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sábado, abril 20, 2024

Falleció la profesora Marta Bettoli

MARTABETTOLIEn la tarde del viernes cuando viajaba desde Mar del Plata, lugar donde residía hacia esta ciudad a visitar a su madre Alicia y a su hermano Mario y demás familiares sufrió un grave accidente en la Ruta 226 donde perdió la vida.
La partida inesperada de la Profesora de Biología Marta Bettoli cubrió de tristeza y dolor no sólo a su familia sino también a los múltiples amigos y ex compañeros de docencia y a los numerosos alumnos que con su sapiencia, amor y vocación les entregó sus conocimientos.
A modo de homenaje transcribimos la historia de su vida como docente que le fue realizada por EL 9 DE JULIO en el año 2013 cuando ella se acercó al diario con una serie de notas sobre educación sexual para la comunidad.
«UNA DOCENTE DE ALMA»

Nota publicada el 30 de marzo de 2013 como «Persona destacada»
* Nacida en esta ciudad, se radicó hace más de dos décadas en la ciudad de Mar del Plata.
* Profesora en Biología, fue una de las primeras docentes en introducir la formación en educación sexual en esta ciudad, en la época en que muchos docentes eludian tratar esta temática.
* Formadora de formadores, tanto en 9 de Julio como en otras ciudades, se desempeñó en institutos superiores.
* Su columna, publicada semanalmente en Diario EL 9 DE JULIO, es muy valorada tanto por los docentes como por los lectores en general.
Si bien hace un tiempo atrás, la profesora Marta Bettoli, después de una excelente carrera docente, se acogió a los beneficios del retiro; sigue demostrando su cualidades profesionales. Ahora, si bien no concurre diariamente a las aulas sigue educando de otras formas: participando de charlas o jornadas a las que es invitada o por medio de sus escritos. Toda vez que le es posible, está dispusta a enseñar, a desplegar ese interior imperativo que sólo puede comprender aquel que ama la enseñanza con integridad.
De una notable formación, exigente y disciplinada, ha buscado siempre conferir a sus alumnos una educación sólida en su disciplina: la Biología.
Nacida en 9 de Julio, en el hogar formado por Mario Bettoli y Alicia Poggi. Su padre era el propietario de la recordada sombrerería que se encontraba ubicada en la calle Libertad entre Bartolomé Mitre y La Rioja, la última en su tipo que funcionó en esta ciudad.
Sus estudios primarios los cursó en la Escuela Nº 1 para luego pasar a la Escuela Normal Superior, donde ingresó con el título de Maestra Norma Nacional.
Cuando cursaba el tercer año de la escuela secundaria sintió el llamado vocacional por la docencia y, especialmente, por la enseñanza de la Biología.
“Por la dedicación -recuerda, en una entrevista mantenida con EL 9 DE JULIO- que mi madre ponía a sus plantas, desde temprana edad comenzó a gustarme mucho la botánica, como así también la zoología. Mi profesora, en la secundaria, Ethel G de Moscato, me hizo amar aún más de esas especialidades”.
De su época como alumna secundaria recuerda especialmente las clases de la profesora María Isabel Lizaso, como así también de quien es su madrina, Elina Maldonado.
LOS ESTUDIOS UNIVERSITARIOS
En la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de la Plata cursó los estudios universitarios, graduándose como profesora en Ciencias Biológicas.
“En esa época -explica-, los alumnos que cursaban la carrera de Biología no teníamos una Facultad propia. Cursábamos algunas materias en el Museo, otras en la Facultad de Medicina, otras en Veterinaria o en Agronomía, mientras que las humanísticas, en la Facultad de Humanidades, las cuales eran comunes para todos los profesorados”.
«En la medida en que fui avanzando en el estudio de la carrera, cada vez me fue gustando más. Siempre me gustó, jamás dudé de lo que había elegido; más aún, si tuviera que volver a elegir, optaría por la misma carrera», afirma.
Por espacio de tres años, Marta dispuso de una beca del Centro Universitario Nuevejuliense (C.U.N.), en virtud del excelente promedio que tenía.
«En esos momento -añade Marta-, contar con una caja de cirugía, guantes y guardapolvo de medicina, era todo una novedad. Quizá, debo admitirlo, antes de ingresar a la Universidad pensaba que la acogida sería otra; pero era tal la multitud de gente, el primer día de clases, que eso no lo sentí. Recién pude experimentar esa calidez cuando ingresé al Museo de Ciencias Naturales de La Plata, en cuyo subsuelo tomábamos clases».
«Los profesores de las materias que se dictaban en el Museo eran muy afectuosos. Más aún, muchas veces nos prestaban libros y nos tomaban preexámenes, algunos incluso nos convocaban en sus casas para darnos una orientación previa, indicándonos qué temas debíamos reforzar a la hora del examen», rememora.
Sus prácticas las realizó en el Colegio Nacional de La Plata.
De la vida universitaria platense de finales de la década de 1960 y comienzos de la siguiente, recuerda las muchas ocasiones que atravesaba el bosque para concurrir al comedor o a tomar clases. De ahí que, el ginkgo biloba, la conocida especie arbórea le trae especial recuerdo, pues es la que prolifera en torno a ese camino que recorría en el bosque.
LA DOCENCIA EN 9 DE JULIO
