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Nueve de Julio
jueves, marzo 28, 2024

El obispo pidió “priorizar la lucha contra el narcotráfico”

En la mañana de ayer, como parte del programa oficial de actos con motivo de  la conmemoración de un nuevo aniversario de la Revolución de Mayo, en la Catedral de  9 de Julio tuvo  lugar el tradicional Tedeum. Del mismo participaron las autoridades municipales encabezadas por el intendente Mariano Barroso, los legisladores provinciales Vivani y Silvestre, miembros del gabinete político municipal, autoridades educacionales, referentes de entidades intermedias y público en general.
La celebración fue presidida  por el obispo de la Diócesis, monseñor Ariel Torrado Mosconi, quien pronunció en la oportunidad  una sustanciosa homilía.
En efecto, al principiar su alocución, el prelado consideró que “es bueno recordar cuáles son las motivaciones más profundas por las cuales nos congregamos en esta celebración litúrgica”.
”Sabedores –añadió- de coexistir en una sociedad plural con personas de diversas convicciones y sensibilidades, no creyentes y creyentes de otras confesiones, sin embargo, reunirnos en la Iglesia católica es recordar nuestro origen como nación y por lo tanto nuestra propia identidad como pueblo. En efecto, en nuestras raíces la fe cristiana ha dejado una huella imborrable que no podemos desconocer. Vale como indicador que de los veintinueve diputados que firmaron el acta de la independencia hace doscientos años, once de ellos eran sacerdotes”.
En la parte central de su homilía, monseñor Torrado Mosconi condesó su reflexión en la imagen de “la casa común”.
”Los obispos argentinos –dijo- hemos presentado bajo esta figura el mensaje con ocasión del bicentenario de nuestra patria. Ahora quisiera recrear esta metáfora de la casa como el ámbito que nos permita descubrir a nuestra patria como la casa de todos los argentinos, donde reconocemos nuestra historia común, encontramos el recinto para cuidarnos como hermanos y soñar con un futuro mejor. Por ello les ofrezco esta breve reflexión en tres verbos que nos sugieren las acciones que debemos vivir en esta casa común: Recordar, cuidar y soñar”.

UN LLAMADO A RECORDAR
Monseñor Torrado Mosconi explicó que “la casa es el ámbito de la memoria: así como en casa, cuando está reunida la familia, tras la pregunta retórica ¿te acuerdas…? se repiten las mismas historias que ya han sido contadas una y mil veces, y al recordarlas se actualiza la vivencia común”.
“Al escucharlas y repetirlas –agregó- se vuelven a reconocer y a renovar los fuertes vínculos que nos unen. Así también nosotros como pueblo debemos reunirnos para hacer memoria de nuestra historia común y redescubrir y renovar los lazos que nos hacen hermanos. El acontecimiento del próximo bicentenario debe ser una ocasión para, liberándonos de relatos utópicos y sesgados por la ideología de turno, poder tener una mirada realista de los acontecimientos, personas y hechos que nos han marcado en nuestra historia”.
“Una familia que olvida su pasado se desconoce e ignora, un pueblo que olvida su historia repite errores y va perdiendo la consciencia y el orgullo de su pertenencia como nación. ¡No podemos perder la memoria de nuestro pasado!”, expresó.

EL VALOR DE CUIDAR
El obispo expresó, en otro pasaje de su homilía que, “la casa es el lugar donde reconociéndonos familia nos cuidamos unos a otros”.
“En un ambiente familiar lo más importante es el cuidado personal por cada uno y especialmente por los que más lo necesitan. En nuestra casa común de los argentinos no podemos conformarnos con mirar fríos números estadísticos, sino que como sociedad, al estado y a todos los demás actores sociales, nos debe importar cada persona y cada familia. Por eso debemos cuidar la salud, la educación, el trabajo y la vivienda de cada ciudadano y especialmente de los más pobres y vulnerables”, manifestó, entre otros términos.

LA ESPERANZA
Puso su acento, de manera especial, el obispo diocesano, en el valor de la esperanza. En ese sentido, señaló que “la casa alberga y alienta los deseos del pueblo con una mirada hacia el futuro”.
“La pérdida –continuó- de nobles metas, la desilusión ante utopías que nunca se concretaron, la sensación de que la indiferencia, el cinismo y la corrupción van ganando espacio nos hacen caer en una especia de desencanto, llevan a muchos a bajar los brazos, nos embargan en un pesimismo contagioso. Alentar, suscitar, despertar la esperanza no es tarea menor a la que nos llama la hora presente”.
Para monseñor Torrado Mosconi, “la esperanza es como el aire que debe inflamar los pulmones de nuestra sociedad; sin ella no hay aliento para superar obstáculos, rectificar rumbos y avanzar sin desfallecer”.
“La esperanza nos ayuda a tener una mirada y unas actitudes positivas y optimistas aún en medio de los obstáculos y dificultades. Nos impele a no bajar los brazos, a continuar la marcha. Ella tiene dos componentes que debemos aprender a conjugar una y otra vez: paciencia y esfuerzo”, expuso.

LUCHA CONTRA EL NARCOTRAFICO
Fue contundente y preciso, el obispo, al señalar que es gravitante garantizar un futuro mejor para “los jóvenes, que tantas veces al verse sin expectativas ni humanas ni espirituales caen en la trampa de una evasión a paraísos ficticios a través de las adicciones al alcohol y a las drogas”.
“¡Cómo no priorizar la lucha contra el narcotráfico y el trabajo por la prevención y recuperación de las adicciones! ¡Nuestros jóvenes merecen que le ofrezcamos un estilo de vida esperanzado y con las posibilidades para su plenitud humana y personal!”, remarcó.

tedeum26

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