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Nueve de Julio
viernes, abril 19, 2024

Nicolás H. Robbio y la asunción del último  intendente de la era conservadora

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Por Héctor José Iaconis.

la asunción del último  intendente de la «era conservadora»
Puede afirmarse que, por derecho propio, Nicolás H. Robbio puede identificarse en la historia lugareña como, el último intendente de la denominada “etapa conservadora”. Heredero indiscutible del estilo político impreso por su padre (Nicolás L. Robbio), un caudillo del autonomismo alsinista que, hasta su muerte, fue una figura eclipsante en la política regional, llegó a ocupar el cargo de intendente con un bien ganado prestigio entre sus correligionarios.
Su asunción, como intendente municipal, significó para el Partido Conservador local un claro indicio de trasvasamiento generacional; pues el exponente de una nueva generación, con poco menos de una treintena de años, asumió las funciones del Ejecutivo municipal. De esta manera buscaba renovar la confianza en los dirigente jóvenes, entre los militantes más tradicionalistas del Partido Conservador, sobre todo después de la desastrosa gestión municipal del joven intendente Rafael Prieto.
Como se verá más adelante, la oposición no recibió de buen agrado la elección de Robbio, a quien consideraban el sucesor de un línea política que había dado muestras de incapacidad para adecuarse a las exigencias de los nuevos tiempos.

EL PERFIL
Nacido en Nueve de Julio, el 11 de enero de 1881, era hijo de Nicolás Liberato Robbio y de Dolores Venegas. Tempranamente había comenzado su militancia en el Partido Autonomista, y en enero de 1901 era  designado secretario del Consejo Escolar de Nueve de Julio.
Entre el 18 de diciembre de 1905 y el 7 de junio ocupó similar empleo pero, esta vez, en el Concejo Deliberante. No hubo transcurrido mucho tiempo hasta que volvió a ese cuerpo, elegido concejal para el período enmarcado entre el 1 de enero de 1907 y el 31 de diciembre de 1908. Aún siendo intendente municipal, desde diciembre de 1908, era comandante militar del Partido.
En el Concejo Deliberante, los integrantes de los bloques contrapuestos, le consideraban “el edil más inteligente del sector conservador”; y existió quien, siendo adversario político suyo, afirmó que Robbio había tenido “la grandeza de alma de socorrer al caído y tender la mano al necesitado”.
El 31 de diciembre de 1906 había contraído matrimonio con Amalia Pacheco, dama integrante de una familia proveniente de la clase mejor dotada de la sociedad porteña, nieta del célebre general Angel Pacheco. De esa unión nacieron, entre otros hijos, el contraalmirante Mario Robbio y el Coronel Nicolás Robbio.

LA ASUNCION
El 7 de diciembre de 1908, los conejales Sebastián Luna, Andrés Monteverde, Francisco Avanzini y Leopoldo Zamorano, miembros del cuerpo deliberativo municipal, junto a su presidente Vicente Puyade, eligieron al edil Nicolás Higinio Robbio para desempeñar el cargo de intendente municipal de Nueve de Julio, durante el ejercicio 1909-1910. Todos quienes conformaban ese consejo eran miembros del Partido Conservador, lo que garantizaba al nuevo funcionario una cierta situación de sosiego, bienestar interno, y la seguridad para la obtención del voto favorable a sus planes de gestión.