Una vez recibida, retornó a la ciudad de 9 de Julio, en agosto de 1972. En marzo del año siguiente comenzó a trabajar, dictando sus primeras clases en su ciudad natal en un Bachillerato para Adultos, que por entonces dirigía el profesor Edgardo López.
En diferentes establecimientos realizó suplencias y, en la Escuela Normal Superior, ingresó como Ayudante de Laboratorio. También dictó clases en el Instituto Superior de Formación Docente Nº 4, el Instituto Nacional de Tecnología Alimen-taria (ISETA) en la Escuela Secundaria de Carlos María Naón (en la primera promoción de alumnos de ese establecimiento egresó el reconocido periodista Daniel López) y en la entonces Escuela Nacional de Educación Técnica (ENET) Nº 1 «Mercedes Vázquez de Labbé», entre otros.
EN MAR DEL PLATA
En el año 1990, Marta Bettoli, se radicó en la ciudad de Mar del Plata.
«Siempre amé Mar del Plata -comenta-, me gustó mucho. En 1989 con las horas que tenía en los diferentes establecimientos, valiéndome del Movimiento Anual Docente, pedí el traslado a esa ciudad. Teniendo cincuenta y cuatro horas cátedras hasta, me radiqué con apenas quince».
«Uno de los motivos -prosigue- por los cuales pedí el traslado fue porque sentía que, en esta ciudad, tenía una especie de techo que no me permitía crecer más. En Mar del Plata, aparte de mostrarme como ciudad, tenía mayores posibilidades para perfeccionar, realizar cursos».
Marta se desempeñó, durante varios años, en el Instituto de Formación Docente Nº 19 de Mar del Plata y el Instituto de Educación Física, para el profesorado en esa especialidad.
SUS ARTICULOS SOBRE EDUCACION SEXUAL
Semanalmente, la profesora Marta Bettoli, colabora con EL 9 DE JULIO, a través de interesantes artículos sobre educación sexual. Cuando aún no era abordado o se tenían muchas reservas al respecto, Marta comenzó a especializarse en este tema.
«Apenas recibida -refiere-, me tocó dar una clase sobre sistema reproductor en el bachillerato de adultos de 9 de Julio. Allí, cursaba gente grande, entre ellos dos monjas. Ahí comencé a indagar, dentro de lo poco que había en ese momento, sobre el tema. En una iglesia de la ciudad de Buenos Aires efectué un curso y partícipe en cuantas jornadas se realizaba».
En 9 de Julio comenzó con un grupo de alumnos realizando un taller sobre educación sexual, proyectando diapositivas que había obtenido en Congreso sobre la temática. Al principio, como es de esperar en una ciudad desacostumbrada a este tipo de formación, la propuesta fue tomada con cierta cautela.
En Mar del Plata también efectuó talleres, jornadas para padres, maestros y charlas sobre educación sexual, siempre con numerosa concurrencia.
Sobre la formación en Educación Sexual, Marta, también realizó un importante curso, con exámenes rendidos en la ciudad Buenos Aires, redescubriendo la importancia que revestía el tema.
Su amplia preparación en esta materia le permitió ser seleccionada para el Programa de Fortalecimiento de Capacitadores (FORDECAP), que se dictaba en el Ministerio de Educación de la Nación. Esto le significó una maravillosa experiencia como formadora de formadores.
Sus artículos de prensa, constituyen un aporte muy importante que han sido muy bien recibido por los lectores. Los mismo, a partir de un lenguaje directo y franco, se torna accesible tanto para el docente como también para la comunidad en general.
«A partir de los artículos que estoy publicando en el Diario, un ex alumno de la Escuela Técnica, Carlos Fabián Muñoz, con quien estuve en primer y segundo año, me escribió un correo electrónico para saber si había dado clases en 9 de Julio. Tuve la gran satisfacción que viniera a esta ciudad a saludarme, ya que se encuentra radicado en Buenos Aires, y cuenta con familia en la localidad de Patricios. Fue muy emotivo escuchar el recuerdo que él tenía de mí, de mis clases», nos cuenta.
SU FAMILIA
Además de su mamá Alicia, conforman la familia de Marta su hermano Mario, esposo de Mabel Comberse, quienes le han dado dos sobrinas, que son motivo de su orgullo: Romina y Soledad, junto a sus esposos Pablito y Javi, respectivamente.
PALABRAS FINALES
Como se ha dicho, Marta es una docente de alma. Sintió su vocación cuando apenas tenía catorce o quince años. La misma se fue reafirmando en su corazón y no dudó en abrazar una carrera que le ha dado innumerables satisfacciones.
«En cierta oportunidad, ya radicada en Mar del Plata, mientras viajaba en ómnibus escuchaba a unas chicas que decían no saber qué estudiar, que no estaban seguras de por qué iban a un instituto a estudiar determinada carrera. En ese momento pensé: ¡qué triste no saber qué es lo que les gusta!. Lamentablemente, muchas veces se elige la docencia no por vocación sino como una alternativa laboral. Para el ejercicio de esta profesión se debe tener, en primer lugar, vocación; luego, dedicación y, por supuesto, formación académica», manifiesta desde su experiencia.
«Los docentes son profesionales de la docencia», subraya Marta en diferentes pasajes de entrevista .
Precisamente, a lo largo de su carrera ella ha dado sobradas muestras de que es posible ser auténticamente profesional en el ejercicio de la enseñanza. El docente no es simplemente un «trabajador de la educación», es un educador, un formador, y esa profesión debe ser valorizada en la más alta expresión.

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