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Nueve de Julio
viernes, abril 19, 2024

Ahí donde las cosas pasan

CARUSO-FRANCOPor Franco Caruso
Hay un lugar en nuestra ciudad donde las cosas pasan. Hay un lugar que se ha vuelto maravillosamente imprescindible, vital.
Theodor Adorno, filósofo alemán del siglo pasado, referente de la Escuela de Frankfurt, insistía con la importancia de la obra de arte. En ella, afirmaba, habita “lo no dicho”. En la obra de arte vive todo aquello que no vemos en nuestra realidad diaria, lo que no se dice en el cotidiano, lo que no se muestra, lo que se oculta, lo reprimido. La obra de arte es, para Adorno, la fuerza vital de la sociedad.
Nuestro día a día laburante nos dice que se llega a casa de noche, agotado, trabajado. Se llega a casa y lo único que queremos es una rica cena, una ducha y entretenernos calmos, sin pensar, con el bailando por un sueño hasta cerrar los ojos. Tal vez, por qué no, si las fuerzas dan, un poquito de amor cuando los niños duermen. Lo que nos dice nuestra vida ordenada por la necesidad del salario es: desenchufate, recargá y volvé a trabajar, a producir. Este agobio mecanizado encuentra su resistencia, su bocanada de aire puro, en el arte.
La Esquina de Arte y Cultura es nuestro pulmoncito vital. Es la resistencia artística ante tanto ahogo deshumanizante. Como la obra de arte adorniana, su sola existencia, así, creativa, a contrapelo, es resistencia viva. La Esquina es puerta abierta posibilitadora, pero no solo por permitir que Baglietto y Vitale nos roben una lágrima al traer en un acorde los avatares de nuestra adolescencia o esa canción que cantaba tu viejo. Es puerta posibilitadora más allá de que allí Bruno Arias, cantando acerca de Amanda, nos haya recordado que Chile no es el de Pinochet o el de las Malvinas, sino el de Victor Jara, Violeta Parra, Neruda y todos los Manuel que siguen sin volver.
La Esquina posibilita porque en este mundo mecanizado, de escuelas mecanizadas donde el saber no es creativo, se vuelve reducto donde nuestro/as hijo/as encuentran las prácticas creativas del circo, la danza, la literatura y la música.
La Esquina es día a día. Es Fernando encargándose del sonido en la presentación de un libro de Adriana Romano, es Verónica dejando el cuerpo en una danza sobre el escenario. Es Martín Dufou y unas canciones que no los esperaban, Florencia Caputo y una guitarra colorida y mágica. Es pasar a saludar por un cumpleaños y encontrarse con maravillosos músicos que llegaron a saludarlo. Es Gustavo Delfino que llegó con algún festival internacional de teatro. Es Medias Cucú, Mujeres en la Esquina. Sandra Brance, Guille Hough, Wilson y su facilidad para contarlo. La Esquina es Cruzavías, Marcos Galvani y la música de Reservado.  Es Mariana en el escenario leyendo una de sus poesías, la narración movilizante de las Despalabradoras. Una muestra de pintura, de poesía, un mate. Es Nietzsche impregnado en el mural que Pilar y Marcela esculpieron en la vereda. Ferrante, Peraita, Buceta. Imposible que alcance la tinta para nombrar a tanto artista que hace y se hace en la Esquina.
La Esquina es un lugar. Ese donde los talentos de nuestra ciudad encuentran para encontrarse, para ser. La Esquina aglutina, abraza. Habita a quienes, de una u otra manera, la habitamos. La Esquina es mía, es nuestra. Es ese maravilloso lugar imprescindible, vital, donde las cosas pasan.

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