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201º aniversario de la Revolución de Mayo: Oración por la Patria, del 25 de mayo de 2011

[26 de mayo de 2011]

* Pronunciada por Mons. Martín de Elizal- de OSB, Obispo de Santo Domingo en 9 de Julio en la Iglesia Catedral:

Con legítimo orgullo nos encontramos hoy reunidos en la Casa de Dios para dar gracias por los beneficios recibidos desde que, hace 201 años, nuestro pueblo inició su camino hacia la Independencia. Hemos comenzado la tercera centuria de vida como Nación, y es necesario, además de gratificante, recordar con qué espíritu nuestros antepasados asumieron con esperanza y valentía los riesgos de la separación de España y la construcción de los vínculos que harían posible la existencia de la Argentina. Y juntamente con los logros alcanzados, encontramos, a pesar del largo tiempo transcurrido, que tantas promesas han quedado incumplidas, tantas ilusiones no recibieron respuesta. Celebrar entonces es, queridos hermanos, animarnos los unos a los otros para reflexionar con gratitud sobre el pasado y reunir el coraje necesario para disponernos a completar la gesta inconclusa.

Pareciera que lo más importante se ha realizado. En efecto, se levanta a la faz de la tierra una nueva y gloriosa Nación, que supo conquistar su libertad, haciéndose un lugar entre los pueblos, en amistad con ellos, trabajando por la paz, solidario en las luchas por la Independencia, consciente de su identidad americana. Como pueblo joven, y a la vez generoso con quienes quisieron venir a poblar su suelo, ha abierto con generosidad sus puertas, ofreciendo su naturaleza y su clima, pero sobre todo incorporándolos a la propia familia, para lograr la integración de las culturas y formar una sociedad nueva, que debe vivir en la justicia y la unidad, procurando el bienestar de sus habitantes.

Con todo, sabemos muy bien que nos falta mucho todavía. Los propósitos de Mayo están todavía, en gran medida, muy lejos de nuestro alcance. Ello es así, por las demoras y los retrocesos en los procesos productivos y las políticas de desarrollo, por la falta de medidas que deberían asegurar la igualdad de los ciudadanos y los derechos de todos. En cada instancia electoral se presentan estos propósitos a los votantes, se prometen y escasamente se cumplen. Estamos en deuda con los hermanos más pobres, sufrimos los inconvenientes, muy graves por cierto, de una atención deficiente de la salud, de la inseguridad, de las condiciones en que debemos viajar, de la falta de infraestructura, de la tan demorada modernización de un estado ineficiente, y podríamos seguir enumerando largamente estas carencias. Seríamos ciegos, si no advirtiéramos, al celebrar con alegría un nuevo aniversario de Mayo, que esta fiesta debe servir también para estimularnos a encontrar los caminos para adquirir lo que falta. La recordación de Mayo, además de confrontarnos con la distancia que separa nuestra realidad de aquellos ideales de 1810 y 1816, nos invita a renovar nuestro espíritu y a fortale- cerlo, para elevarnos hasta los altos principios que se encuentran en la raíz misma de nuestro proyecto de Nación. Solamente recogiendo nuestro ánimo en torno a las metas sublimes que los patriotas imaginaron entonces, y nos legaron con su doctrina, más allá de las propuestas concretas, de los planes políticos, de las medidas contingentes, podremos retomar su idea y emprender juntos la tarea, la misión que espera a nuestro pueblo…]

[…Es preciso insistir en la educación, apoyar la institución familiar, tan castigada hasta en los planes de estudio y desfigurada en el edificio legislativo reciente y en la práctica de la justicia, así como ofrecer a los niños y jóvenes, a pesar de vivir en una cultura fragmentada, aquellos puntos sólidos para el afianzamiento de conductas responsables, ilustradas por el mandamiento del amor y preparadas para la práctica de la caridad y la solidaridad.

En el plano político, pues estamos en un año electoral, apena y preocupa la falta de propuestas. ¿Cómo podemos esperar la participación de todos para alcanzar el bien común, si quienes deben orientar a los ciudadanos y coordinar sus esfuerzos, no se hacen presentes con un análisis riguroso de la realidad y los planes adecuados para resolver los problemas que nos afligen? ¿Tenemos a nuestra disposición los medios para invitar, para sugerir, para formar, en una participación responsable en los procesos sociales, respetuosa de los derechos de todos, sin violencias ni presiones? El desinterés por la política se muestra también en el descrédito de los poderes del Estado, en la falta de confianza en las instituciones, en el escaso compromiso en las iniciativas de la comunidad. En nuestra zona la situación que ha vivido el campo, que es la principal fuente de recursos y cuyos beneficios alcanzan al conjunto de la comunidad argentina, son una indicación elocuente de la falta de convicción política y de razo- nabilidad de los responsables de esa área fundamental, convirtiéndola en un instrumento apenas de cálculos y especulaciones elec- toralistas y para asegurarse la continuidad en el ejercicio del poder.

La celebración de la Patria nos acerca a la tan esperada, y también siempre demorada, toma de conciencia de nuestras responsabilidades, y a la actuación inteligente y generosa de los principios básicos en los que fuimos formados. Ojalá comprendamos donde está la garantía del horizonte de justicia y de felicidad verdadera que esperamos alcanzar y que son la iluminada esperanza de un pueblo deseoso de cosechar los frutos de su laboriosidad, de su arraigada bondad, de su sufrida y mansa disposición, de su anhelo de justicia y de paz. Pedimos a la Santísima Virgen María, Nuestra Señora de Luján, Patrona de la Argentina, que interceda por nosotros ante el Padre, y nos obtenga la gracia de superar los obstáculos que nos detienen en el camino de la verdad y del bien común.

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