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Nueve de Julio
viernes, abril 26, 2024

El domingo se celebró la fiesta de Corpus Christi

Si bien la solemnidad de Corpus Christi (del Cuerpo y la Sangre de Cristo) se celebra en la Iglesia Latina el jueves siguiente al Domingo de la  Santísima Trinidad, en la Argentina tuvo lugar el domingo último.
Esta fiesta,  que tiene por objeto conmemorar solemnemente la institución de la Sagrada Eucaristía, encuentra su origen en tiempos remotos de la historia eclesiástica: A fines del siglo XIII surgió en Lieja, Bélgica, un Movimiento Eucarístico cuyo centro fue la Abadía de Cornillón fundada en 1124 por el Obispo Albero de Lieja. Este movimiento dio origen a varias costumbres eucarísticas, como por ejemplo la Exposición y Bendición con el Santísimo Sacramento, el uso de las campanillas durante la elevación en la Misa y la fiesta del Corpus Christi.
En  la ciudad de  9 de Julio  la celebración central tuvo  lugar en la Catedral, presidida por el obispo diocesano, monseñor Ariel Torrado Mosconi. Si bien estaba prevista una procesión por las calles de la ciudad, la misma debió suspenderse como consecuencia del clima lluvioso que imperaba en la mañana dominical.
No obstante, siguiendo el ritual, la solemne procesión se efectuó en el interior del templo catedralicio, bajo palio. Después de muchos años se observó el uso del histórico palio o baldaquino, un dosel de cuidada y adornada tela que, sostenido por varales, se utiliza en las procesiones para resguardar al sacerdote que lleva el Santísimo Sacramento.
LA HOMILIA DEL OBISPO
Durante la celebración de la solemnidad de Corpus Christi, monseñor Ariel Torrado Mosconi pronunció una homilía en la que recordó que “la tradicional celebración anual del Corpus tiene como fundamento el reconocimiento de que creemos en un Dios cercano, que se ha querido quedar entre nosotros de manera sencilla y humilde en la apariencia de un pedazo de pan”.
”Esa cercanía –añadió- es una invitación a frecuentar un trato de amistad con Jesús que ha querido habitar con nosotros. Es por eso que también salimos a nuestras plazas y recorremos nuestras calles mostrando que nuestro Dios se ha hecho vecino, cercano, uno más entre nosotros. Dios vive en 9 de Julio, habita en nuestra ciudad y recorre nuestras calles”.
En un pasaje de su alocución, el Obispo Ariel señaló que “el hambre de nuestros hermanos –sus necesidades vitales, todo lo que le hace falta para vivir- no es un problema del otro”.
“A veces, al igual que los discípulos, caemos en la tentación de pensar que no nos compete a nosotros solucionar las necesidades de los demás. El individualismo nos puede llevar a la tentación de creer que cada uno es responsable de lograr satisfacer sus necesidades y las de su familia. Cuando no puede hacerlo, lo consideramos un inútil o un vago”, dijo.
El prelado, en el mismo sentido, remarcó que no es cristiano pensar  “que cada uno se arregle como pueda”.
”Debemos –agregó- pasar de la preocupación a la ocupación. Jesús los compromete a hacerse cargo y a poner manos a la obra. Ante la inquietud poco comprometida de los discípulos, Jesús los hace responsables a ellos. También nosotros debemos procurar no quedarnos en estériles lamentos o en quejas lastimosas sino que debemos hacernos cargo de ofrecerle pan al hermano. Pero no se trata de regalar lo que se debe ganar con esfuerzo”.
“¡Qué hermoso y digno es que el pan llegue a nuestra mesa como fruto del esfuerzo! Y que ese pan sobreabunde, para que podamos compartirlo y para que llegue hasta la mesa de los más pobres”, puntulizó.
Monseñor Torrado Mosconi, en su mensaje a la feligresía, fue categórico al afirmar que “el problema del hambre se soluciona en comunidad”
Jesús –expresó- manda hacer sentar a la multitud en pequeños grupos. El pan es para comer sentados en una misma mesa. El pan se corta con la mano para distribuirlo, compartir el pan es agruparse y significa la unión de los comensales. Es que si no nos hacemos y sentimos comunidad jamás podremos solucionar nuestras necesidades. Debemos hacernos familia, Dios no tira el alimento a las multitudes, sino que ofrece el pan a la comunidad”.
Para el Obispo, es “necesario en una comunidad, y en la sociedad toda, el sentarnos a la mesa para dialogar para acrecentar los vínculos de comunión e ir buscando entre todos los medios para concretar el bien común”.
“¡No tengamos miedo a ser generosos y compartir: son las verdaderas inversiones de la vida! Tanto en el seno de la comunidad eclesial como en las instituciones y organismos de nuestra sociedad, deberíamos preguntarnos, plantearnos, proponernos cómo hacer concretamente para que no falte a ninguna persona ni a ninguna familia lo necesario para una vida digna”, declaró.

Monseñor Ariel comprometió a los fieles a “misionar por las calles de 9 de Julio” y “a ser coherentes con el evangelio”.
“Aprender –prosiguió- a ver los bienes materiales como un don precioso de Dios que no se puede desperdiciar. Así como nos han enseñado de niños que si se cae un pedazo de pan no se tira sin antes besarlo, así debemos cuidar los dones de Dios. No podemos despilfarrar, derrochar los bienes que Dios nos concede”.
El Obispo, por otra parte, reflexionó que “el dinero y los bienes materiales deben ser usados con responsabilidad y que debemos cuidarnos del consumismo frívolo y de la ostentación en lujos que es ofensiva para los pobres”.
”¡Qué bueno sería educar a nuestros chicos y jóvenes en la austeridad y la generosidad!
Que la fiesta que celebramos nos llene de gozo y compromiso para vivir la enseñanza de Jesús no mirando para el otro lado sino haciéndonos cargo del hambre del hermano, trabajando por ser familia y comunidad, compartiendo los dones de Dios y valorando el pan como un valioso regalo de Dios, sin jamás malgastarlo”, concluyó.

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