ejércitos del III Reich estaban en plena expansión en el Teatro europeo- y a las pretensiones británicas sobre un sector de la Antártida, el Ministerio de Marina oficialmente informó públicamente que la misión del ARA «1º de Mayo» era aprovisionar y relevar la dotación del Observatorio de Orcadas del Sur, manteniéndose en secreto el verdadero plan de operaciones

LA TRAVESIA
El 14 de enero de 1942, el ARA «1º de Mayo» largó amarras en el puerto de Buenos Aires para singlar hacia la primera escala, Puerto Belgrano. En esa corta travesía se produjeron averías menores en las calderas que pudieron ser reparadas en la Base Naval, donde también se procedió a completar la carga de combustible y alimentos y se realizó la coordinación con el Grupo de Tarea de apoyo.
De Puerto Belgrano se zarpó el día 19, en demanda de Ushuaia sin que se produjeran novedades, excepto que frente a Río Gallegos un fuerte temporal del SW los obligó a ponerse a la capa durante dos días, causando pequeñas fisuras en sectores de la cubierta que produjeron filtraciones. El casco y la superestructura del buque, que para entonces ya tenía 49 años, habiendo superado holgadamente lo que se espera sea la vida útil, pero ahí estaba, dispuesto a seguir batallando rumbo a los hielos.
En Les Eclaireurs se produjo una avería en el timón, que obligó a fondear a 70 brazas para poder repararlo y el 25 de enero se arribó a Ushuaia, donde se transbordó al ballenero Díaz, de la Compañía Argentina de Pesca, al personal que se dirigía a Orcadas y se completaron los abastecimientos.
Seis días después se zarpó y se fondeó en la rada de Picton y desde ahí, el 1º de febrero, se puso rumbo hacia bahía Piedra Buena, Isla Herschell, próxima al Cabo de Hornos en razón del mal tiempo, aprovechándose la obligada escala para hacer un ejercicio de relevamiento hidrográfico y determinar la posición con sextante y horizonte artificial. Cuando las condiciones meteorológicas mejoraron, el 3 de febrero, se reinició la derrota por bahía Aquistade para recalar en la isla Smith de las Shetland del Sur.
En el Drake, se largaron velas, debiéndose destacar que en ésta y en la campaña del año siguiente, cuando también se velereó durante 13 horas en el pasaje, hacen probablemente del ARA «1º de Mayo» el último buque de la Armada en usar el velamen en travesías antárticas.
«Dado el estado del tiempo que impedía obtener situaciones astronómicas, se decidió, el día 4, hacer recalada en la isla Smith. Desde la mañana de ese día, se empezaron a ver grandes témpanos que derivaban al NE. Se avistó la isla Smith a las 0500 horas del día 5 y se entró al mar de la Flota (Bransfield) por el estrecho Boyd» (Oddera, informe de 1959). En esas circunstancias la guardia fue reforzada por la presencia de hielos a la deriva.
La isla Decepción se avistó a las 0600 del día siguiente, ingresándose a Caleta Balleneros por la única entrada, los impresionantes Fuelles de Neptuno. En la isla se buscó sin fortuna la señal que en 1905 había dejado la corbeta Uruguay, se hicieron algunos relevamientos hidrográficos, aguada y se izó el Pabellón Nacional, fijándose al pié del mástil una placa de bronce con la leyenda «Primero de Mayo – Marina de Guerra – República Argentina – Febrero de 1942», en una ceremonia de reafirmación de soberanía.
Una recorrida por Puerto Foster y la visita al cementerio permitió suponer que la factoría ballenera estaba inactiva aproximadamente desde el año 1934, ya que ninguna de las tumbas estaba fechada en años posteriores. También observaron que los depósitos de aceite de ballena y otras instalaciones habían sido objeto de explosiones.
Luego de cuatro días se levó el ancla y se puso proa al archipiélago de Melchior, a donde arribaron a las 2130 del día 11 luego de haber tenido algunos inconvenientes en la recalada ya que no se avistaba desde el «nido de cuervo» el camino de aproximación en busca de un tenedero, así que «después de haber explorado el acceso al puerto desde el aire con el avión, que efectuó así su primer vuelo, siendo el primer aparato aéreo argentino que voló en el Antártico» (Oddera), se logró fondear con seguridad.
En referencia a la cronología de la campaña, merece reproducirse el relato del comandante de la expedición:
«Al día siguiente (12 de febrero) el avión realizó una segunda exploración sobre el Estrecho de Gerlache habiendo alcanzado Port Lockroy. En esa oportunidad y en los vuelos siguientes realizó fotografías verticales.
«Ese día se zarpó para reconocer la isla Víctor Hugo, y seguir hacia las islas Argentinas hasta donde el hielo lo permitió, es decir, a 12 millas de ellas. Un intento de arriar el avión significó la seria avería de una de sus alas. Una lancha de a bordo logró llegar a ellas (isla Invierno) a medianoche, pernoctando sus tripulantes en la vivienda que fuera de la expedición de John Rymill (1934-1937).
«La lancha regresó el 14, se reconocieron las islas Crulls y Betbeder, que no pudieron abordarse, y el 15 se siguió en demanda de bahía Margarita, a la que el hielo impidió llegar, habiéndose logrado el día 16 alcanzar los 67°30 latitud Sur en el meridiano 68° Oeste.
«A las 1900 horas del día 17 se fondeó nuevamente en puerto Melchior y el día 20 por la mañana quedó reparado el avión.
«El 20 se zarpó nuevamente hacia islas Argentinas, fondeando el día 21 cerca de una roca de las Crulls (fondeadero Niebla) en 50 brazas de agua y fondo de fango arcilloso. Obligados a levar, por la aproximación de dos grandes témpanos, se tomó otros fondeaderos, entre las rocas, en 35 brazas con fondo de piedra, el 22.
«El 24 se reabasteció de víveres, con la lancha, la casa de la expedición de Rymill, para zarpar el 26 y llegar a Melchior el 27».
«El 1º de marzo se inauguró el faro «Primero de Mayo» en la isla Lambda del archipiélago Melchior, erigido en Latitud 64°17′,9 Sur, longitud 62°58′,3 W en un trípode de hierro, con el plano focal a 26,80 metros sobre el nivel del mar y alcance geográfico de 14,5 millas. El sistema de iluminación es AGA automático de un año de autonomía, poder de 75 bujías y dando un destello blanco cada 8 segundos, cubriendo los sectores 145° al 250°, 354° al 007 y 145° al 026° verdaderos, desde el Norte del archipiélago, el Sur del archipiélago y el interior de puerto Melchior, respectivamente.
«A mediodía del 2, se zarpó de regreso al Norte para llegar a Buenos Aires el 22 de marzo, después de haber hecho escala en Ushuaia de donde se salió el día 9».
La instalación de Faro había demandado 40 horas de trabajo que fueron realizados soportando las inclemencias del tiempo, sin que por ello decayera el entusiasmo de esos pioneros.

