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martes, abril 23, 2024

El jueves fue celebrada la Misa Crismal

[16 de abril de 2011] El jueves, en la Catedral de esta ciudad, el Obispo diocesano monseñor Martín de Elizalde, presidió la Misa Crismal, una celebración muy importante, en cuya liturgia se prescribe el signo de la renovación de las promesas sacerdotales del clero de la Diócesis. Asimismo, durante esta Misa, son bendecidos los óleos de los catecúmenos y de los enfermos y consagrado el Santo Crisma.

La celebración contó con la presencia de sacerdotes y de fieles arribados desde otras comunidades parroquiales de la Diócesis.

En su homilía, monseñor Elizalde explicó que “esta celebración,  es el pórtico de la Semana Pascual,  por su posición, antes del Domingo de Ramos y del Triduo Sacro; lo es sobre todo porque anticipa con la consagración y bendición de los óleos sacramentales el fruto santificador, eficaz, de estos misterios”.

“Celebración –añadió- de familia, la nuestra, donde nos reconocemos todos como miembros de la Iglesia, portadores de un mismo nombre, el de cristianos, que nos fue impuesto en el Bautismo, y que nos invita a reconocer la presencia y la acción del Espíritu. Es esta una ocasión significativa para recordar y expresar nuestra fe y la veneración de Dios Espíritu Santo. Por la invocación del Espíritu se provee el Santo Crisma para la celebración del sacramento de la Confirmación, de las sagradas ordenaciones y de la dedicación del templo. Tenemos ahora la oportunidad para recogernos en adoración en la presencia de Dios, amigo de los hombres, que ha querido habitar entre nosotros y hacernos testigos de su gloria”.

En un pasaje de su mensaje, el Obispo consideró que los sacerdotes “son la presencia de la Iglesia en cada comunidad y para cada grupo de fieles y para cada uno de los bautizados”.

“Sus esfuerzos –dijo- generosos, sus trabajos, alegrías y aflicciones, son las mías, y quiero agradecerles públicamente cuanto hacen en su misión, pues es una misión y no un trabajo, solamente, como párrocos, vicarios, capellanes, confesores, y a la vez, confidentes y amigos de cuantos se acercan a ellos. El reconocimiento de los fieles, la gratitud de cuantos han recibido su ayuda y su guía, reconocimiento y gratitud que son tan significativos, tan importantes, no pueden limitarse a una expresión humanamente afectuosa; se trata de un ministerio sagrado: a quien servimos es al mismo Señor, en sus hermanos más humildes y sufridos”.

Al dirigirse específicamente al clero diocesano, monseñor Elizalde recordó que “tan alta responsabilidad confiada a la débil naturaleza humana nos invita, sin embargo, a ser humildes; junto con el compromiso de servir más y mejor, debemos expresar nuestro pesar por no haber podido, querido o sabido hacerlo, siempre, con el espíritu de Jesucristo”.

A los fieles, los exhortó a “rezar siempre y fervorosamente por los sacerdotes; a estimularlos, incluso con sus justas exigencias y reclamos, pues es a ustedes a quienes debemos servir”.

Monseñor Elizalde, en su sermón, anticipó la entronización de la reliquia de San Juan María Vianney, el Santo Cura de Ars, patrono de los sacerdotes, que el primer obispo de 9 de Julio, monseñor Agustín Adolfo Herrera, dejara al morir a esta iglesia.  La misma, será colocada en un lugar público, en la capilla del Santísimo Sacramento, para la veneración de los fieles y para que interceda por el clero de esta diócesis.

“En testimonio de esta dimensión, a veces postergada, de la santidad, del ejemplo de los santos y de su intercesión, queremos dejar en este templo catedralicio una señal de nuestro compromiso, el de los sacerdotes y su obispo, de ser santos, de ser generosos, de ser abnegados, de ser mejores, y el de los laicos, de todo el pueblo fiel, de orar por ellos”, expresó en otra parte de su homilía.

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