LA REACCION OPOSITORA
Pero también su elección habría traído el repudio y la turbación de un sector políticamente enemigo, la Unión Cívica Radical, que se abstenía de participar en los comicios.  La prensa receptora de ese influjo -en no pocas ocasiones- se ocupará ab initio, y casi ab irato, del desempeño administrativo de Nicolás H. Robbio, apodado “Nicolasito”:
“Esta ciudad -afirmaba una nota periodística de la época- tendrá eternamente para el gobierno de los Nicolases de la misma extirpe, que desde tiempos lejanos se convirtieron en padres políticos de la población; el recuerdo de una administración a base de desquicios, malversaciones y desvergüenzas. Será difícil encontrar en toda la Provincia un  Partido donde observar la huella ignominiosa que ha trazado en éste la actuación política del caudillo gravoso que pesa enormemente en el desarrollo y progreso del Municipio de Nueve de Julio”.
“Es que aquí -continúa más adelante-, además de la malversación que ha servido de norma a la ignorancia y el vicio convertidos en directores de la vida política local, se ha sentido el efecto de una incapacidad administrativa fronteriza del idiotismo”.
Para Benjamín Fernán dez, director de “El Porvenir” y, tal vez, autor o inspirador del texto -titulado Desvergüenza administrativa-  la realidad de 9 de Julio no era nada halagüeña y la situación se debía, naturalmente, a la presencia del Partido Conservador en el gobierno local:
“Aquí -escribía Fernández- no se ha hecho nada por el mejoramiento del pueblo, nada provechoso y después de un poderío político de más de treinta años, el Nueve de Julio no tiene más mérito que el de ser grande, mérito que es también peculiar de los bueyes. Y no podría ser de otro modo tratándose de una obra vacuna según el nombre político que se adjudicó siempre a la gente de Nicolás 1º.
“Nada -prosigue- puede señalarse como obra capaz de expresar la bondad administrativa de este casi imperio robbista… La planta urbana, como lo que afecta al mejoramiento del estado de la campaña, yace en el abandono más lamentable que puede concebirse. Deudas y nada más que deudas resultan del balance administrativo de la situación política que desgobierna…”.
No hay forastero – puede resultar previsible cierta exageración en el testimonio- que visite esta ciudad y no se asombre del estado feo y sucio en que se encuentra; no hay vecino que queriendo hacer justicia no se vea obligado a maldecir diariamente el poderío de un politiquero, que después de hacer de la autonomía municipal un feudo hereditario, ha sido siempre incapaz de imprimir la más débil nota de progreso. Solo parece que se trate de un predestina miento fatal a la indolencia para cuanto sea adelanto y una cínica absorción de rentas para cuando se refiere a los dineros del pueblo”.
De cualquier modo, la situación que planteaba la nota periodística no era novedosa para la época y, mucho menos, inédita en otros lugares de la Provincia. Más allá de lo excesivo del juego del redactor, es cierto, existía un descontento en parte de la población, aunque habían transcurrido varios años desde la última administración municipal no autonomista.

EL FINAL DE UNA ETAPA
La gestión municipal de Robbio fue extensa, casi una década. A lo largo de ese tiempo se sumaron no pocos contratiempos que, para sortearlos, generaron situaciones de endeudamiento o falta de previsión en la administraciòn de los recursos financieros.
El 24 de abril de 1917, buscando realizar una “obra de reparación política”, el gobierno nacional decretó la intervención de la Provincia de Buenos Aires. Este acontecimiento puso fin al prolongado mandato de Nicolás H. Robbio, quien a más de ejercer las funciones de intendente en 9 de Julio, ocupaba una banca -desde mayo de 1914- en la Cámara de Diputados de la Provincia.
Puede afirmarse que la consecuencia inmediata de esa medida nacional en la realidad política lugareña, fue el inicio de una etapa de grandes transformaciones, respecto de las últimas décadas. A Robbio, después de los breves interinados de Francisco Rufranco y del doctor Adriano Alberti, le sucedió -en el Ejecutivo municipal- el hacendado Guillermo B. Gougy, de la Unión Cívica Radical. Como podía ser previsible, las nuevas autoridades no dudaron en formular severos cuestionamientos acerca de la administración municipal de Robbio. Gougy preparó una Memoria en la cual sacó a la luz la realidad municipal crítica imperante al momento de recibir el municipio.
A diferencia de su sucesor, Goug, alcanzó un alto grado de estimación de los sectores más populares. Su personalidad afable y cercana a la gente le permitió ser recordado con afecto y simpatía por al menos dos generaciones, después de su muerte.

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