PALABRAS FINALES
Los objetivos de la misión habían sido cumplidos parcialmente y el balance final fue positivo. Si bien la orden era instalar el faro más al Sur, en islas Argentinas, las condiciones de hielos dificultaron el ataque hacia una zona en la que no se tenía seguridad de retirada si las masas de témpanos se cerraban formando el pack, razón por la que se decidió emplazar la señal en la isla Lambda de las Melchior. Tampoco pudieron llegar a bahía Margarita debido al estado de los hielos ni a Snow Hill, sobre el Mar de Weddell. Recordemos que el Primero de Mayo era un viejo transporte reacondicionado, no apto para aproar témpanos como forma de abrirse camino.
La experiencia acumulada por los oficiales que participaron en aquella travesía, la inteligente combinación de unidad de superficie y de aeronave de exploración, constituyó un hito en la ruta de descubrimientos y afirmación de soberanía emprendida por la Argentina en la Antártida Sudamericana, donde la carencia de medios idóneos era superada con creces por la voluntad y el entusiasmo de esos hombres.

Fuente: «Las campañas de 1942 y 1943 del transporte Primero de Mayo», por A. Becquer Casaballe, publicado en ProBiota, Serie Técnica y Didáctica 14(62), 2015 Colección Ictiólogos de la Argent

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